La principal acción de protesta que impide circular al polémico transporte se encuentra unos pocos kilómetros más adelante, en Hitzacker, donde cuatro personas (tres hombres y una mujer) se encadenaron a las vías mediante un complejo mecanismo de una tonelada de hormigón y un metro de alto.
La policía llevan horas intentando sacar a estos activistas empleando herramientas pesadas y, en un descuido, a su alrededor han permitido que se organice la enésima “sentada” de ecologistas sobre los raíles, desde donde centenares de personas animan a los encadenados y corean canciones y mensajes antinucleares.
Esta acción siguió a la gran “sentada” de Harlingen, un pueblo también en los alrededores de Gorleben, y a la acción del colectivo ecologista internacional Greenpeace, habitual en estas protestas.
En la primera, en torno a 2.500 personas permanecieron durante la madrugada recostados sobre las vías hasta que las fuerzas de seguridad lograron, trasladándolos uno a uno y en volandas, despejar los raíles totalmente.
Por su parte, Greenpeace encadenó a las vías a última hora de la tarde del sábado a un grupo de activistas a los que la policía tardó más de seis horas en liberar.
Así, los antinucleares han logrado casi paralizar por entero la marcha del tren desde que el transporte alcanzó la estación de carga de Maschen este sábado.
Desde el pasado jueves, un día antes de que partiera de la planta de tratamiento de residuos de La Hague (Francia) este tren, las manifestaciones, las acciones de protesta y los enfrentamientos entre activistas y policías han sido frecuentes en las localidades próximas al cementerio nuclear alemán.
La policía, que ha movilizado a 20.000 efectivos, ha señalado que sus agentes han sido atacados con cócteles molotov, bengalas y piedras, mientras que los activistas y los medios de comunicación han destacado el abundante uso de cañones de agua, pelotas de goma y gases lacrimógenos por parte de la policía.
La policía alemana ha aplicado este año una estrategia de “tolerancia cero” frente a los activistas, en contraste con la táctica de anteriores años de “rebajar” la tensión, según medios alemanes.
No obstante, tras los repetidos enfrentamientos entre agentes y activistas durante las jornadas del viernes y el sábado, la tensión y la violencia se redujeron sensiblemente este domingo, cuando predominaron las acciones pacíficas.
Aunque oficialmente se apuntó al domingo, aún se desconoce cuándo llegará el controvertido transporte a Dannenberg, última parada del trayecto en tren, donde los contenedores “castor” serán reubicados en camiones para recorrer los últimos kilómetros por carretera hasta Gorleben.
No obstante, las condiciones climatológicas adversas podrían dificultar la descarga -en el caso de que los “castor” lleguen a Dannenberg- ya que los fuertes vientos podrían desaconsejar la delicada maniobra de trasvase.
Desde hace años, los transportes de desechos radiactivos alemanes que regresan al país tras ser tratados en Francia generan fuertes protestas del colectivo antinuclear germano, con recurrentes cortes de las vías en su trayecto al depósito de Gorleben.
Tras las multitudinarias concentraciones del año pasado, las más concurridas en décadas, las protestas de 2011 son las primeras después de la aprobación del “apagón” nuclear de la canciller federal, Angela Merkel, bajo el impacto de la catástrofe de la central atómica japonesa de Fukushima.