La reciente ejecución de Troy Davis en Estados Unidos que atrajo la atención mundial no ha sido la primera y quizás no será la última en que una persona sea ejecutada y cuyas pruebas de culpabilidad sean dudosas.
Antes de que Troy Davis tan si quiera se imaginara su destino ya había un joven que había pasado por lo mismo y de una forma mucho más cruel.
En 1944 el adolescente murió en la silla eléctrica en el estado de Carolina del Sur, media 5’1 pies de estatura y pesaba 95 libras. Era tan pequeño que se tuvieron que colocar objetos sobre el asiento para que su cabeza pudiera llegar a la parte superior y poder conectarlo a los cables que lo matarian.
Stinney Jr. ha sido la persona más joven ejecutada en la historia de los Estados Unidos.
El adolescente o se puede decir niño fue acusado de asesinar a dos jovencitas blancas, Betty June Binnicker de 11 años de edad y la otra Mary Emma Thames de ocho años. Las niñas desaparecieron mientras montaban bicicleta en el barrio de Alcolu que estaba separado del barrio de los negros por un ferrocarril. Las niñas fueron halladas muertas en una zanja cercana.
Stinney había ayudado incluso en la busqueda de las niñas, pero mencionó a uno de los presentes que el había visto a las niñas ese mismo día, algo que no es causa problable para ser acusado pero esto fue suficiente para la policía racista de entonces para interrogarlo por horas sin la presencia de sus padres, la policía le dio un helado al muchacho a cambio de que confesara el doble homicidio.
Aunque la confesión de Stinney Jr no aparece escrita en ningún archivo y no se encontraron pruebas fisícas el adolescente murió en la silla eléctrica.
Este es un crímen que ha quedado impune y del cual todavía no se ha hecho justicia.