Ya ni siquiera podemos hablar de un cierto equilibrio informativo, ni de un periodismo independiente, menos podemos hablar de ética de los medios cuando éstos se prestan a montar un escenario para desarrollar una estrategia militar de agresión a un pueblo. Lo hemos visto en Libia, el cerco informativo y la difusión de “una realidad” conveniente a los agresores nos hace pensar que en el mundo están ocurriendo cosas jamás vistas. Con el cuento de “guerras preventivas”, luego del 11 de Septiembre; EEUU desarrolló en el mundo cualquier tipo de arbitraria intervención “en contra del terrorismo”, (hoy se siembran muchas dudas sobre la relación estadounidense con quien encabezara, o fuera el cerebro de esa operación), todo indica que fue algo preparado y montado de manera tal que le sirviera a los intereses norteamericanos, generar la guerra en el planeta, ya no contra un país, sino contra “sus fantasmas”, creados en complejos laboratorios mediáticos.
Ahora ya no se trata de Al Qaeda y otros grupos, se trata del atentado contra estados, atentados contar gobiernos que, por obra y gracia imperial, deben ser echados por la fuerza, y con la intervención de organismos como la ONU, Solo basta que un gobierno no sea títere del imperio para ganarse el título de “estado forajido” y entra “la justicia” imperialista en acción. En contraste, un verdadero estado forajido como Israel, quien agrede a otro pueblo cómo el palestino, ni siquiera es mencionado en los informes estadounidenses. La “moral” la escoge el imperio; el mundo se debate en medio de una terrible crisis económica, el capitalismo como sistema cruje por los cuatro costados, pero son ellos “los salvadores de la humanidad”, es decir, un sistema moribundo pretendiendo “salvar” lo nuevo que nace en distintos países del planeta.
Cando afirmamos que todos los pueblos del mundo están en peligro no estamos exagerando, es una gran realidad hoy, todos los pueblos están amenazados por los criminales imperialistas. Por distintas vías pretendemos saber cuáles son esos pueblos, sin embargo, pareciera que solo basta con tratar de ser independiente para entrar en la famosa lista de Washintong, una lista donde nadie quisiera estar, pero que es el precio a tratar de sacar a estos países del atraso y colocar sus riquezas al servicio de sus respectivos pueblos.
Nos enfrentamos a un imperio enloquecido que seguramente saca cuentas y encuentra en la guerra su única salida; la activación del complejo militar-industrial para correr la arruga e intentar palear lo que pareciera ser inevitable, la debacle económica de EEUU.
Esta situación crítica, en vez de conseguir voces razonables en los propios EEUU pareciera que no es así, y un pueblo narcotizado por los medios de comunicación poco o nada le importa lo que pueda ocurrir en el mundo a causa de las acciones de su gobierno. Los pueblos del mundo están en peligro, incluso el pueblo estadounidense.
El poder fáctico existente en ese país pareciera no preocuparle la situación de su mismo pueblo; poco les importa que su población sufra las penurias económicas generadas por las distorsiones capitalistas. En cada guerra se habla de miles de millones de dólares, miles de millones de dólares que ante una crisis de la magnitud de la crisis estadounidense, solo a un loco o grupo de locos se le ocurriría pensar en llevar a cabo las guerras que están llevando a cabo. Preocupa la poca o nula consciencia del pueblo estadounidense en este sentido; no solo se trata de los pueblos que padecen los bombardeos imperialistas con su aparato militar, la OTAN, sino las consecuencias que directamente, más temprano que tarde afectarán a los pobres de EEUU. ¿En qué cabeza cabe que es sano para un país emprender una guerra si tienes problemas económicos? Solo en la perversidad capitalista esto es posible; la respuesta del capitalismo a cada crisis es el invento de una guerra, esa es su fórmula, fórmula que “resuelve” momentáneamente algunas situaciones como es el sostenimiento de su poderosa industria militar, pero que en el fondo hunde más y más a un país cada día más dependiente de este tipo de situaciones.
Ciertamente un país que no firma el protocolo de Kioto para “no poner en riesgo sus costumbres consumistas” podríamos decir que no tiene futuro; pareciera que la filosofía imperial es acabar con la especie humana de la forma que sea; o bien por la guerra o el calentamiento global, pero acabarla. Ante una situación como esta el mundo no está seguro, en cualquier momento deciden invadirte, de cualquier forma; si luchas, de manera violenta, si no luchas “de manera pacífica”, que es peor porque te condenan a la pobreza y el atraso sin posibilidades de defenderte e instaurar lo nuevo y humano, esa es la amenaza que hoy tenemos y la humanidad debe reaccionar ante un tétrico escenario como este.
A los pueblos no les queda otra cosa que luchar; todo ser humano por naturaleza se aferra a la vida y a la conservación de su especie; en este sentido la batalla de hoy es más que nunca global, ante la nueva estrategia de agresión global, la respuesta no puede ser otra sino una respuesta global. Todos los pueblos del mundo debemos estar solidarios con Libia, con Afganistán, con Siria, con Irán, con Venezuela, con Bolivia, con Ecuador y en fin, con todo país que luche por la independencia, la libertad y el bienestar de su pueblo, eso basta para ser enemigo del imperio.
Como venezolanos, quienes vivimos y apoyamos este hermoso ensayo de humanidad que es la revolución bolivariana, no podemos sino cifrar la esperanza en la consolidación de nuestro modelo socialista; este modelo, totalmente distinto a cualquier modelo experimentado, pero enmarcado dentro de la construcción del modelo socialista bolivariano, hoy tiene una gran responsabilidad como pueblo. La responsabilidad que hoy nos asigna la historia está a la altura de la gesta emprendida por Bolívar con la independencia del yugo español, de allí que nuestro pueblo debe entender y quienes podamos hacerlo debemos enseñar a que veamos el mundo y nos contemos dentro de una estrategia global de los enemigos de la humanidad, el capitalismo imperialista. La batalla es planetaria, aunque al hacer esta afirmación nos puedan tildar de locos, pero no hay rincón del mundo en donde los imperialistas no tengan intereses y objetivos precisos para condenarlos nuevamente a la esclavitud. Los organismos internacionales arrodillados a los designios imperialistas, otros países en el mundo poco o nada sensibilizados ante una catástrofe de dimensiones colosales y pareciera que todo ocurre como en una película de ciencia ficción en donde no sabemos cual es la realidad objetiva y cual lo producido por la imaginación del autor.
Decimos y ratificamos que el heroico pueblo de Venezuela tiene una gran misión, consolidar el socialismo; hoy, cuando una burguesía nacional se empecina en jugar un rol desestabilizador por instrucciones imperialistas; hoy cuando debatimos la decisión de una CIDH que viola la soberanía nacional y en donde sin ningún tapujo se coloca como “héroe” a un corrupto opositor, menos que nunca nos podemos sentir abstraídos del contexto mundial. Han intentado contra nosotros distintas formas para sacar a Chávez de la presidencia, se ha desatado todo tipo de campaña sucia, no obstante, la consciencia del pueblo, la esperanza y el instinto libertario heredado en los genes de nuestros libertadores nos ha dado la fortaleza necesaria para avanzar y derrotar al adversario. Golpe de estado 2002, paro criminal petrolero ese mismo año, guarimbas y todo tipo de agresión. Ahora resulta que quienes avalaron el golpe de estado son “candidatos pacíficos” de la derecha venezolana.
Esto y un cúmulo de agresiones contra los pueblos en el mundo nos permite seguir la lectura de las pretensiones imperialistas: ellos jugarán a la guerra y es allí en donde los pueblos del mundo deben unirse para propinarle la más estruendosa derrota al imperio enloquecido capaz de hacer desaparecer la especie con tal y justifiquen su filosofía anti-humana.
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