El mismo Zelaya, en entrevista exclusiva a PANORAMA, confesó no albergar “ninguna esperanza” ante la mesa de negociación que Insulza dejó instalada en Tegucigalpa (compuesta por tres representantes de Roberto Micheletti y tres de Zelaya) y que busca poner fin al conflicto iniciado el 28 de junio.
La eficacia de la OEA en el caso ha sido cuestiona por muchos, pues hasta ahora se observa débil para resolver la crisis. Aunque cabe destacar que condenó de inmediato el derrocamiento de Zelaya y no ha dejado de mostrar interés por la situación. Michael Shifter, del Inter-American Dialogue en Washington, declaró que “su condena al golpe fue positiva, porque la OEA había guardado silencio ante muchas otras situaciones”.
A juicio del sociólogo y politólogo, Leoncio Pinto, desde el punto de vista de la política internacional los organismos poco pueden hacer. Sólo sirven de puente, de mediadores.
“No se podía tener demasiadas expectativas . Esta instancia juega un papel de segundo orden. La responsabilidad principal está en las manos de los actores políticos en conflicto, Micheletti y su grupo, y Zelaya. Ambos no están dispuestos a negociar ciertos puntos”.
Micheletti busca acordar una amnistía para todos los involucrados en el golpe y la realización de elecciones (el 29 de noviembre) cuyo ganador sea reconocido. En cambio, Zelaya busca volver, “revertir el golpe de Estado para darle una lección a los que intentan utilizar este procedimiento como salida política”.
Para el analista Miguel Tinker-Salas, catedrático de la Universidad Norteamericana de Pomona, la OEA dejó de tener el poder que una vez tuvo. “Ahora está en un momento de transición. El organismo se encuentra ante un debate interminable en el que el único punto de consenso es el acuerdo de San José, pero los golpistas no están dispuestos a aceptarlo. Lo único que la OEA puede hacer es seguir aislando al país”.
Tinker-Salas agregó: “Lo que el Gobierno de facto ha hecho es tomar ventaja de este proceso de transición para consolidarse a la vista pública de todos los sectores internacionales, burlándose de todos, porque todavía EE UU no tiene la voluntad política de declarar las acciones en Honduras como un golpe y de aislar a los golpistas. El mismo Obama (Barack) tiene un doble discurso, dice que se trata de un golpe y su Departamento de Estado se niega a declararlo como tal, lo llaman acciones ilegales”.
Después de los Estados Americanos , los demás organismos internacionales poco pueden hacer. “La Unasur no contempla una acción militar y pensar que la Organización de Naciones Unidas vaya a envir ‘cascos azules’ a Honduras sería un desastre”, señaló Tinker-Salas.
Por ahora, la vía del diálogo parece la más idónea, aunque para muchos analistas sentarse a conversar con los golpistas significa darle crédito al gobierno de facto.
Sobre la acción del grupo, José Vicente Carrasquero, profesor de ciencias políticas de la Universidad Simón Bolívar, considera que la intervención del organismo no puede catalogarse como un fracaso. “Ha habido avances. La comisión se sentó a dialogar con Micheletti, eso hace que los voceros de la OEA se muestren optimistas. Lo que ocurre es que esas cosas tienden a ser bastante lentas, pero hay iniciativa”.
De la negociación, los analistas vislumbran que Zelaya pueda regresar, pero su vuelta sería “simbólica” por no contar con el apoyo de los poderes públicos ni del Ejército, y Honduras se encuentra a las puertas de un proceso electoral.
“Cinco días antes de las elecciones Zelaya pudiera volver a la presidencia, pero en los comicios las ventajas las tendría el candidato del Gobierno de facto. A menos que ‘Mel’ apoye a un candidato adversario al de Micheletti”, opinó Pinto.
La vuelta o no de Zelaya dependerá de las conversaciones ya entabladas entre las partes, el mismo presidente depuesto reconoció que es poco lo que la comunidad internacional puede hacer. “La debilidad de los organismos multilaterales está siendo cuestionada y desafiada por el régimen de facto”, afirmó el viernes.