Autor: Ricardo A. Salerno

 

La presidenta Cristina Fernández de Kirchner convocó el 1ro de marzo a todos los que tienen responsabilidad insitucional que la ayuden a gobernar «para solucionarle los problemas a los argentinos».

En la gran mayoría de los casos, a quienes se dirigía Cristina son los que se favorecen de la imagen y el prestigio de nuestra presidenta, pero gobiernan sus provincias como feudos o cotos de caza clientelares. Si no fuera por el hiperliderazgo de la presidenta y las condiciones económicas cradas por el gobierno de Néstor y ella, que usufructuan las provincias, difícilmente varios gobernadores e intendentes hubieran ganado sus votaciones. Incluso quienes cambiaron la fecha de elecciones para sacar más votos que la Presidenta (actitud desleal si las hay) están elucubrando supuestos negados: querer sucederla en 2015.

«Les pido que me ayuden, nada más que eso», les dijo a los políticos que gobiernan cada una de las provincias y la ciudad de Buenos Aires, luego de transmitirles que «poniendo palos en la rueda no crean que van a ganar algo». Y no solamente se refería a la oposición aunque en realidad salvo alguna excepción (que no logro determinar) no hay un solo gobernador “oficialista” que pueda ser considerado “leal” siendo del mismo partido.

Scioli, Alperovich, Capitanich, De la Sota, Gioja, Corpacci, Peralta, Martín Buzzi, Fellner, Jorge, Beder Herrera, Uribarri? Estos personajes son expresiones de un país feudal y atrasado material, cultural y políticamente que lanza por tierra cualquier intento de ayuda que pueda contribuir al llamado de Cristina.

¿Quiénes entonces pueden ayudar a la presidenta? Seguramente ella misma y los numerosos integrantes del pueblo trabajador, profesionales y técnicos que crean la riqueza cotidianamente sin especulaciones políticas y que construyen el capitalismo en serio que se ve amenazado día a día por el verdadero capitalismo salvaje que asola a la población europea y norteamericana hundida en la globalización neoliberal.

El alto grado de extranjerización de la producción de bienes y servicios producidos en argentina es un obstáculo que debe ser tomado como uno de los principales causantes del freno al verdadero desarrollo de las comunidades donde necesidades esenciales no han sido satisfechas producto de los 50 años de gobiernos entreguistas que vendieron el patrimonio y las ganancias de los trabajadores argentinos.

Un plan de producción nacional no será suficiente sin desmontar el aparto estructural financiero, económico y cultural implantado por los centros de poder -que a veces Cristina parece no querer confrontar- prefiriendo pactar sin profundizar la tarea legada por Néstor, aunque prefiriendo buscar fantasmas donde no los hay y escogiendo rivales que no son el factor o enemigo principal causante de la peor debacle a la que nos llevo el poder real nacional y mundial que va mucho más allá de Clarín y La Nación.