Los tiempos son otros, Mister Danger; aunque el número siga siendo dos. Hoy, las 33 naciones de AL y el Caribe estuvieron representadas. Todos los países de América menos dos. ¡Dos sillas menos! ¡Dos invitados menos! Y no por descuido o por falta de memoria, sino por exceso de memoria. Ese sólo hecho dice más que toda la Declaración de Caracas. Es el mensaje que están escuchando nuestros pueblos y sobre el cual debemos insistir. Y por el cual han venido luchando con sus formas de expresión que le son propias. ¡Los pueblos no quieren compañeros de continente que han sido, y son, soberbios, groseros e irrespetuosos, y han saqueados nuestras casas! Nada de eso está escrito en la Declaración de Caracas… y tampoco importa.
Las cumbres hay que leerlas entrelíneas. Se tocaron temas distintos. Como el tema de los “poderes fácticos”. Esos poderes no legítimos, ni legitimados que se ejercen por la fuerza o la imposición; es decir “de facto” o “de hecho” y no por derecho adquirido legalmente o por la voluntad de los pueblos. Es el caso de la llamada “prensa libre e independiente”, al igual que el “narcotráfico”, sostenido por el elevado nivel de consumo en los Estados Unidos. El Presidente de Ecuador, Rafael Correa, rompió el protocolo, como debe ser en estos tiempos de irreverencia necesaria, y presentó dos videos que bien pudieran referirse a los medios de Venezuela, Bolivia o cualesquiera de nuestros países, si nos remitimos a lo expresado por los Presidentes Porfirio Lobo o Ricardo Martinelli. Correa fue preciso: “la información como negocio”, “la libertad de expresión como expresión única de los dueños de los medios”, “la contradicción ética de monopolios privados controlando un bien público” y, citando a Ignacio Ramonet, “los medios como perro guardián del status quo”. Realidades sobre las cuales hay que volver una y otra vez.
Otro tema, que tampoco se desprende de la Declaración de Caracas, es “el poder disuasivo de andar juntos” que expresara el Presidente de Uruguay “Pepe” Mujica. Y la advertencia necesaria: “más hay que hacer en la agitación de la conciencia de los pueblos”. Más, cada vez más… Esa conciencia, sobre la cual ya hemos logrado grandes avances, es necesario extenderla a sectores más amplios del pueblo y asentarla como “creencias activas”. ¡Dos sigue siendo el número, Mister Danger, pero ahora al revés!
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