La cumbre de la OTAN se cerró con una serie de acuerdos unánimes que prueban que la organización «goza de buena salud» con sus 60 años recién cumplidos, según ha resumido en rueda de prensa el secretario general saliente, el holandés Jaap de Hoop Scheffer.
Los Aliados han dado la bienvenida a dos nuevos estados miembros -Albania y Croacia-, han celebrado el anuncio de la reincorporación de Francia a la estructura militar, después de 43 años de ausencia, y han decidido revitalizar la relación con Rusia, su histórico rival al este, y al que necesitan para poder continuar con la guerra en Afganistán y Pakistán.
Los dos anfitriones de la cumbre -el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y la canciller alemana, Angela Merkel- se han mostrado en rueda de prensa orgullosos de la unanimidad alcanzada, que han atribuido a la «totalidad identidad» de puntos de vista entre ambos y al peso decisivo ejercido por el eje franco-alemán.
Las objeciones del primer ministro turco, Recep Tayyip Erdongan, al nombramiento de Rasmussen, por su comportamiento hace unos años en la llamada «crisis de las viñetas» de Mahoma, estuvieron a punto de empañar esa imagen de unidad. Ni Merkel ni Sarkozy ni Scheffer han dejado claro cómo pudieron convencer finalmente al Gobierno turco para que levantara su reserva.
«Hay tantos desafíos importantes a los que tenemos que hacer frente, que no podemos entretenernos en malentendidos o susceptibilidades», ha comentado el presidente francés.
Sesenta años después de la firma en Washington del tratado que dio origen a la OTAN, en plena Guerra Fría, los veintiocho gobiernos han reafirmado este sábado la «vigencia de los principios fundadores» y su «fe en el futuro de la organización».
La declaración de la cumbre de Estrasburgo-Kehl vuelve a proclamar que la seguridad de Europa y Estados Unidos es «indivisible» y que la finalidad primera sigue siendo «la defensa colectiva de nuestra población, del territorio y de las fuerzas de nuestros países».
Pero los Veintiocho consideran a la OTAN como «una alianza adaptable», en palabras de la canciller alemana, una alianza dispuesta a afrontar nuevas amenazas como la «lucha contra el terrorismo cibernético, la protección de las rutas de energía o la persecución de la piratería».
De hecho, la OTAN tiene más de 75.000 soldados desplegados en misiones que nada tienen que ver con la defensa territorial de Europa.
La operación más grande de todas, la que dirige en Afganistán, ha ocupado la mayor parte de los trabajos de los dirigentes aliados durante estos dos días de reuniones y actos que se repartieron, a una y otra orilla del Rín, entre la ciudad francesa de Estrasburgo y las poblaciones alemanas de Kehl y Baden-Baden.
La OTAN ha acordado en esta reunión establecer una misión central de entrenamiento de las fuerzas de seguridad afganas (ejército y policía), dentro de la ISAF, la fuerza internacional de ocupación que encabeza bajo mandato de Naciones Unidas.
Dicha misión supervisará el proceso de capacitación de las fuerzas afganas, sobre todo de la policía, que tropieza con los mayores problemas, a fin de acelerar al máximo la transferencia de responsabilidades a las autoridades afganas.
Obama redefine la invasión de Afganistán
Los europeos han recibido con entusiasmo la nueva estrategia del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, para Afganistán y Pakistán, basada en un enfoque global -no solo militar- regional -involucrando a los países vecinos- y en la «afganización» progresiva de las responsabilidades.
Según el presidente Sarkozy, ése es el enfoque que los europeos venían defendiendo desde hace meses, para encontrar una solución estable al conflicto en el país asiático.
Merkel ha subrayado igualmente la decisión unánime de los gobiernos aliados de «revitalizar» las relaciones con Rusia.
Sin orillar los «desacuerdos profundos» surgidos a raíz de la respuesta rusa a la agresión de Georgia contra Osetia del Sur en agosto pasado, la Alianza ha vuelto a tender la mano a Moscú para «explotar al máximo» las posibilidades de cooperación en el seno del Consejo OTAN-Rusia reformado.
Scheffer también ha valorado la decisión de revisar el «concepto estratégico» donde se definen las tareas y objetivos de la Alianza, que tiene ya diez años y no se corresponde con la práctica de la organización.
Cabe recordar que la última vez que la OTAN revisó su concepto estratégico fue en 1998, justo antes de bombardear Yugoslavia para apoyar la segregación de Kosovo.