Carlos Borgna
En los últimos tiempos, la hermana República del Paraguay ha vivido dos momentos de enorme trascendencia social y política: el Bicentenario, y la Cumbre Iberoamericana.
El primero de ellos fue un acto de gran participación popular; donde la gente se volcó a las calles masivamente e hizo recordar la celebración en nuestro país en el año 2010. Curiosamente, el hecho pasó desapercibido en la gran mayoría de los países pues no hubo cobertura, mediática, internacional del mismo, excepto –vaya casualidad- por TELESUR, en directo.
En el marco de la Cumbre Iberoamericana se realizaron un sinnúmero de actividades, donde hay dos que merecen resaltarse, más allá de las deliberaciones de presidentes y cancilleres: El seminario sobre Medios Públicos y Sociedad; y el VII Encuentro Cívico Iberoamericano desarrollado sobre el eje de la Transformación del Estado y el Desarrollo.
Con la puesta en funcionamiento de las respectivas mesas de apertura, en ambos eventos, comenzaron a llegar las primeras definiciones. En rigor de verdad, en el primero ellos, se puso, descarnadamente, en evidencia las distintas concepciones sobre la comunicación, el rol de quienes llevan adelante esa tarea, y los interrogantes y prioridades que cada uno tiene sobre la materia.
Resultó muy ilustrativa una anécdota contada por un funcionario de un organismo internacional donde, después de narrar la charla con un taxista en Buenos Aires, dijo casi textual: “…. en ese país donde la disputa entre los medios y la política había sido más explícita…” Es decir, los medios no tienen nada que ver con la política, son dos cosas distintas. En contraposición, un disertante argentino mencionó el ejemplo de Rodolfo Walsh.
En esa instancia, se hizo referencia a la crisis europea, a sus consecuencias mundiales; poco avanzaron los funcionarios de los organismos internacionales sobre el nuevo escenario suramericano.
Hubo presentaciones valiosas como la de la Agencia Télam, el subdirector del diario El Telégrafo de Ecuador, intelectuales, investigadores, comunicadores de medios y organizaciones, tanto del país anfitrión, como de otras experiencias iberoamericanas y en donde todavía, sin embargo, algunos expositores se atrevieron a señalar su pertenencia a “medios independientes”.
Quedó claro que hay un debate por saldar y mucho mas profundo, sobre esa “comunicación para el desarrollo” o lo que algunos, directamente, afirman debe ser “la comunicación como un derecho”.
Subyace, también, una presentación –que no fue exclusiva de este evento- donde algunos exponen experiencias y logros como separados de los procesos políticos, de la nueva realidad en Suramérica; como si los espacios construidos, o los ámbitos que son facilitadores de la producción audiovisual transitaran, por caminos paralelos, sin conexión aparente.
Es claro, que más allá de sus carencias o implementaciones, la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual de Argentina representa la base de cualquier discusión en la materia.
El jueves 27 de octubre la actividad se centró en la sociedad civil y allí, redes, de toda América Latina, se dieron cita en Asunción. Otra instancia muy valiosa para ponderar concepciones ideológicas y posturas, frente al momento en que vivimos y donde vale rescatar la convocatoria a una heterogénea gama de participantes, lo cual garantizó una amplia pluralidad de opiniones.
Los representantes de los organismos internacionales se tomaron más tiempo, para explicitar los alcances de la crisis, especialmente la europea. Algunas definiciones resultaron llamativas y no pasaron desapercibidas para numerosos participantes, por ejemplo la mención de que europeos y norteamericanos estuvieron tranquilos los últimos 30 o 40 años porque la economía “funcionaba bien” sin detenerse a analizar que pasaba por este continente al sur del Río Grande, neoliberalismo mediante.
Siguen prevaleciendo estas miradas en muchos funcionarios, sin ponderar con la misma precisión los avances de nuestra región.
Afirmaron, también, que la clave, en la actualidad, era mejorar el comercio con China, saber cuidarlo y potenciarlo; y por otro lado, el mérito de los suramericanos fue el haber aprendido a “manejar la economía”.
Es más, en un momento, para explicar la presencia y el rol del estado hicieron mención a que debía hablarse de un verdadero “pacto fiscal”, que consistía en ver como se utilizaban y distribuían los recursos que ingresaban al mismo. Frente a esto, varios delegados expresaron, oportunamente, que de lo que se trataba era de discutir sobre la distribución de la riqueza, y no se debía caer en un juego de palabras que confundiera la profundidad e implicancia de lo que se decía.
Se hizo mención, también, a que “antes” hubo una fuerte presencia del estado, y que después prevaleció el mercado y que ahora se trataba de encontrar un equilibrio.
Fue muy interesante esa instancia, cuando varios delegados señalaron si “ese mercado”, que los funcionarios de los organismos internacionales planteaban, a nosotros, los suramericanos, nos interesaba.
En ningún momento hubo una ponderación para los dirigentes y/o presidentes que conducen esta etapa; no hubo casi mención, frente a los representantes de la sociedad civil, de sus nombres. No hay historia, procesos colectivos, resistencias, políticas públicas, organizaciones sociales y partidos políticos, represiones, construcciones nacionales y populares. Actitud, que si tuvieron, después, cuando el pleno avanzó en la discusión; una gran mayoría del mundo social y sindical.
Otra vez se debe resaltar la puesta en escena de las opiniones y concepciones; pero, por sobre todo, la actitud de muchas redes de la sociedad civil y de algunas centrales sindicales (estaban la CTA y la CGT) en marcar claramente sus diferencias con ciertos dichos, documentos y expresiones vertidas.
Muchas de las palabras elegidas, se parecieron a otras formuladas en los 90, en donde la economía la manejaron los técnicos, los financistas, los que sabían de pactos fiscales, comercio, variables macroeconómicas. Es decir, la política en estos planteos, es relegada nuevamente.
¿Cristina, Dilma, Evo, Pepe Mujica, Lula, Lugo, Correa, Chávez son fruto de un accidente del devenir humano, o emergentes de una situación y una experiencia de lucha? ¿Qué lecturas corresponde hacer al respecto?
Nada es casual. Hay una mirada desde Europa y Estados Unidos sobre el proceso suramericano, particularmente, y existe una política instrumentada para ello. Con escenarios, debates, financiaciones a ongs, discursos adaptados a los nuevos tiempos que corren. Es el mismo sentido de la dominación con actores que recitan otro libreto, y esgrimen otros lenguajes. No hay que confundirse.
Por eso, no resultó extraño que Rafael Correa se haya levantado cuando iba a hablar una representante de un organismo multilateral de crédito, en medio del pleno de la Cumbre.
La disputa cultural y política continúa.
