BBC Mundo
China ha firmado acuerdos similares con Corea del Sur, Malasia, Bielorusia e Indonesia mientras que Argentina lo ha hecho con Brasil.
La semana pasada el presidente del Banco Central chino, Zhou Xiaochuan, sorprendió a muchos al señalar que la crisis actual exigía la creación de una nueva moneda mundial que sustituya al dólar.
En declaraciones a la BBC, el presidente de Rusia Dmitry Medvedev indicó que la cumbre del G-20 esta semana debía tratar este tema.
Una pregunta impensable hasta hace unos meses comienza a formar parte del debate disparado por la crisis económica mundial: ¿estamos ante el principio del fin del dólar como moneda internacional?
¿Un rey desnudo?
El reinado del dólar, incuestionable desde la posguerra, está bajo la lupa como nunca antes.
Se estima que el déficit fiscal estadounidense será de un 12% del PIB este año en el marco de una deuda pública de millones de millones de dólares que crece minuto a minuto.
La historia en este sentido es clara.
La moneda internacional del siglo XVIII, XIX y principios del XX -la libra esterlina- se derrumbó debido al déficit acumulado por el imperio británico durante la primera y segunda guerra mundial y el ascenso incontenible de la nueva potencia global: Estados Unidos.
Un panel de especialistas de la ONU, encabezados por el premio Nobel de economía Joseph Stiglitz dio a conocer un informe la semana pasada en la que coincidía con China en que una nueva moneda de reserva ayudaría a estabilizar el sistema financiero.
Según Stiglitz, a nivel técnico esta moneda podría empezar a funcionar en los próximos meses.
Pero el problema no es técnico: es político y práctico.
El poder del dólar
Según el Fondo Monetario Internacional un 65% de las monedas en circulación a nivel planetario son dólares.
Mark Williams, economista de Capital Economics, estima que el dólar tiene tal preponderancia en los mercados financieros estadounidenses que será difícil sustituirlo.
Es obvio que el actual sistema monetario no ha servido para lidiar con los retos del presente
Dmitry Medvedev, presidente ruso
En este sentido hay una inercia que inclina al sistema global hacia el dólar.
A esto se agrega que un cambio de moneda internacional añadiría una inestabilidad impensable a un sistema que a duras penas se mantiene en pie.
En el terreno político, Estados Unidos no va a aceptar la pérdida de señoreaje que le permite emitir la moneda internacional y tener una considerable influencia planetaria y prestigio vinculados a este poder.
Así y todo, las primeras señales son claras.
China es el país que tiene más reservas en dólares de todo el mundo.
Su voz tiene cada vez más peso a nivel internacional.
Con acuerdos como el realizado con Argentina -el primero con un país latinoamericano- está empezando a usar este poder más allá de Asia, su zona natural de influencia.
¿Será posible que en algún momento estos yuanes a disposición del gobierno argentino se conviertan en moneda internacional que sirva para pagar a otros países?
En el medio de una crisis mundial de incierta duración nada se puede descartar.