Los trabajadores colombianos ya saben lo que significa todo este plan de gobierno: más guerra y profundización del conflicto social armado bajo la ilusión centenaria de la derrota inminente de la Insurgencia guerrillera, que el general Valencia Tovar (cariñosamente llamado el mono Valencia por la familia Santos) semanalmente re-escribe con terquedad senil desde hace más de 60 años en su columna de El Tiempo. Más neo- liberalismo militarista parasitario de los EEUU, mediante la implementación plena del TLC, que exige necesariamente la adecuación de la Superestructura jurídica con la cascada santanderista de leyes de todo tipo, y que están aprobando en el congreso los para-políticos de la Unidad Nacional. ¿Cuál es la sorpresa?
El país de cucaña y pajaritos de oro, donde se confunde PIB con narco-dólares lavados, y que pinta JM Santos con sus “increíbles” estadísticas sobre desempleo, superación de la corrupción gigantesca, bonanza económica en medio de una insuperable (y hasta ahora no resuelta) crisis Global del capitalismo trasnacional, que les toca vivir diariamente los colombianos ; tiene dos grandes peros que el ruiseñor del régimen Eduardo Posada Carbó, con su habitual “flema inglesa” acaba de señalar en su última columna:
Uno, la peligrosa división entre Uribe y Santos que ha llegado al extremo de los casos del “preso político” Uribito- Arias, y de ternura Restrepo rebautizado ahora por el humor popular con el alias de “Cacique Gaitana”. Y dos, el descarrilamiento definitivo de las locomotoras de la Unidad Nacional por la acción del pueblo trabajador y los estudiantes en las calles y veredas de Colombia. Fíjense que JM Santos ya ni siquiera las menciona, ahora se trata es de crear pajaritos de oro virtuales.
Posada Carbó, inspirándose en un artículo escrito por el ex directivo de la Escuela de Paz de Barcelona, Kristian Herbolzheimer, “ahora miembro de una ONG con base en Londres”, y señalando que “…mientras sobreviva el conflicto armado, esas señales de progreso sí son ilusiones frente a las amenazas de vivir en ciclos perennes de violencia. Tales perspectivas no pueden ser esperanzadoras para nadie…”, propone en consecuencia una re-edición del sempiterno Frente Nacional oligárquico así:
“… La tercera condición es política. Un acuerdo entre los distintos partidos y fuerzas democráticas del país facilitaría la pronta resolución del conflicto. El ambiente de crispación dentro del sistema político es nefasto. Sólo sirve para enviar señales equívocas, dentro y fuera del país. En el campo doméstico, estimula entre los grupos armados ilegales la creencia de que podrían volver a ganar terreno en medio de la polarización; les bastaría aguantar y esperar hasta que se revuelvan más las aguas. En el exterior, perdemos credibilidad y respeto. Un FRENTE UNIDO es la base de toda estrategia estatal efectiva para buscarle fin al conflicto. Importa pues renovar las esperanzas por una paz pronta y duradera. Para el bienestar colectivo, es la mejor forma de despedir el 2011 y darle la bienvenida al año nuevo”. http://www.eltiempo.com/
Algo ha avanzado la oligarquía militarista colombiana: por fin se ha dado cuenta que la guerra fría terminó con el derrumbe irreversible e irrepetible del modelo soviético, pero también empieza a entender que el neo-liberalismo transnacional anglosajón que salió triunfante y se globalizó desarrollando la tecnología robotizada de la Opulencia, hasta límites insostenibles de concentración, lo hace a expensas de prescindir de la fuerza de trabajo humana y por lo tanto se encuentra en estertores, como modelo civilizatorio.
Es decir que la victoria militar contra el Comunismo que viene buscando desesperadamente desde hace más de 60 años el general Valencia Tovar y sus patrocinadores, resulta inútil frente a la persistencia indefinida del conflicto y de fuerzas sociales que buscan la paz para seguir luchando por el objetivo Comunista de erradicar la explotación del hombre por el hombre: ha entendido (por fin) que la crisis colombiana (con su conflicto armado) forma parte estructural de la crisis Global del capitalismo trasnacional y, que su solución ya no es una pregunta sino una respuesta. Por eso ahora los teólogos neoliberales hablan de “cómo finalizar el conflicto armado colombiano”.
En este escenario tan “simple”, la comandancia de las FARC ha comunicado que liberará a los restantes tres militares capturados en combate que el comandante Alfonso Cano había prometido liberar como un gesto de paz, lo que posiblemente le costó la vida, y una vez más, como respuesta, el presidente JM Santos vuelve a “exigir la liberación inmediata y sin condiciones de todos los secuestrados por la guerrilla y, muestras reales de querer la paz”.
¿Por qué el presidente Santos insiste en atravesar palos a las ruedas de unos posibles diálogos de paz con la Insurgencia guerrillera, recurriendo a la demagogia?
Primero: diciendo de dientes para afuera que acepta el DIH y el conflicto armado interno, que presupone “bilateralidad”, pero negándolo en los hechos, por ejemplo confundiendo “capturados en combate” claramente definidos en los protocolos de Ginebra, con SECUESTRADOS y además, ”exigiendo la liberación unilateral e inmediata de todos”, mientras oculta ante el mundo la monstruosa realidad de la otra parte; que en las mazmorras del régimen colombiano (y a causa de ese conflicto) están pudriéndose 7.500 presos políticos acusados de REBELIÓN , incluido el periodista Joaquín Pérez Becerra director de Anncol, y, sin mentar los 3 prisioneros políticos que se encuentran en cárceles de alta seguridad de los EEUU, que sus asesores de la CIA le exigen ocultar.
Segundo: haciendo aprobar un paquete enorme de leyes de todo tipo con el fin de construir un escenario santanderista para “la guerra prolongada”. Por ejemplo, la ley de legalización del despojo paramilitar de tierras, la ley de desmovilizaciones (léase indultos a los paramilitares del ejército anticomunista) de Roy Barreras, la reforma a la justicia, el Fuero Militar, los aumentos de penas para los rebeldes, y la aprobación de la absurda ley política de que las Farc deben liberar a los secuestrados antes de iniciar cualquier diálogo de paz.
Tercero: porque como la experiencia ha enseñado, el ejército colombiano asistido por el US Army, y la CIA, dispone de localizadores por satélite en tiempo real. Y al mover los capturados retenidos para su liberación son inmediatamente localizados, como pasó con los últimos 4 militares que iban a ser liberados por el Comandante Alfonso Cano y que le costaron a él la vida.
Al ser localizados los prisioneros, la orden militar es única, ¡La constitución colombiana ordena liberarlos! Con lo cual pueden suceder dos cosas que en todo momento van en contra de una de las partes: puede suceder que los militares hechos prisioneros y retenidos mueran en el intento de liberación militar, como sucedió con los pasados 4 militares muertos en el intento de rescate. O también puede suceder, que por un golpe de suerte, sean liberados con vida. En ambos casos, la maquinaria mediática “achacará” la muerte de los militares retenidos a las Farc, como un “crimen de guerra” (para eso sí se acepta el DIH), pero si son liberados con vida, se debió a la victoria militar contra las Farc que está a tiro de as: con sello pierde Ud. y con cara gano yo. ¡Por favor Señores, menos póker sangriento y más política!!
Sería mejor y más productivo que el presidente Santos y sus asesores extranjeros, antes de seguir poniendo “inamovibles e insuperables“ y construyendo ilusiones mediáticas sobre la consolidación de la Seguridad con golpes terribles a los terroristas, rápidamente asimilados, volviera n a leer el artículo serio que ha pasado inadvertido, “¿Cómo terminar nuestra guerra?” escrito por Rafael Antonio Ballén Molina en la revista Semana (19-12-2011), al que se le ha echado tierra porque, posiblemente, es el único en plantear las cosas con objetividad y bilateralidad y porque, inocultablemente coincide con lo que he venido sosteniendo desde hace 11 años.
Dice así el profesor Ballén Molina: “…Siendo consecuentes con esa sangrienta realidad, el Estado y la insurgencia armada debían ordenar el cese inmediato al fuego y comenzar una negociación de paz. Sin embargo, antes de iniciar conversaciones con la insurgencia, quienes representan los distintos intereses del establecimiento deben ponerse de acuerdo en qué van a negociar con la guerrilla. En relación con los temas de negociación, debe partirse de la “Agenda Común” acordada entre Pastrana-Farc, porque los puntos contenidos en ese acuerdo, son los que se debatieron durante veinte años de procesos de paz (1982-2002). En cuanto al procedimiento de la negociación debe haber cese bilateral del fuego, participación del Ejército en los diálogos, acompañamiento de la comunidad internacional y concluir con una asamblea constituyente que protocolice los acuerdos alcanzados en la mesa de negociación.
De manera simultánea con las conversaciones de paz debe iniciarse un tratamiento de psiquiatría colectiva, para extirpar de la sociedad esa patología de guerra que se ha incubado durante medio siglo y que ahora ha llegado a su clímax: hoy hablar de paz es un delito. El tratamiento de psiquiatría social debe comenzar por el uso del lenguaje, dándole al contendiente la denominación de ser humano y arrancando del alma colectiva todas aquellas pasiones que genera la guerra: odio, venganza, humillación, vendetta, exclusión, adicción, hipocresía, perfidia y falsedad”. http://www.semana.com/