Quien, por lo menos, no sospeche que han sido obras del sionismo estas guerras que se han perpetrado desde el 2,001, incluyendo la masacre del 11 de Septiembre, tiene cierta confusión sobre lo que ha sucedido en el mundo en estos diez años.
El sionismo ha contado, para ello, con la ayuda absoluta del Imperio, por eso se le llama Imperio yanki-sionista, aunque se le pudiera llamar también Imperio yanki-euro-sionista por la participación de varios gobiernos capitalistas europeos en la matanza multinacional en la que han sido asesinados más de un millón y medio de seres humanos, en su gran mayoría civiles inocentes, no para defender al Imperio ni a las plutocracias europeas, sino para eliminar a los enemigos del sionismo.
Esos graves conflictos han sido peleados por los patriotas, que han defendido la integridad de sus países, y los soldados del Imperio y sus cómplices que son los que han tenido que matar y morir, mientras los astutos jefes sionistas se han mantenido lejos del peligro, en la sombra, como el vampiro en su cueva.
Es, precisamente, el hecho de que los aviones, tanques y soldados israelíes no hayan participado en ninguno de los conflictos bélicos de la última década lo que prueba la culpabilidad solapada del sionismo.
El Imperio quiere que creamos que las armas sionistas no han participado en esas guerras para no provocar la reacción de los gobernantes del mundo árabe y musulmán, incluyendo los de Arabia Saudita y varios países del Oriente Medio, algunos de los cuales son creaciones artificiales, como Kuwait, que fue durante diez mil años territorio mesopotámico y luego iraquí y le fue arrancado a Irak por la acción traidora de una familia de renegados, ascendientes de los actuales emires kuwaitíes, que tenía el apoyo del Imperio Británico, entonces el más poderoso del mundo.
No es por lo que dice el Imperio por lo que el sionismo no le da la cara a los grandes crímenes que concibe, sino porque actuando en la sombra puede hacerlo con mayor potencia y efectividad. Su estrategia es causal, no casual.
¿Fue casualidad que de los tres o cuatro mil judíos, todos o casi todos sionistas, que aquel día trabajaban en las torres gemelas de Nueva York murieran sólo 125, como dijo Bush, o 15 como dijeron muchas personas limpias de sangre?
¿Es casualidad que los gobiernos de los países agredidos por el Imperio y sus cómplices –Afganistán, Irak, Pakistán, Libia, y ahora Siria e Irán– hayan sido o sean sólo enemigos del sionismo, no del gobierno de Estados Unidos ni de los gobiernos cómplices de Europa?
El que crea que esos hechos sucedieron por casualidad puede creer también que nuestro planeta da vueltas elípticas alrededor del sol por mera casualidad porque no cree que la gravedad sea una de las cuatro grandes fuerzas físicas que formaron y mantienen al universo, y si se le cae de las manos un vaso de cristal y se rompe en el suelo tal vez crea que es por casualidad.
La verdad monda y lironda es que el sionismo quiso deshacerse de esos enemigos poderosos, y el Imperio y las potencias capitalistas lo complacieron.
2-. ¿La Tierra Prometida?
Analicemos la cuestión judía sin tener en cuenta lo que dice la Santa Biblia sobre el interesante diálogo que en un monte misterioso sostuvieron Moisés y el Ser Supremo que, de lunes en la mañana hasta la tarde del sábado, creó las 100,000.000,000 de galaxias que, al menos, pueblan nuestro querido universo, muchas de ellas, tal vez, como la Galaxia Sombrero, con 800,000.000,000 de estrellas, curiosa conversación en un idioma aún no definido en que el Ser Infinito le prometió al finito Moisés las fértiles tierras a orillas del Jordán.
¿Tienen derecho histórico los sionistas a las tierras que le quitaron a los palestinos que vivían en ellas por más de trece siglos porque ya el pueblo judío había vivido en las mismas hace unos dos mil años?
Si lo tuviesen, entonces las tribus que poblaban América antes del Descubrimiento, desde Baffin a la Patagonia, que habían vivido en este continente por más de veinte milenios, tienen derecho a expulsar y someter y considerar como ciudadanos de tercera clase a los cientos de millones de seres humanos que vivimos en estas tierras y somos descendientes de los europeos, africanos, asiáticos y oceánicos que llegaron a este continente a partir de hace sólo cinco siglos.
Los judíos vivieron en Palestina menos de dos siglos después de la salida de Abrahán de la ciudad mesopotámica de Ur hasta que una larga sequía y una mortal hambruna los obligó a establecerse en el área egipcia de Goshen; y, además, trece o catorce siglos después de su salida de Egipto hasta la destrucción del Segundo Templo de Salomón y la caída de Jerusalén en el año 70 de nuestra era –incluyendo el medio siglo que duró el Cautiverio de Babilonia– y un siglo después, la expulsión definitiva de los judíos de Palestina después de la revuelta de Bar Kokhba.
¿Era el país al que hoy llamamos Israel la tierra original de los judíos? Por supuesto que no. Los cananeos, filisteos y samaritanos habitaban esas tierras varios siglos antes de la llegada de las tribus hebreas. Palestina tuvo una de las civilizaciones más antiguas del mundo. Se cree que la ciudad de Jericó fue fundada hace más de diez mil años y los judíos no llegaron a Palestina por primera vez hasta siete mil años después, por lo que durante todo ese tiempo esas tierras fueron habitadas por muchos pueblos que se asentaron en ellas mucho antes, inclusive, de la llegada de los cananeos y filisteos.
Los sionistas tienen menos derechos históricos a reclamar Palestina del que tienen, por ejemplo, los seminoles en exigir la Florida y los iroqueses, Nueva York.
Si se le quería dar una patria a los judíos para que no siguieran errantes por el mundo, lo cual era razonable, se debieron respetar los derechos de los palestinos sobre su patria y no convertirlos en parias en su propia tierra y en comunidades errantes por el mundo.
El resultado de todo esto es que los sionistas no sólo imperan sobre una tierra que no es suya y ocupan la de otros países, sino que son responsables directos de las más grandes masacres que se han perpetrado en lo que va de este siglo, o sea las guerras de Afganistán, Irak, Pakistán, Libia, ahora Siria y la que pudiera ser la más terrible de todas si a los sionistas se les ocurre bombardear los reactores nucleares de Irán.
El grave problema ahora es que un vocero de la OIEA –Organización Internacional de Energía Atómica– declaró hace cuatro días que Irán ya está en capacidad de producir una bomba nuclear, y el gobierno de Israel ha dicho muchas veces que no lo va a permitir.
En 1981, aviones de guerra de Israel atacaron y destruyeron la base de desarrollo de energía nuclear de Osirak, en Irak, y en el 2007 hicieron lo mismo en la base de Dayr az- Zawr, Siria. Fueron dos crímenes que violaron las leyes en las que se basan las naciones civilizadas y, por supuesto, la Carta de Naciones Unidas.
En ambos casos, las naciones del mundo debieron romper relaciones con ese régimen insolente y agresor, pero no lo hicieron y hasta la Liga Árabe mantuvo una actitud pusilánime, como la que tiene ahora al rechazar al gobierno de Siria cuando enfrenta una insurrección armada entrenada y pagada por el sionismo y el Imperio. La misma actitud cobarde que adoptó con Libia cuando estaba siendo destruida por las naciones más poderosas del mundo, azuzadas por el sionismo del que Gadafi siempre fue enemigo.
A pesar de todos los crímenes perpetrados por el sionismo en Palestina y Líbano –en los que no tuvo que mantenerse en la cueva, pues lo hizo a toda luz–, y en los países que han estado en guerra en los últimos diez años, la solución del problema judío no puede ser la desaparición de Israel, como plantean ciertos grupos musulmanes, algunos de los cuales pertenecen de Al Qaeda, o sea son agentes del Imperio yanki-sionista, y lo hacen para que su falsa amenaza justifique la actitud “defensiva”, o sea en extremo agresora, del sionismo.
Israel tiene hoy 7.8 millones de habitantes, en un 75% judíos, y posee uno de los mayores arsenales nucleares del mundo. Algunas fuentes creen que pueda tener de 100 a 200 bombas nucleares; pero otras afirman que pudiera tener de 200 a 500. Si Israel tuviese sólo 320 bombas atómicas, sería la tercera potencia nuclear del mundo, debajo de Rusia y EU, y por encima de Francia, China, Inglaterra, India, Pakistán y Corea del Norte. Y tiene cohetes que alcanzan los 7,500 kilómetros de distancia, capaces de llegar hasta Irán, India, China, casi toda África, casi toda Rusia y toda Europa.
Debe suponerse que los sionistas usarían ese arsenal si estuviesen en peligro de perder la que ellos creen que es su patria, después de dos mil años de no tener ninguna.
Se cree que la explosión, más o menos simultánea, de unas 200 bombas atómicas de tan sólo medio megatón, 32 veces más potentes que la de Hiroshima, pudiera provocar el Invierno Nuclear, y si la radiación solar no llegase a la superficie terrestre por varios meses, ése sería el fin de la vida vegetal y animal en nuestro planeta.
La desaparición de Israel como Estado significaría, sobre todo, una injusticia hacia millones de buenos israelitas que se oponen a la política criminal de su gobierno, en la misma forma en que decenas y decenas de millones de estadounidenses se oponen a los crímenes del Imperio.
Tiene que haber una solución intermedia basada en que el gobierno sionista deje de intervenir en otras naciones y en que se forme una república palestina con los mismos derechos que hoy tiene Israel. Se debió hacer en 1948, pero varios factores lo evitaron y la culpa principal fue de los sionistas.
3-. El dilema de Siria
El objetivo inmediato del sionismo es derrocar al presidente Bashar al-Assad de Siria y destruir las bases de energía nuclear de Irán. Nadie puede vaticinar cual de estos crímenes será el primero en perpetrarse.
En cuanto a Siria, Jeffrey Feltman, un judío ultrasionista que es el Subsecretario de Estado para el Cercano Oriente del Imperio, dijo hace tres días:
—Assad rule is coming to an end –El mandato de Assad se acerca a su final–.
Por su parte, un alto oficial del gobierno de Jordania que ha sido por muchos años cómplice solapado del sionismo, acaba de hacer una amenaza que es parecida a la que le hizo Hillary Clinton a Gadafi en marzo de este año:
—Assad has two options– dijo el funcionario–. He can either stay in Syria and die in ignominy with his body being dragged through the streets or he can choose salvation and live a quiet life abroad –Assad tiene dos opciones: puede quedarse en Siria y morir en la ignominia con su cuerpo arrastrado por las calles o puede escoger su salvación y vivir una vida tranquila en el extranjero–.
Durante muchos años, la OEA ha sido el ministerio de colonias del Imperio. Ahora es la onU la que se convierte en el ministerio de colonias del Imperio yanki-sionista y sus cómplices europeos. Ban Ki-moon es el sirviente que debe hacer todo lo que le ordenan sus amos y, además, inclinar la cabeza con la mayor sumisión. Jamás Naciones Unidas había tenido un jefe tan cobarde ni tan indigno.
Ahora la prensa capitalista, dominada en gran parte por el sionismo, está informando que una niña de ocho años murió en un enfrentamiento entre las fuerzas del gobierno de Siria y sus enemigos armados y esto es, por supuesto, muy lamentable. Esa prensa bandida insiste, además, que ha habido unos 3,500 muertos desde que comenzaron las “manifestaciones populares”, o sea la insurrección.
Pero ¡¿cuántos millones de niños no ha asesinado el Imperio en Corea, Vietnam, Afganistán, Irak, Pakistán, Libia y las demás guerras en las que ha participado desde el fin de la última guerra mundial?! ¡¿Cuántos miles y miles de niños no ha asesinado el sionismo en Palestina y el Líbano?! Sólo en la invasión a Gaza, en diciembre del 2008, asesinó a más de 400 niños … ¡y los jefes del Imperio y de las potencias capitalistas ni abrieron la boca, entre ellos Obama que era entonces presidente-electo?
Assad no se enfrenta a manifestaciones populares, sino a una insurrección abierta, pagada, entrenada y apoyada por el sionismo y sus aliados. Es el escenario de Libia hace diez meses y el Imperio yanki-sionista y sus lacayos de Europa se aprestan a hacer lo mismo.
Al igual que en Libia formaron un ejército mercenario en Bengazi, ahora lo han hecho en Siria con el nombre de Free Syrian Army –Ejército de Siria Libre–. Está formado, sobre todo, por desertores del ejército sirio que se le han vendido a la bolsa, generosa con la sangre, del sionismo.
En los últimos meses, los mercenarios han atacado numerosas guarniciones y pueblos de Siria. No es, para nada, una explosión popular, como no lo fue en Libia. Son insurrectos que cuentan con armas formidables. La semana pasada atacaron un puesto militar junto a la frontera de Turquía, cuyo gobierno, cómplice del sionismo, los apoya. Hubo seis soldados del gobierno muertos; pero el Imperio yanki-sionista y sus mercenarios de la prensa mundial le llaman a esto “manifestaciones populares”.
4-. El peligro de Irán
¿Tiene derecho Israel a ser la tercera potencia nuclear, o la cuarta o la quinta, y negarle a Irán que desarrolle su energía nuclear con fines pacíficos?
Aun en el caso de que Irán construyese sus primeras bombas atómicas, éstas serían, al menos por unos años, como las de Hiroshima, o sea con un poder explosivo equivalente al de unas 15,000 toneladas de TNT –se estimó que su poder destructivo fue de entre 12,000 y 20,000 toneladas de TNT, pero nunca se pudo determinar con precisión–.
Se cree que Israel posee ya bombas nucleares de un megatón, 66 veces más poderosas que la de Hiroshima. Si las tuviese de 3 megatones, como creen algunas fuentes, éstas serían 200 veces más poderosas que la que asesinó –en la forma mas horripilante que existe, o sea quemados vivos– a más de 100,000 seres humanos aquella mañana de agosto, en más de un 95% niños de quince años y menos, viejos de 63 años y más, y mujeres de todas las edades.
Por mucho que Irán desarrolle su poderío nuclear, si lo llegase a tener, siempre estaría muchos años por detrás de Israel. Es absurdo pensar que Irán va a atacar con bombas nucleares a un país que tiene una fuerza nuclear muy superior y que podría borrarlo del mapa, como ya una vez amenazó la ultra-sionista Hillary Clinton.
Lo último sobre Irán es que la delegada del Imperio ante Naciones Unidas declaró, hace unos días:
—A military intervention in Iran is a real option and I’m convinced that a change of government in that country is our only option (Una intervención militar en Irán es una opcion real y yo estoy convencida que un cambio de gobierno en ese país es nuestra única opción)
Estos temas requieren un análisis mucho más amplio, por lo que el viernes que viene proseguiré con todo esto. Les aseguro que en una semana el vampiro no se va volver mariposa ☼