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Mientras toda la atención de políticos, reguladores e inversores se centra en la crisis de deuda de Europa, la unión podría tropezar con otra piedra, esta vez en el sector bancario.

El sexto sentido de S&P

Las primeras en sonar la alarma fueron las calificadoras internacionales, particularmente la agencia S&P que ha puesto en marcha un proceso de revisión de una serie de bancos de Austria, España, Luxemburgo, Países Bajos y Bélgica. Entre las entidades figuran gigantes financieros como el austriaco Raiffeisen Bank International, el segundo banco de Europa East Group Bank y el grupo franco-belga Dexia, en los últimos tiempos famoso por sus problemas financieros relacionados con la crisis de deuda en la eurozona.

Además, la agencia colocó en su alarmante lista a otros 15 bancos de España, entre ellos Santander y Banco Bilbao Vizcaya Argentaria.

Anteriormente Standard & Poor’s también puso a revisión a los mayores representantes del sector bancario de la zona euro tales como Deutsche Bank, Societe Generale, BNP Paribas, BPCE, Natixis, Credit Agricole, Commerzbank, Rabobank, Intesa Sanpaolo y Unicredit.

El error fatal

Estas acciones fueron provocadas por la falta de capital de los bancos en Europa, que a su vez se debió al acuerdo de los países de la eurozona sobre el nivel estándar de los recursos requeridos (Basilea III) para garantizar la fiabilidad del sistema bancario global.

A finales del 2009, muchos grandes bancos no se adecuaban a estas normativas y los expertos advertían sobre posibles problemas no solo para el sistema bancario sino para la economía en general.

Teóricamente la introducción de la nueva norma debería hacer al sistema bancario mundial más estable. Pero no se tuvo en cuenta que en las normas rígidas del periodo postcrisis no proporcionarán espacio para una maniobra económica.

Los bancos tendrán que aumentar el nivel de capital y crédito, que obviamente serán menores que los niveles actuales. Y como las pequeñas y medianas empresas necesitan muchos fondos en medio de una falta de acceso a recursos de crédito, este sector será el más afectado sin olvidar que la mayor parte de los trabajos se concentran en este segmento.

Sin luz al final del túnel

En este escenario, la tasa de desempleo será extremadamente alta, lo que pondrá más obstáculos a las perspectivas de recuperación económica.

Actualmente los mercados mundiales se ven sacudidos por la noticia de que los bancos europeos necesitan grandes sumas de dinero para la ampliación de capital (los bancos tienen que aumentar su capital en 114,700 millones de euros para junio del 2012). Esto obligará a los bancos a “seguir la dieta”, deshacerse de activos, cancelar proyectos y la concesión de créditos.

Frente a la reducción de los ingresos y la incapacidad para utilizar los mercados de capitales para llevar a cabo una emisión de acciones, los bancos tendrán que buscar ayuda de los gobiernos. Alrededor del 70% de los requerimientos de capital necesarios para los acreedores recae en España, Grecia, Italia y Portugal.

El círculo económico vicioso

«Si los países del sur de Europa invierten dinero en bancos, su deuda pública aumentará, lo que agravará sus problemas. En este caso, las pérdidas bancarias se incrementarán… Es un círculo vicioso. En esta etapa es difícil de entender que se debería estabilizar en primer lugar – los mercados de deuda o el sector bancario», dijo Karel Lannoo, director ejecutivo del Centro de Estudios Políticos Europeos de Bruselas.

Ahora la escasez más grave de capital está en los bancos de España e Italia, que necesitan fondos adicionales y urgentemente cierran o venden sus unidades en el exterior, ya que en condiciones de recursos limitados tienen que concentrarse en sus mercados nacionales.

La situación puede incluso generar histeria, como por ejemplo ocurrió hace poco con los residentes de Letonia, que masivamente retiraron sus fondos de los bancos suecos. La razón de esto fueron los rumores sobre los problemas de las instituciones financieras.

Según los expertos, tarde o temprano los reguladores se verán obligados a revisar el reglamento financiero o a nacionalizar los bancos.

La decisión dependerá de cuál se considere el ‘mal menor’: la caída de varios bancos importantes, o la renuncia a crear un sistema financiero sólido.