Humberto Campodónico
La ahora inevitable nacionalización de Fannie Mae y Freddie Mac es el cambio de régimen más radical de las últimas décadas en temas financieros y económicos globales. EEUU, que apoyó agresivamente la política de privatización de las empresas estatales, ahora abandona la política de los beneficios del mercado y la libre empresa.
Acaba de llevar a cabo la nacionalización más grande de la historia de la humanidad: ha aumentado los activos del Estado en US$ 6 billones (trillones en inglés), así como sus obligaciones de deuda pública en otros US$ 6 billones.
Ahora, los camaradas George Bush, Henry Paulson (Secretario del Tesoro de EEUU) y Ben Bernanke (Jefe del Banco Central, Fed) han hecho que EEUU se convierta en la República del Estado Socialista Unido de América (URSSA, en inglés). El socialismo está vivo y coleando en América. Pero este es el socialismo para los ricos, los «bien conectados» y los de Wall Street. Un socialismo donde se privatizan las ganancias y donde los contribuyentes norteamericanos pagan la factura de US$ 300,000 millones, que es lo que cuesta nacionalizar a Fannie y Freddie.
Estos párrafos provienen del blog de Nouriel Roubini (1), economista de la Universidad de Nueva York, que anticipó hace más de 2 años la actual crisis (ha sido citado muchas veces en esta columna). Hace poco, el New York Times le dedicó una larga entrevista titulada Dr. Doom (algo así como «agorero del apocalipsis») pues su análisis era un pronóstico del desastre que ahora vivimos, pero que pocos economistas querían ver.
Como se sabe, Fannie Mae y Freddie Mac son los dos gigantes del mercado hipotecario de EEUU, que han quebrado debido a los bonos basura «subprime» y que han sido nacionalizados por el gobierno, pagando las enormes sumas detalladas más arriba.
Dice Roubini que este salvataje «proviene del gobierno pro-mercado más fanático e ideológico de la historia: fueron tan fanáticos que no se dieron cuenta de que los mercados financieros –como todos los demás– son como una jungla de avaricia que no tiene miedo a las pérdidas ni al castigo».
Roubini alude, de un lado, a los enormes márgenes financieros de los «bonos basura» con respecto a los bonos del Tesoro y, de otro, a que no hay riesgo (castigo) para los grandes inversionistas porque, al final, siempre son salvados por el Estado, con la plata de los contribuyentes. Agrega Roubini: «Por eso, para que no haya burbujas crediticias ni de activos inmobiliarios que llevan a las quiebras y al pánico, tiene que haber reglas claras, así como una buena supervisión y regulación».
Dice Roubini que eso es lo que no hubo, «pues estos hipócritas moralistas, que alaban los valores familiares y pretenden ser más santos que uno, frecuentemente se descubre que son pervertidos; de la misma manera, así como alaban el capitalismo salvaje y no creen en la regulación y la supervisión, ahora nos han llevado a la peor crisis financiera desde la Gran Depresión de 1929, todo en beneficio de los ricos y bien conectados».
Se aprecia claramente que crece la indignación ciudadana: «Es cierto que los fanáticos celosos de cualquier religión causan el terror y la destrucción con su mesianismo inflexible, pero normalmente no administran la economía más grande del mundo. Son estos liberales de la «economía vudú» los que han causado la crisis. Por eso, deben ser avergonzados ante el público por su hipocresía y fanatismo, que ha causado tanto daño económico y financiero».
La cuestión final es: ¿qué impacto tendrá esta crisis financiera –que cada día amenaza más convertirse en una crisis sistémica; ayer otro banco de inversión, Lehman Brothers, perdió el 45% de su capital– en el resultado de las elecciones presidenciales de noviembre? ¿Y en la situación económica del mundo entero, sobre todo en el precio de los metales, qué tanto afecta al Perú?
Ahora, los camaradas George Bush, Henry Paulson (Secretario del Tesoro de EEUU) y Ben Bernanke (Jefe del Banco Central, Fed) han hecho que EEUU se convierta en la República del Estado Socialista Unido de América (URSSA, en inglés). El socialismo está vivo y coleando en América. Pero este es el socialismo para los ricos, los «bien conectados» y los de Wall Street. Un socialismo donde se privatizan las ganancias y donde los contribuyentes norteamericanos pagan la factura de US$ 300,000 millones, que es lo que cuesta nacionalizar a Fannie y Freddie.
Estos párrafos provienen del blog de Nouriel Roubini (1), economista de la Universidad de Nueva York, que anticipó hace más de 2 años la actual crisis (ha sido citado muchas veces en esta columna). Hace poco, el New York Times le dedicó una larga entrevista titulada Dr. Doom (algo así como «agorero del apocalipsis») pues su análisis era un pronóstico del desastre que ahora vivimos, pero que pocos economistas querían ver.
Como se sabe, Fannie Mae y Freddie Mac son los dos gigantes del mercado hipotecario de EEUU, que han quebrado debido a los bonos basura «subprime» y que han sido nacionalizados por el gobierno, pagando las enormes sumas detalladas más arriba.
Dice Roubini que este salvataje «proviene del gobierno pro-mercado más fanático e ideológico de la historia: fueron tan fanáticos que no se dieron cuenta de que los mercados financieros –como todos los demás– son como una jungla de avaricia que no tiene miedo a las pérdidas ni al castigo».
Roubini alude, de un lado, a los enormes márgenes financieros de los «bonos basura» con respecto a los bonos del Tesoro y, de otro, a que no hay riesgo (castigo) para los grandes inversionistas porque, al final, siempre son salvados por el Estado, con la plata de los contribuyentes. Agrega Roubini: «Por eso, para que no haya burbujas crediticias ni de activos inmobiliarios que llevan a las quiebras y al pánico, tiene que haber reglas claras, así como una buena supervisión y regulación».
Dice Roubini que eso es lo que no hubo, «pues estos hipócritas moralistas, que alaban los valores familiares y pretenden ser más santos que uno, frecuentemente se descubre que son pervertidos; de la misma manera, así como alaban el capitalismo salvaje y no creen en la regulación y la supervisión, ahora nos han llevado a la peor crisis financiera desde la Gran Depresión de 1929, todo en beneficio de los ricos y bien conectados».
Se aprecia claramente que crece la indignación ciudadana: «Es cierto que los fanáticos celosos de cualquier religión causan el terror y la destrucción con su mesianismo inflexible, pero normalmente no administran la economía más grande del mundo. Son estos liberales de la «economía vudú» los que han causado la crisis. Por eso, deben ser avergonzados ante el público por su hipocresía y fanatismo, que ha causado tanto daño económico y financiero».
La cuestión final es: ¿qué impacto tendrá esta crisis financiera –que cada día amenaza más convertirse en una crisis sistémica; ayer otro banco de inversión, Lehman Brothers, perdió el 45% de su capital– en el resultado de las elecciones presidenciales de noviembre? ¿Y en la situación económica del mundo entero, sobre todo en el precio de los metales, qué tanto afecta al Perú?