Modesto Emilio Guerrero/Corresponsalía Buenos Aires

Este jueves 29, como estaba previsto, el Comité de Relaciones Exteriores del Senado brasileño aprobó por 12 votos contra 5, el ingreso pleno de Venezuela al Mercosur, luego que senadores de la oposición de derecha, ejercieran un fuerte lobye en contra durante 5 años, incluso en el Parlamento de Paraguay.

El voto decisivo fue el del senador Romero Jucá (PMDB-RR), que decidió acompañar la bancada oficial. En una semana se deberá pasar la dura prueba de la Plenaria del Senado, donde se requiere una mayoría simple.

Buenas señales indican que Venezuela logrará su cometido de casi 8 años: se miembro pleno del bloque. Entre 15.000 y 20.000 mil millones de dólares. Demasiado en juego para ponerlo en riesgo por un capricho de “políticos” fracasados como De Melo y José Sarney, otro expresidente de los años 80. El comercio bilateral se triplicó en siete años, una historia que comenzó con los nueve Convenios y Protocolos firmados por el gobierno de Caldera en 1995.

La cuenta es sencilla. Si Brasil no firmaba el ingreso, y Paraguay no lo hace, en tres meses perdería las “preferencias arancelarias” que le permiten ser superavitario sobre un total de 5.668 millones de dólares de comercio por año. Para recuperarlas, el Mercosur se vería obligado a negociar con una Venezuela que estaría poco dispuesta a conceder más “preferencias”.

A estas alturas de las circunstancias internacionales, sobre todo en América latina, para el gobierno de la “revolución bolivariana”, su membrecía plena en el bloque comercial sureño es más una victoria política que un favor comercial o económico
En los siete años de marginación que debió soportar, sólo apoyada por el Uruguay de Tabaré y la Argentina de Kirchner, se formaron organismos regionales y subregionales, que dejaron bien atrás al Mercado Común del Sur.

UNASUR (con los proyectos y sub organismos que lo componen, como el BanSur), la ALBA (con el SUCRE), PetroCaribe, la veintena de Convenios operativos de inversiones directas con Argentina y Brasil, superan ampliamente lo que la Venezuela de Chávez esperaba del Mercosur hace una década, cuando declaró en Buenos Aires “Queremos ser el eje energético del Mercosur”. El Mercosur perdió su rango de mediador diplomático subregional. Ya no tiene el peso que tuvo desde 1994, cuando por ejemplo medió antre dos intentos de golpe en Paraguay, la guerra de Ecuador-Perú y otros conflictos de la subregión.

El Mercosur no solo está superado históricamente bajo las locuras de su carácter neoliberal y proyanqui, sino también como entidad de uso diplomático. Hoy, sin darlo por muerto ni nada parecido, se sobrevive a si mismo como bloque, como plataforma de exportaciones entre Argentina y Brasil, repotenciado como vínculo comercial casi excluyente, desde mayo de este año en que ambos países acordaron desdolarizar su flujo comercial.

El Ministro de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior, Miguel Jorge, dijo que Brasil tiene un superávit comercial con Venezuela de U$S 5000 millones al año. Según él, el comercio bilateral entre los dos países es de aproximadamente U$S 6000 millones al año.
El Mercosur no fue capaz de resolver una de sus maldiciones de origen: 900 huecos arancelarios. Sus mismas autoridades lo definen como un «acuerdo arancelario imperfecto», algo así como decir embarazo a medias. Lo cierto es que esa obturación arancelaria tan amplia ha hecho del bloque algo débil.

No ha sido capaz de adoptar un acuerdo defensivo frente a la presión des-inversionista generada en la crisis financiera del capitalismo mundial. Ha firmado unos 17 acuerdos desde 2003, pero sólo ha podido llevar adelante 4, el resto están congelados, retrasados o interrumpidos.

Desde 2008 se multiplicaron cuatro veces las medidas anti dumpling. Dirimir conflictos para no desgastar la idea estratégica del bloque. La agenda regional tendrá que esperar.

En medio de la severa crisis capitalista que se está atravesando, en lo inmediato difícilmente los esfuerzos de los gobiernos puedan enfocarse a algo más que a “apagar el incendio”, advirtió Félix Peña en su exposición relacionada con la agenda pendiente del Mercosur.
En esa medida, el académico adelantó que no se esperan avances sustanciales en la agenda de temas a resolver en el Mercosur, entre los que mencionó la conformación de un código aduanero común; las presiones de Europa para alcanzar la unión aduanera; la integración productiva; la reducción de los aportes al Fondo de Convergencia de Infraestructura que ya concretó uno de los socios del bloque (en referencia a Brasil); la integración productiva; la incorporación de Venezuela al área; las negociaciones con la Unión Europea; y el planteo de Paraguay para dar participación a la ciudadanía, entre muchos otros temas.

“Nada indica que habrá algún movimiento –señaló Peña- Sin duda son todos temas importantes pero no creo que salgan este semestre: la agenda tendrá que esperar”. (Mercosurabc, 5/3/2009). De los 168 países a los que se destinan las exportaciones, 109 se contraen este año Los principales socios comerciales de Argentina decrecen en su actividad.

Durante el primer mes del año 2009 se redujo a la mitad la cantidad de países destino para las exportaciones argentinas que mantienen un crecimiento en su actividad económica. Pasaron de ser un total de 112 países en 2008 a 59 este año. Por su parte, las naciones que decrecieron aumentaron 113%, reseña el último informe de la consultora abeceb.com.

Cuando se observan los países que más contribuyeron a la caída se verifica que los 5 principales destinos explicaron el 52,3%, siendo naturalmente la caída de las ventas a Brasil la que mejor refleja la merma total de exportaciones de enero (casi el 30% de la caída total) dada la fuerte relación comercial y alto impacto de la crisis internacional en aquel país. Pese a ello, cabe destacar que continúa por lejos siendo el principal socio comercial argentino. No obstante, debido a las menores ventas de enero (-51% a/a) ha disminuido su participación pasando del 18,9% de las ventas en el año 2008 al 15,4%.

El bloque incrementó sus asimetrías económicas y sociales respecto de 1995 en 112% según académicos de la UBA, eso vulnera su posibilidad de consolidación como mercado integrado, Estados sustentables y sociedades estables.