AVN

El gobierno de Gran Bretaña continúa con su política de asedio contra Siria, en este caso al reunirse con miembros de la oposición que se encuentran en el extranjero.

El encargado del encuentro fue el canciller británico, William Hague, que afirmó que su país intensificará la presión sobre el gobierno del presidente Bashar Al Assad y trabajará de forma conjunta con la Liga Árabe (LA), bloque regional que busca suspender a Damasco.

El ministro se reunió con miembros del Consejo Nacional Sirio (CNS) y del Comité de Coordinación para un Cambio Democrático (CCCD), reseñó la agencia Efe.

Luego del encuentro, Hague expresó que Al Assad debe dejar el poder , «ha perdido toda legitimidad».

Junto a Estados Unidos y Francia, Gran Bretaña encabezan los ataques contra Damasco, argumentado que el Ejecutivo viola los derechos humanos, por lo cual vienen aplicando una serie de sanciones contra el país árabe.

De esta misma forma, las tres naciones se posicionaron contra Libia, donde lograron aprobar en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas una intervención militar extranjera, que terminó con el derrocamiento del gobierno y el asesinato del líder libio Muammar Al Gaddafi.

«El resto del mundo está dialogando con la oposición» para conseguir un «futuro libre y democrático para Siria» porque el gobierno de Al Assad tiene un «comportamiento inaceptable», justificó Hague.

El canciller británico alertó que su administración buscará que sus socios apliquen sanciones más duras contra Damasco.

Hugue llamó a los opositores sirios a dejar de lado sus diferencias y formar un frente unido contra el gobierno de Al Assad.

Si esto se logra, el ministro británico aseguró que Londres reconocerá a los opositores como fuerza legítima.

Mientras tanto, en Siria continúa el diálogo nacional convocado por Al Assad y del que participan diferentes grupos de oposición que rechazan las acciones violentas de grupos calificados por el Ejecutivo como terroristas.

Días atrás, medios del mundo árabe denunciaron que países como Turquía, Qatar y Arabia Saudita entrenan en sus terriotorios a mercenarios que luego ingresan a Siria para infiltrarse, generar desmanes y entregar armamento a los opositores.