Luigino Bracci
El espacio de Lubrio

Este jueves 20 de octubre, una parte de los habitantes del planeta se regocijan por el asesinato de Muhammad Ghadaffi, quien fuera capturado vivo por tropas libias apoyadas por la OTAN, y luego fue asesinado de un tiro en la cabeza por sus captores. Su cadáver ensangrentado fue mostrado por las cadenas de TV de todo el mundo una y otra vez como un trofeo, en algo que nos hace preguntarnos si realmente hemos evolucionado como civilización o si los humanos no somos otra cosa sino chimpances que saben usar Blackberries.

Quienes siguen y seguirán sufriendo, son los 6 millones de libios que son víctimas en estos momentos de una agresión de la OTAN, capitaneada en este momento por el Premio Nobel de la Paz, Barack Obama. Miles de civiles inocentes han muerto por las bombas de la OTAN, y los supuestos rebeldes cometen desmanes aún peores que los que supuestamente cometió Ghadaffi. Por su parte, Estados Unidos y sus aliados mantienen tropas en Irak y Afganistán, y tiene en la mira a Siria e Irán, entre muchos otros países.

Lo más lamentable es que tal vez estemos ayudando a Estados Unidos a financiar estas guerras. Tal vez tú o yo hayamos pagado las balas que mataron a un niño iraquí, o a una niña libia. Y quiero dar un breve ejemplo de ello. ¿Qué harás este fin de semana? ¿Irás al cine, como muchas otras familias, a ver la película de moda en estos momentos en Venezuela, Transformers 3?

Las películas Transformers son un remake de los dibujos animados The Transformers de la década de los ochenta. En la serie de TV de esa época, los Autobots, una raza de robots extraterrestres que se podían convertir en automóviles, camiones y aviones, se enfrentaban a sus archienemigos los Decepticons, quienes querían apropiarse de un cubo de poder que les daría el control del universo. Las peleas tenían lugar en la Tierra, y no habían ejércitos, ni gobiernos; sólo los robots y algunos adolescentes humanos que ayudaban a los «buenos».

Sí, seguramente pensarás que la serie tenía un un argumento estúpido, pero la verdad me encantaba.

Luego, en 2007, el director de cine Michael Bay decidió llevar la serie de TV al cine. Fui emocionado a ver la película, sólo para descubrir que la habían convertido en propaganda de guerra. Muchos escribimos y denunciamos que la película se estaba usando para inyectar ideología, animar a jóvenes que viven en EEUU a enrolarse en el Ejército y atemorizar a los pueblos del mundo ante el poderío del armamento militar estadounidense. Su secuela, Transformers 2, no se quedó atrás.

Pues cágate: En Transformers 3, los Autobots continúan trabajando con el gobierno estadounidense. «Trabajamos en equipos secretos en misiones alrededor del mundo», dice Optimus Prime, el jefe de los «robots buenos». Y en una de esas misiones, los autobots se disfrazan de vehículos del gobierno iraní, se infiltran en una «planta nuclear ilegal» y la destruyen. «Ayudamos a nuestros aliados a resolver conflictos humanos, para impedir que la Humanidad se dañe a sí misma», dice Optimus.

En realidad, en la película no se menciona a Irán, pero las alusiones son demasiado obvias. Uno de los Autobots se disfraza del carro del Ministro de Defensa, y en él encontramos estas banderas.

Abajo puedes ver la verdadera bandera de Irán. Te darás cuenta de que lo que hicieron en la película fue colocar dicha bandera de cabeza. Algo que los iraníes creo que considerarán una falta de respeto, porque el símbolo en el centro de la bandera es el emblema de la República Islámica de Irán: el nombre de Alá, dibujado de forma que recuerda un tulipán.

Aquí dejamos el fragmento en cuestión.

 

Que se trivialice el ataque a la soberanía de un país no es lo más grave de estas películas. En 2007, luego de ver Transformers 1, conseguí el libro «Operación Hollywood» de David Robb, que muestra -usando entrevistas a cineastas y documentos declasificados de los EEUU- que toda película estadounidense en la cual se viera despliegue de armamento militar, era en realidad co-financiada por el Departamento de Defensa y las Fuerzas Militares estadounidenses, que en efecto tienen un departamento en el Pentágono en el que reciben a los cineastas y les ofrecen todo el apoyo necesario. Si un cineasta necesita grabar aviones F-22, A-10 o Predators reales, si necesita soldados y marines haciendo maniobras, si necesita tanques Abrahams disparando, si necesita helicópteros Apache, ellos te permiten grabarlos para tu película por un costo relativamente bajo. En algunos casos, los militares pueden incluso ayudar a financiarte la película.

Eso sí: ellos revisan el guión de tu película y te exigirán cambiarlo si los militares estadounidenses, el Presidente de los Estados Unidos u otros funcionarios de ese país son reflejados de alguna forma negativa. Igualmente, te pedirán cambios para que el mismo sirva para animar a jóvenes a enrolarse en el Ejército estadounidense.

De esta forma, los cineastas se enfrentaban con un dilema:

  • O haces una película comercial y propagandística, donde se vean explosiones, aviones militares, tanques, helicópteros y me salga barata, pero tendré que suprimir de ella cualquier crítica al Ejército estadounidense y convertirme en parte de su maquinaria propagandística…
  • O hago más bien una película crítica, que denucie los desmanes de los militares gringos, pero tendré que usar tanques, aviones y helicópteros de mentira (usando miniaturas, imágenes generadas por computadora o similares). Visualmente hablando, la calidad de la película será inferior y los costos serán muchísimo mayores, pero al menos podré mantener íntegra mi historia.

Ya sabemos cual fue la decisión que tomaron cineastas comerciales, como Michael Bay o Jerry Bruckheimer.

Phillip Strub junto a
George H. Bush

Los militares estadounidenses trabajan de cerca con Hollywood, tienen una oficina para recibir a los cineastas y productores, y Philip Strub es quien la dirige: ha sido el director de la Oficina de Enlace del Pentágono con la Industria Cinematográfica desde comienzos de los noventa. Tiene su propia ficha en IMDB, y más de 35 películas le han dado las gracias por su «valiosa contribución», entre ellas La Caída del Halcón Negro, Ironman 1 y 2, Pearl Harbor, Tras las Líneas Enemigas, Impacto Profundo, Decisión Ejecutiva, El Mañana nunca Muere y Vuelo 93. El libro «Operación Hollywood» denuncia el papel de Strub censurando películas que piden ayuda al Pentágono, ordenando el cambio de guiones que sean críticos con las Fuerzas Armadas o la dejen mal parada en cualquier cosa.

En Transformers 3, el nombre de Strub no podía faltar, al igual que el de muchos otros militares, comandos, grupos y bases militares que colaboraron con la película, como pueden ver en estas capturas de los créditos de la película:

Es obvio entonces que, cuando vamos al cine a ver este tipo de películas y pagamos el costo de la entrada, estamos ayudándolas monetariamente. Ese dinero les permitirá hacer nuevas películas (ya viene Transformers 4), que por un lado son propaganda de guerra y sirven para reclutar a los nuevos soldados que invadirán otros países del mundo, y por otro lado le dan dinero a las Fuerzas Militares de EEUU para seguir financiando sus actividades.
Es un asunto de principios: ¿nos proclamamos de izquierda pero financiamos al Imperialismo que tal vez mañana arremeterá militarmente contra nosotros? Sí, sé que las películas son buenas y emocionantes, y muchas veces tus hijos, hermanos, amigos y familiares te insistirán para verlas. Pero hay alternativas:
  • No verlas, y punto.
  • Cómpraselas a un buhonero o vendedor informal. El dinero al menos no estará llegando a EEUU.
  • Descárgalas de Internet. Puedes hacerlo de páginas como http://thepiratebay.org/ usando un cliente de BitTorrent, y luego descargas los subtítulos buscándolos en Google.
Seamos conscientes de cómo funciona el sistema capitalista, y evitemos que nos usen en sus fines. No le dejemos todo el trabajo al Presidente Chávez; nosotros también ayudamos a la industria militar estadounidense cuando ayudamos a sus mecanismos de financiamiento.

Los gobiernos socialistas y revolucionarios también tienen una responsabilidad en este tema. Paramount anunció en julio que no proyectaría más este tipo de películas en Venezuela, aparentemente debido a que el control cambiario les dificultaba sacar sus ganancias del país. Sin embargo, el asunto se resolvió; Transformers 3 lleva en estos momentos su segunda semana en cartelera en Venezuela y es una de las más taquilleras en este momento. Cadivi entregará los dólares, y Paramount recibirá millones producto de la recaudación de taquilla en nuestro país.
¿Debe nuestro gobierno entregar dólares a empresas que financian la industria militar estadounidense? Algunos pensamos que no. Otros piensan que el no hacerlo se convertiría en una forma de censura, y no creen conveniente hacerlo en tiempos electorales. De cualquier manera, es un deber del Sistema Nacional de Medios Públicos venezolano el mostrarle a la población lo que hay detrás de estas películas. Es un deber concientizarnos a todas y todos. Pero lamentablemente, la llamada guerrilla comunicacional vive enquistada en una eterna confrontación con la oposición y con minúsculos programas de un canal llamado Globovisión que casi nadie ya ve.
No digo que debamos abandonar estos temas, pero sí hay que avanzar y atacar con fuerza la industria del entretenimiento, y desmontar estas películas y series de televisión que tienen una intención obvia sobre la población.

Fuente: http://lubrio.blogspot.com/2011/10/acude-al-cine-ver-transformers-3-y.html

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.