Entrevista a Jorge Valero
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Caracas.- Las relaciones con Estados Unidos mejorarán si desde el Norte llegan señales distintas a las que «por múltiples razones, recibimos en este momento». Es decir, «señales de interferencia e intervención». Si, en cambio, Estados Unidos da muestras de que respeta «nuestra independencia y soberanía», el gobierno bolivariano «registrará ese cambio», afirma Jorge Valero, representante permanente de Venezuela en Naciones Unidas.
Pero lo que dijo Obama en su discurso en Cartagena, aquello de que le gustaría ver «elecciones libres y justas en Venezuela», «constituye una impertinencia». El mapa de la región ha cambiado, «hay mayor diversidad, y la idea de construir un modelo propio, no sobre bases importadas, en América Latina, nunca había cuajado como ahora».
Al gobierno bolivariano lo irritó algo que dijo el presidente Obama de Estados Unidos. Obama dijo que quería ver «elecciones libres y justas en Venezuela». Pero Ramón Guillermo Aveledo, secretario político de la MUD, ha dicho que estas elecciones «son libres, pero no son justas», y aquí no pasó absolutamente nada. ¿Entonces?
Recientemente, el Congreso de Canadá realizó lo que sería una audiencia para conocer el estado de los derechos humanos en Venezuela. Una cosa inaudita. Es como si la Asamblea Nacional examinara el estado de los derechos humanos en Canadá. El formato que armaron para considerar el tema era, aparentemente, diseñado para condenar al país en esa materia. Invitaron a Jennifer McCoy, la principal ejecutiva del Centro Carter. Ella hizo una exposición en la que había elementos críticos sobre la democracia venezolana, pero la sustancia era que en el país existe una democracia muy robusta, muy dinámica y muy renovada. Esto, al parecer, suscitó la irritación de quienes pensaban que la señora McCoy iba a condenar al gobierno de Chávez y al sistema político venezolano. A ella le preguntaron sobre el sistema electoral y respondió «el sistema electoral venezolano es el más moderno del mundo».
Obama también criticó la libertad de prensa. Hay informes de ONG y de organismos como la SIP. El gobernador de Monagas, José Gregorio Briceño, denunció recientemente el cierre de emisoras de radio en esa entidad. ¿No hay indicios para pensar que hay problemas?
Te voy a responder con las mismas palabras que utilizó Jennifer McCoy en el Congreso canadiense. Y subrayo su nombre, porque es ciudadana estadounidense y la organización que representa recibe financiamiento del Partido Demócrata (actualmente en el poder). Preguntada sobre el tema, McCoy dijo que en Venezuela había plena libertad de prensa y de pensamiento y, además, aclaró: antes de que Chávez llegara a la presidencia, casi todos los medios estaban en manos de grupos privados, había un monopolio; ahora el espacio se ha democratizado, se ha abierto para que las diversas organizaciones sociales que hay en Venezuela puedan expresarse. Se ha logrado un pequeño equilibrio, aunque todavía -Jennifer McCoy dixit- hay desequilibrio, porque el control de los grandes medios sigue en manos del sector privado.
¿Por qué no me responde con las palabras de Jorge Valero?
Porque lo dicho por esta representante de la Fundación Carter refleja perfectamente lo que está ocurriendo en Venezuela y la percepción de personas que hacen un esfuerzo por entender el proceso bolivariano, de la manera más objetiva posible, sirve para ilustrar lo que realmente ocurre en nuestro país. Pero por supuesto, de ahora en adelante me comprometo contigo de que hablará Jorge Valero, sin que tenga que hacerlo a través de Jennifer McCoy.
El presidente Santos de Colombia, al parecer, se comprometió en La Habana (Cuba), tanto con Fidel Castro como con su colega venezolano de que iba a ser neutral. Sin embargo, en Cartagena cerró filas con Estados Unidos. ¿Comparte ese criterio? Y de ser así, ¿lo sorprendió ese hecho?
El gobierno bolivariano valora en alto grado que el presidente Santos haya compartido las principales demandas políticas que, en el marco de la Cumbre de las Américas, defendieron los países de América Latina y el Caribe; a saber, la invitación a Cuba para que participe en la próxima Cumbre y el respaldo a Argentina en su justa demanda de soberanía sobre las islas Malvinas. Esto demuestra que hoy existe una vigorosa convergencia -que debe ser potenciada- entre todos los países del hemisferio. Somos muy respetuosos de las opiniones de cualquier Jefe de Estado que se pronuncie, de la misma manera en que se expresaron los países del Alba que, en un comunicado, señalaron que si Cuba no es invitada a la próxima Cumbre de las Américas, que se celebrará en Panamá, las naciones del Alba no asistirían. Pero quiero subrayar que no estamos solos en este predicamento, porque hemos visto declaraciones conjuntas, que fueron ratificadas, de las presidentas de Argentina y Brasil en un tono similar.
¿Se acabó la Cumbre de las Américas?
Obviamente, si no se invita a Cuba no tendría sentido. Habría periclitado, como periclitó el Alca en 2005.
Cuba se maneja como un tema de política interna en Estados Unidos. Sino que le pregunten al señor Oswaldo Guillén, que se atrevió a opinar sobre Fidel Castro. La Florida y la comunidad cubana tienen peso electoral, ¿por qué Obama va a renunciar a esa base de electores? ¿No es como pedirle a Chávez que renuncie a su público objetivo, los sectores C, D y E?
Obama debería hacerse eco de un clamor universal. En Naciones Unidas, solamente dos países votaron en contra de la resolución que solicita el cese del embargo, del bloqueo criminal contra el pueblo cubano. Desafortunadamente, tenemos una estructura de poder internacional que tampoco responde a los nuevos tiempos. La ONU está secuestrada por el Consejo de Seguridad y sometida a una influencia determinante, aunque en declive, de la principal potencia política, económica y militar.
¿No es un tema de realidades políticas? ¿Habrá una próxima Cumbre o no?
Si Cuba no es invitada a la VII Cumbre, obviamente no se podrá realizar. No se puede seguir arrastrando una situación antihistórica, en la cual un país que forma parte las Américas se deje por fuera. «América no es solamente para los americanos», sino para todos los pueblos que forman parte de este hemisferio y que vienen avanzando en una gran configuración estratégica, que tienen tejidos diversos y expresiones institucionales múltiples, entre otros, la Celac, Unasur, el Alba y otros mecanismos de integración regional. Es decir, estamos avanzando hacia la construcción de un gran polo que se articula en su diversidad.
¿No resulta curiosa la posición del Gobierno canadiense? Por un lado no participa del embargo a Cuba y por otro veta, junto con Estados Unidos, la invitación a Cuba a la Cumbre de las Américas…
Sí, votar en contra del bloqueo a Cuba en la más reciente reunión de la Asamblea General de Naciones Unidas y en Cartagena, prácticamente hacer lo contrario. Por lo demás, Cuba tiene unas relaciones bilaterales con Canadá de alto perfil. La principal afluencia de turistas a la isla es de origen canadiense. En consecuencia, resulta incomprensible este cambio de actitud, este cambio de posición.
¿Incomprensible? ¿No será que Estados Unidos llamó al botón a Canadá?
Es posible, porque como se sabe, Estados Unidos y Canadá forman un eje estratégico muy importante y es el principal aliado en términos políticos, económicos y militares. No olvidemos que Canadá es parte de la Otan, incluso el secretario general de la alianza atlántica es canadiense.
Se ha impuesto una nueva realidad, como dice usted. Pero parece que el Gobierno venezolano no está satisfecho. No advierte, por una posición ideológica, que hay planteamientos distintos y, simplemente, critica y ataca a Estados Unidos.
Estamos hoy en presencia de un nuevo mapa político hemisférico. Ese mapa ha cambiado, entre otras cosas, gracias a la emergencia de un gobierno revolucionario en Venezuela. Y para graficar esta aseveración recordemos la Cumbre celebrada en Quebec en 2001. El presidente Chávez hizo dos reservas a la declaración suscrita por los Jefes de Estado en esa ocasión. La primera: se impugnó la entrada en vigencia del Alca (2005), y en segundo lugar, se propuso el concepto de democracia participativa. Eran tiempos en que se recurría, con cierta petulancia, al pensamiento de Francis Fukuyama para explicar el curso de los acontecimientos, El fin de la Historia. Era bien difícil levantar un discurso anticapitalista, antiimperialista e incluso antineoliberal. Pero el mapa político cambió en 2005 y en Mar del Plata, Chávez y Kitchner, dos personajes protagónicos, enterraron el Alca.
¿Por qué el Gobierno venezolano pretende que los cambios sean absolutos?
No, Venezuela entiende la rica diversidad que constituye hoy el mapa político en nuestra región y, por tanto, se mueven posiciones diferentes; pero lo importante, diría yo, es que hay una reivindicación histórica del pensamiento integracionista.
Nunca como hoy ese sentimiento de soberanía, de independencia y autodeterminación, de construir un proyecto latinoamericano sobre bases propias y no importadas, había cuajado. El Gobierno se siente optimista en los cambios en los cuales ha sido determinante la participación del presidente Chávez.
No hay relaciones a nivel de embajador con Estados Unidos. ¿Cabe esperar un cambio?
Depende del Gobierno de Estados Unidos. Si ese Gobierno da señales de que respeta la soberanía, la independencia de Venezuela, el Gobierno de Venezuela registrará ese cambio. Pero hasta ahora las señales que recibimos, por múltiples razones, son de intervención. Lo que dijo Obama en su discurso, que quería ver elecciones libres y justas en Venezuela, es una impertinencia.

SU PERFIL

Jorge Valero. Valera (Tru) 1946.

Historiador por la Universidad de Los Andes. Maestría en Historia de América Latina y Relaciones Diplomáticas (University College, Londres). Diputado al extinto Congreso de la República. Embajador en Corea del Sur y ante la Organización de Estados Americanos. Autor de 12 libros, entre otros, «Viaje por el reino de la palabra» y «El verbo de los ángeles».
Actualmente es representante permanente de Venezuela ante las Naciones Unidas y viceministro para América del Norte.

REGISTRO VERBAL

La iniciativa más reciente por la cual trabaja el embajador Jorge Valero se asocia directamente con la aspiración venezolana de formar parte del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. «Venezuela cuenta con el respaldo de un número importante de países de Asia, África y América Latina».
¿El país se enfrentará a un veto de Estados Unidos? «Nosotros -agrega Valero- estamos preparados para cualquier imprevisto. Sabemos que harán uso de toda su influencia para tratar de bloquear la candidatura de Venezuela, pero estamos preparados para dar esa batalla diplomática. ¿De 1 a 10, cuál sería la probabilidad de alcanzar el éxito? «10, estoy absolutamente convencido», responde Valero con determinación.

¿Realmente hay condiciones para que las relaciones con Estados Unidos mejoren? «Esperemos al nuevo Obama, para ver si se pone a derecho con su condición de Premio Nobel de la Paz». ¿Eso podría ocurrir después de noviembre? «Repito, vamos a esperar cuáles señales envía el Gobierno estadounidense. Venezuela es un país abierto al diálogo y respeta las diferencias, desde una posición como la que tenemos, anticapitalista, antiimperialista y socialista». ¿En qué mes o año podríamos esperar al nuevo Obama? «Esperemos que haga una lectura adecuada de las nuevas corrientes de la historia».
Hay varios temas que se negocian en Naciones Unidas, especialmente en el Consejo de Seguridad. Son 15 miembros, cinco permanentes (las naciones victoriosas de la Segunda Guerra Mundial más China), que además tienen derecho a veto y 10 no permanentes que se rotan. «Venezuela se hace eco de las demandas de los países del Sur, que reclaman un cambio en la estructura del Consejo de Seguridad. Resulta inconcebible que países de América Latina o África no estén representados. Venezuela apoya la aspiración de Brasil de convertirse en miembro permanente del Consejo de Seguridad».