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Se atribuye a los curas Jesuitas la frase, “Dadme un niño hasta la edad de siete años y les devolveré a un hombre”. Pues bien, con esto lo que se quiere es resaltar la importancia que tiene esta etapa de la vida en la formación de un individuo. Es en estos primeros años cuando se crea la mayor parte de la plataforma de conducta con la cual nos “armaremos” para encarar la vida, cada día más exigente. Un aspecto de esa conducta aprendida son nuestros hábitos alimentarios, nuestra conducta alimentaria. Siguiendo la hilación de la frase inicial, tanto el tipo y variedad de alimentos que nos enseñan a comer en esos primeros años, así como la manera de prepararlos, las creencias, costumbres y tradiciones que giran en torno a ellos, correctas o no, conforma nuestra cultura alimentaria, es lo que conservaremos durante toda nuestra vida, con muy pocas probabilidades de cambio. Es por ello que el blanco principal de todo el bombardeo publicitario del negocio de la comida chatarra va dirigido principalmente a los niños. Con esto van “educando” el gusto y creando la necesidad de consumir estos productos, produciendo incluso una verdadera adicción, con lo cual ya tienen su mercado asegurado.

Mucho se ha escrito sobre los efectos nocivos de estos productos, que no alimentos, sobre la salud y la calidad de vida de los seres humanos. La comida chatarra es la principal causa de la aparición de enfermedades crónicas como la obesidad, cáncer, diabetes mellitus, enfermedades cardiovasculares, enfermedades gastrointestinales, etc., etc. La obesidad y el sobrepeso se han convertido en una verdadera epidemia mundial. Según la OMS, en la actualidad 1.000 millones de personas en el mundo tienen sobrepeso y de ellos, 300 millones son francamente obesos. Esta cifra puede llegar a 1.500 millones en el 2015 si no se actúa ahora. Cada año mueren aproximadamente 2,6 millones de personas a causa del sobrepeso y la obesidad. Hay más de 42 millones de niños menores de cinco años con sobrepeso en el mundo, los cuales, con toda seguridad, serán obesos en el futuro, además de tener un alto riesgo de padecer de diabetes juvenil y otras enfermedades. A nivel mundial, el sobrepeso y la obesidad causan más muertes que las relacionadas con las deficiencias nutricionales. El 44% de los casos de Diabetes a nivel mundial, el 23 % de Cardiopatía Isquémica, el 7 al 41% de determinados tipos de Cáncer son atribuibles al sobrepeso y la obesidad

Debemos actuar con urgencia para frenar esta desenfrenada carrera hacia la muerte y estamos convencidos de que la educación en nutrición es una herramienta muy efectiva para contrarrestar los nocivos efectos de la dieta basada en comida chatarra. Se tiene que realizar mayores y más serios esfuerzos en este sentido. Se debe implementar un agresivo programa de educación nutricional, sobre todo en los primeros niveles, dirigido a los niños más pequeños, ya que es este grupo el más vulnerable. En la mayoría de las escuelas que cuentan con una cantina todavía se vende este tipo de productos bajo la mirada indolente del personal docente y comunidad educativa en general. Existe una normativa que prohíbe la venta de chucherías y de productos ricos en grasas y azúcares, bebidas gaseosas, etc., pero en la mayoría de los casos no se cumple. El programa alimentario escolar (PAE) tiene como uno de sus objetivos el de impartir y consolidar adecuados hábitos de alimentación en la población escolar, pero esto en la práctica no se cumple y se queda solo en la preocupación por suministrar raciones de comida que muchas veces, debido a los gustos y preferencias ya inculcados a los alumnos fuera de la escuela, pues simplemente no la consumen y van a parar a los pipotes de la basura

El modelo actual de consumo implantado en el mundo es propiciador del sobrepeso y la obesidad y por ende de la enfermedad y la muerte. Para donde quiera que volteemos a mirar vemos comida chatarra, estamos rodeados de productos obesógenos, en los supermercados, en las cadenas de comida rápida, en la playa, en el cine, en los aviones, en fin en todas partes. Es preciso que actuemos ahora mismo, para luego ya será tarde.

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