Andrés Sal lari

Las relaciones entre los militares golpistas hondureños y el Ejército de Estados Unidos tienen larga data.

Romeo Vázquez, el general que dirigió el golpe de Estado contra Manuel Zelaya, estudio en la Escuela de las Américas, y hasta el propio Jefe del Comando Sur del Ejército estadounidense, Douglas Fraser, admitió que la primera escala del derrocado Presidente fue la base de Soto Cano (Palmerola), que Estados Unidos administra en territorio hondureño desde que ese país se transformó en la principal plataforma contrarrevolucionaria centroamericana en la década del ’80 del siglo pasado.

El embajador de Estados Unidos en Honduras es heredado del gobierno de George W. Bush y un connotado cubano anticastrista, Hugo Llorens, quien tardó 48 horas en protestar ante los dichos del primer canciller golpista, Enrique Ortez, quien afirmó que Barack Obama era un “negrito que no conocía donde quedaba Tegucigalpa”.

Deducir que estos sectores estadounidenses apoyaron el golpe de Estado contra el aliado de Hugo Chávez en Honduras, es prácticamente un ejercicio matemático.

Pero la postura oficial de la administración de Obama en Washington es contraria a la descripta anteriormente. Tanto el mandatario estadounidense como el departamento de Estado liderado por Hillary Clinton condenaron el golpe, implementaron medidas contra los usurpadores y negaron reconocimiento al proceso electoral que organiza la dictadura.

Puede pensarse que estas son medidas insuficientes y que hay otras ayudas que no se recortaron, podemos analizar que las sanciones impuestas por Washington son una pantalla para distraer a la gran prensa y a la opinión pública, y que por debajo de la mesa sigue la colaboración.

Pero pese a que estas posibilidades son ciertas y es muy probable que se acerquen a la verdad, hay otra línea de análisis que también puede resultar cierta y cercana a la verdad.

La postura oficial y pública del gobierno de Obama es la no aceptación del gobierno de Romeo Vázquez y Micheletti.

Esto implica que en ningún plano oficial en las relaciones entre gobierno y gobierno puede aceptarse el reconocimiento de las autoridades golpistas.

Pues bien, eso no es lo que ocurre con el Ejército de los Estados Unidos. Ya vimos que la relación entre los militares de ambos países son muy estrechas, y todo parece indicar que los uniformados de las fuerzas armadas más poderosas del mundo no están dispuestos a suspender sus relaciones con sus amigos hondureños, pase lo que pase y cualesquiera sean los lineamientos provenientes del poder civil en Washington.

La información que Ud. leerá a continuación parece una confirmación de que algunos militares de EEUU no están dispuestos a obedecer a un negrito civil liberal y socialista (así piensan sobre Obama los neoconservadores de Washington) que de ninguna manera puede comprender las necesidades de la vida militar, entre las que por supuesto está –siempre que se pueda- desalojar por la fuerza y mediante un golpe de Estado a un presidente que lleva a su país hacia un destino ateo y comunista.

El miércoles pasado la agencia alemana DPA informó que en la lista de países participantes de los ejercicios Panamax que Estados Unidos organiza en el país propietario del Canal, Honduras era uno de los invitados.

El jueves, la mayoría de los diarios de circulación nacional en México dieron la noticia de que pese al golpe de Estado, el Comando Sur de EEUU había invitado a sus militares a los ejercicios. Horas más tarde, la agencia cubana Prensa Latina informaba (basada en medios hondureños) que el país centroamericano no participaría en los ejercicios Panamax.

Al día siguiente, en una declaración política, el Comando Sur informó que Honduras no participaría.

«Puede haber confusión según algunos comentarios, pero Honduras no va a participar en Panamax 2009», dijo el brigadier general estadounidense Gerald W. Ketchum.

«Hace unas semanas recibimos una carta de parte de Honduras donde notificaban que no iban a participar. Nosotros entendemos que se debe a la situación actual» tras el golpe de Estado del 28 de junio, agregó Ketchum en la ceremonia de presentación de los ejercicios militares.

Aunque el militar del Comando Sur descarta la participación de los golpistas, realiza una revelación: los uniformados hondureños no irán porque decidieron no hacerlo, no porque no hayan sido invitados por los estadounidenses.

O sea que la invitación se mantuvo, lo que indica la contravención directa a la línea política trazada desde Washington.

Pero hay otro elemento que pone las cosas más difíciles para todos.

El embajador de Honduras en Panamá, Juan Alfaro (fiel a Zelaya), denuncia el mismo viernes que «hay una delegación (militar hondureña). Ellos están participando en estos ejercicios. Lo que a mí me extraña es que la ayuda militar fue cortada desde el inicio del golpe y esto demuestra que el Pentágono actúa por un lado y por otro lado Obama».

Podemos decir que el embajador de Zelaya sostiene lo mismo que el título de esta nota.

Para agregar un poco más de leña al fuego, la Agencia Francesa de Prensa reproduce horas después una declaración de un oficial panameño, quien reveló que las fuerzas hondureñas estaban invitadas a las maniobras, pero no participaron por «razones mecánicas» de sus buques.

«Sí estaban invitados (pero) en el día de ayer (jueves) recibimos una llamada que por razones mecánicas de las mismas embarcaciones no iban a participar», dijo el subcomisionado Osvaldo Ureña, del Servicio Aeronaval de Panamá, uno de los portavoces de Panamax 2009.

En definitiva, los hechos que se evidencian luego de analizar estas informaciones representan un escenario complejo dentro de las estructuras de poder en Washington.

Interesante resulta preguntarse quién manda realmente en la capital del imperio.

Sería pertinente una aclaración, no vaya a ser que debamos pensar que eso no es una democracia sino algo más parecido a una dictadura militar.