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El mercado de la deuda, perturbado como nunca en 2011 por la aceleración de la crisis que afecta ya al conjunto de la zona euro, se prepara para un inicio de año muy agitado, en el que algunos ya no descartan la implosión de la Unión Monetaria.

“En 2011, se puede hablar de ‘crash de deuda’, con los intereses para algunos países europeos por las nubes y un mercado sin referencias: los fundamentales económicos y los Estados no sirven de referencia”, resume Charles Bouffier, director general delegado de la empresa de gestión de activos Egamo.

La crisis, inicialmente acantonada en Grecia e Irlanda en 2010, se propagó a lo largo del año como un reguero de pólvora.

La siguiente víctima, Portugal, tuvo que recurrir a la ayuda del Fondo Monetario Internacional y de la Unión Europea que le concedieron un préstamo de 78.000 millones de euros a cambio de un programa de austeridad draconiano.

Italia y España, 3ª y 4ª economías de la zona euro, fueron objeto a su vez de los ataques de los mercados que llegaron a provocar la caída de los gobiernos de Silvio Berlusconi y de José Luis Rodríguez Zapatero, respectivamente.

Sólo el Banco Central Europeo (BCE), que ha comprado deuda de estos dos países en el mercado secundario, donde se intercambian los títulos ya emitidos, ha permitido rebajar un poco las tensiones.

Impensable hace un año, el corazón mismo de la zona euro, integrado por Alemania y Francia, se ha visto alcanzado por la tempestad: la agencia de calificación Standard and Poor’s contempla rebajarles la nota máxima, la AAA, que les permite pedir dinero prestado a intereses muy bajos.

La misma suerte que corrió Estados Unidos en agosto, aunque finalmente no tuvo impacto en los tipos de interés que paga por su deuda, que en lugar de subir, han bajado a niveles históricos.

En opinión de Jean-François Robin, estratega de Natixis, aunque el mercado de la deuda europeo ha recobrado cierta calma en las últimas semanas del año, se anuncian altas tensiones

“El problema va a resurgir si vuelven a subir los tipos de interés cuando algunos Estados traten de regresar al mercado”, subraya.

La emisión de deuda se concentra generalmente en los primeros meses del año.

Estarán particularmente vigiladas las operaciones a largo plazo de Alemania, Francia, Italia y España, cuyo nuevo gobierno acaba de anunciar que el déficit fiscal se situará este año en el 8%, dos puntos porcentuales por encima del objetivo del 6%.

La situación es delicada sobre todo porque las perspectivas de crecimiento para 2012 se han degradado mucho. La recesión en la zona euro, aunque sea breve, parece inexorable.

La austeridad presupuestaria que predican los responsables europeos de cumbre en cumbre podría agravar las cosas.

“La austeridad no logra convencer ya que va a generar una situación económica recesionista que va a dificultar que los Estados logren sus objetivos presupuestarios”, lamenta Frédéric Rollin del banco Pictet.

Otro motivo de tensión para Axel Botte de Natixis, es que los bancos tendrán que reforzar el ratio de fondos propios ‘duros’ (capital y beneficios en reserva con relación a los préstamos concedidos) y que aumentará sus reticencias a invertir en deuda soberana de países considerados de riesgo.

Ahora, la implosión de la zona euro forma parte de las hipótesis que se barajan. Según un estudio del Bank of America Merrill Lynch, 33% de los gerentes de carteras no excluyen que un país tenga que abandonar la Unión Monetaria en 2012.

Ante este escenario preocupante, el único remedio que preconizan los expertos se limita a tres letras: BCE.

“Tiene que intervenir más. Sigue siendo el único actor creíble y el único que dispone de la potencia de fuego necesaria”, estima Botte.

Esta institución se niega por el momento a convertirse en el prestamista de la última oportunidad como se le reclama, pero a cambio, ha abierto ampliamente el grifo del crédito a los bancos al prestarles últimamente más de medio billón de euros en una operación sin precedentes a tres años.