Luis Aguilar
Charles Schumer, un Senador federal por Nueva York, dice que, desde el 2001, el estado de Nueva York perdió más de 140.000 trabajos que han sido trasladados a China, debido a lo que él llama prácticas comerciales injustas y la manipulación de la moneda china, según un reporte de Associated Press. Sin embargo, lo que el político dice es, en el mejor de los casos, una media verdad o, en el peor de los casos, un encubrimiento para ocultar la desindustrialización del país que las grandes corporaciones estadunidenses, en colusión con el poder político de Washington D.C., llevaron a cabo en los últimos veinte años y que ha dado como resultado la desindustrialización y el desempleo que ahora vive el país.

Dentro de un contexto histórico y para comprender como el «Triunfo del Capitalismo» hace dos décadas sólo benefició a los amos del planeta, la exportación de los trabajos desde los Estados Unidos fue posible a causa del derrumbamiento de la Unión Soviética, en 1991. Esto dio lugar a que los países que componían el imperio soviético y la Cortina de Hierro comenzaran a abrir las puertas de su mano de obra calificada para la explotación occidental. Sin embargo, en esta competencia por atraer los capitales y las fábricas de producción —que son la base real para el desarrollo sólido de la economía de un país— fueron la China e India los que ganaron la batalla abriendo su exceso de mano de obra barata para la producción de bienes al mercado norteamericano ¡producidos con capitales norteamericanos!

En este contexto, presionados por los manipuladores de Wall Street para obtener beneficios más altos, las corporaciones de los EE.UU. reubicaron sus fábricas en el exterior. Así, la mano de obra extranjera con el capital, la tecnología, y los conocimientos técnicos occidentales, resultaron tan productivos como con la mano de obra norteamericana. El exceso de la mano de obra (y los bajos estándares de vida) significan que la mano de obra india y china se puede emplear por menos para darle un alto valor agregado a la producción. La diferencia —las mayores ganancias— fluye en beneficios, dando como resultado enormes ganancias sobre el capital para los accionistas y las primas por buenos resultados para los ejecutivos.

Y como un oasis, al principio de esta metamorfosis fabril, el beneficio para el consumidor norteamericano fue un relativo aumento en el poder de compra —por el bajo precio de los productos, en 1992 un escáner Apple costaba alrededor de $2.000, fabricado en Italia, una década después el precio de los escáner eran diez veces menor— cuando todo iba bien, cuando el crédito o los préstamos hipotecarios eran fáciles de adquirir. Ahora, sin embargo, endeudados y sin empleos o con empleos de bajos salarios, ese beneficio se ha reducido. Y lo que es peor, decenas de miles han perdido trabajos (productivos y de buenos salarios) que, ya exportados, no volverán.

Derrumbamiento industrial

Como lo indica el economista Paul Craig Roberts en su artículo «America and Europe: Saving the Rich and Losing the Economy» (Global Research 9/25/2011), la pérdida de trabajos industriales a lo largo de la última década ha sido significativa.

«Según lo reportado por Manufacturing and Technology News (el 20 de septiembre del 2011) el reporte del Quarterly Census of Employment and Wages indica que en los 10 años pasados, los EE.UU. perdieron 54.621 fábricas, y el empleo en el sector de la fabricación se redujo en 5 millones de empleados. A lo largo de la década, el número de fábricas más grandes (aquellas que emplean a 1.000 o más empleados) declinó en un 40 por ciento. Las fábricas de los EE.UU. que empleaban de 500 a 1.000 trabajadores declinaron en un 44 por ciento; las que empleaban entre 250 a 500 trabajadores declinaron en un 37 por ciento, y aquellas que empleaban entre 100 a 250 trabajadores se contrajeron en un 30 por ciento (http://www.manufacturingnews.com)», dice Roberts, aunque remarca que no todos los trabajos industriales perdidos no han sido exportados, sino también se ha debido a las fallas de las propias empresas.

Ante este cuadro, los políticos como el republicano Buddy Roemer y el ya citado Schumer, culpan del derrumbamiento industrial de los EE.UU. a la competición china y las “prácticas comerciales injustas”. Sin embargo, son las corporaciones de los EE.UU. las que mudan sus fábricas al extranjero, substituyendo así la producción doméstica por las importaciones. «La mitad de las importaciones de los EE.UU. proceden de la producción de las corporaciones de los EE.UU. en China», indica Roberts.

La diferencia salarial

En sus diversas obras sobre el estudio del Sistema Mundo Capitalista, el profesor Immanuel Wallerstein ha señalado que una vez que los países desarrollan un sistema industrial capitalista y su mano de obra eleva su estándar de vida, con mejores salarios, los dueños del Capital van en búsqueda de otras naciones con mano de obra barata para mantener la diferencia de ganancias. Después de la II Guerra Mundial, Japón y Europa Oriental tras ser destruidos por el conflicto y convertirse en estados-clientes de EE.UU., dieron ese paso en un lapso de 30 años; en los años 1980 fueron los «Tigres Asiáticos», y desde mediados de los 1990, China, India y Europa del Este se sumaron a este movimiento del capital. Así, bajo el régimen de Wall Street, la diferencia salarial de la mano de obra entre EE.UU. y China es la clave para entender el por qué la desindustrialización de EE.UU.

«Según el Buró de Estadísticas Laborales, al 2009 la paga por hora promedio para los trabajadores de los EE.UU. estaba en los $23.03. Los gastos del seguro social agregaban $7.90 a la remuneración por hora y los beneficios pagados por los patrones agregaban $2.60 por hora, para un coste total de la remuneración de $33.53 por hora. «En China, al 2008 el coste total de trabajo por hora estaba en $1.36, y en la India es similar por algunos centavos de esta cantidad. Así, una corporación que mueve 1.000 trabajos a China ahorra $32.000 cada hora en coste de trabajo. Estos ahorros traducen en precios más altos de las acciones de las fábricas y una remuneración más alta para los ejecutivos, no en precios bajos para los consumidores norteamericanos que ahora están desempleados por el arbitraje laboral de las corporaciones», señala el profesor Roberts.

En el puesto 14 Los economistas republicanos culpan a los «altos» salarios de los EE.UU. por el alto índice de desempleo actual. Sin embargo, los salarios de los EE.UU. están entre los más bajo del mundo desarrollado. «Están bastante lejos del coste de trabajo por cada hora en Noruega ($53.89), Dinamarca ($49.56), Bélgica ($49.40), Austria ($48.04), y Alemania ($46.52). Los EE.UU. puede tener la economía más grande del mundo, pero sus trabajadores están en el puesto 14 en la lista de los mejores pagados. Y los norteamericanos también tienen un índice de desempleo más alto», escribe Roberts. El índice en los «titulares» de medios de información es de 9.1 por ciento, solo que ese índice no incluye a ningún trabajador desalentado de buscar trabajo o a trabajadores forzados a laborar a tiempo parcial porque no hay trabajos a tiempo completo disponibles. El gobierno de los EE.UU. tiene otro índice de desempleo (U6) —no es reportado por los medios— que incluye a los trabajadores desalentados de buscar un trabajo por seis meses o menos. Este índice de desempleo está por encima del 16 por ciento. El estadístico John Williams (Shadowstats.com) estima que el índice de desempleo (real) cuando se incluye a los trabajadores desalentados a largo plazo (más de seis meses) está por sobre el 22 por ciento.

«Indignados» desempleados

Y aunque el mayor énfasis del desempleo en los EE.UU. está en los trabajos de fabricación perdidos. Sin embargo, el Internet de alta velocidad ha hecho posible exportar muchos trabajos de servicio profesionales, tales como ingeniería de programación para computadoras, tecnología de información, investigación y diseño. En este punto, los trabajos que componían la escalera de ascenso económico y social para los graduados universitarios de los EE.UU. también han sido exportados al exterior, «reduciendo así el valor de muchos títulos universitarios», escribe Roberts.

Así, esta exportación de empleos, industriales y de servicios tecnológicos en particular, ha causado que, a diferencia de épocas anteriores, un creciente número de graduados de hoy en día regresen a sus casas para vivir con sus padres, a causa de que hay pocos empleos que les permitan una existencia económica independiente. Y muchos de ellos son los «indignados» que hoy ocupan Wall Street.