“Los capitalistas reparten el mundo, no como consecuencia de su particular perversidad, sino porque el grado de concentración a que se ha llegado les obliga a seguir este camino para obtener beneficios” (V.I.Lenin)

 

Edgar Rubio Marcano


Peter Aspen, como tantos estadounidenses que han visto cómo les embargan sus viviendas y se quedan sin empleo, aún conserva la esperanza de que “superada la crisis”, todo volverá a la normalidad.  En ese sofisma inventado por los defensores de las maquinarias financieras de que el capitalismo siempre se salva, reposa el sueño de su propia salvación.   Los economistas y demás teóricos del neoliberalismo intentan explicar que todo es culpa de la perversidad de unos cuantos malvados de Wall Street, quienes habrían hecho mucho daño al sistema con la manipulación especulativa de hipotecas y créditos, escondiendo el problema estructural de la crisis del capitalismo y enmascarando su origen verdadero: la economía real.  Bajo esa farsa pretenden vender la idea de un capitalismo perfeccionable. ¿Cuál sería ese capitalismo? Uno donde exista un verdadero control de los mercados,  y en el que se ponga un freno a la avaricia de ciertos malintencionados señores, para que todos puedan disfrutar de las riquezas del planeta.  De este modo, pretenden hacernos creer en un capitalism in love, de un capitalismo que ama a la gente.

Para tales fines,  aceita y moderniza su aparato ideológico.  Pretende hacernos pensar (y lo logran en gran medida), en el tema de la superpoblación, la vida en otros planetas y el matrimonio entre homosexuales como los grandes problemas del mundo actual que debemos debatir en las aulas, en la calle, en las oficinas y en  los hogares. Y, para ir superando las calamidades de la crisis,  el capitalismo satura las mentes  de la clase trabajadora y de los ciudadanos del mundo con el entertainment que corre velozmente por los canales de televisión y la internet. “Dont´t worry, men. Be happy”.

La realidad es otra: miles y miles de personas se quedan sin empleo y sin vivienda; una de cada cinco personas en el mundo vive con menos de  1,25$ al día; un grupo de menos de mil millonarios tiene en su haber posesiones   por encima del ingreso del  40% de la población mundial; 850 millones viven en condición de subnutrición, y 30 millones mueren cada año de hambre.  ¿Capitalismo perfeccionable? ¿Capitalism in love?

No es sólo la tendencia a la cada vez mayor precarización de las condiciones laborales de la clase trabajadora, y a la cada vez más extrema desigualdad de la distribución de las riquezas entre la población del planeta lo que caracteriza al mundo actual. Es, también, una  sofisticada militarización de las potencias imperialistas,  nunca antes vista en la historia de la humanidad, en la cruzada por el reparto del mundo.  Tal cruzada tiene también su máscara propagandística en una bien maquillada  “lucha contra el terrorismo”, que en realidad tiene prevista prolongarse, sin duda,  hasta que no quede un rincón de la tierra con recursos energéticos y reservas naturales en manos del imperialismo. Esto tampoco tiene su causa en mentes trastornadas o poseídas. Es producto de la naturaleza del sistema capitalista y de sus contradicciones.

Hace unos veinte años,  ideólogos  como Francis Fukuyama y Alan Greenspan, sentenciaron el fin de la historia y la perpetuidad del capitalismo como único modo de producción.  Se basaron en el derrumbe del campo socialista y en la afirmación de que las crisis cíclicas tenderían a desparecer. Llamaron al sepelio, pues, de la ciencia marxista.  Los actuales acontecimientos, sin embargo, nos dicen lo contrario: el marxismo está más vigente que nunca.

Y con el marxismo, cobran fuerza en todo el mundo los movimientos progresistas, democráticos y populares. A pesar de la constante propaganda anticomunista, también se ha fortalecido el movimiento comunista internacional, su articulación y presencia en diversas partes del orbe.

Esto demuestra que la clase  trabajadora y los pueblos del mundo, que sufren en carne propia la explotación y la agresión del capitalismo en su fase imperialista, no caen ni caerán en sus trampas ideológicas, por muy sofisticadas que éstas sean.

Por eso es que a la elaborada frase de la burguesía financiera estadounidense, capitalism in love, la gente de a pie responde  con la simple consigna: “¡¡Capitalism is not good!!”

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