Borja María Zallana de los Acebos
Mientras la mayoría del mundo sigue preocupada por la falta de trabajo, los elegidos, los seres genéticamente más preparados, (léanse los artículos publicados por Mariano Rajoy en el Faro de Vigo en los años 80 justificando la desigualdad social) continúan sorprendiendo a todos con su capacidad para atraerlo. Y entre todos nosotros hay uno que destaca como la estrella más brillante del firmamento. No es un pájaro, no es un avión, es, quién lo puede dudar, José María Aznar.
Tras su fichaje hace ya tiempo por el gran magnate de la comunicación, y mejor persona, Rupert Murdoch, ahora es la mayor productora de oro del mundo, quien no puede resistirse a la sabiduría y el encanto de nuestro presidente de honor. Barrick Gold ha pedido, suplicado más bien, que Jose Mari sea miembro de su consejo asesor y, lógicamente, el presidente ha aceptado encantado.
Como ya sabemos todos que éste es un país de envidiosos, no faltará de entre ustedes quien se pregunte si Aznar no habrá aceptado el cargo simplemente por dinero. Nada más lejos de la realidad. Los que hayan seguido la trayectoria de nuestro líder natural, sabrán que dinero no es precisamente lo que le falta. A sus sueldos oficiales vitalicios, y a sus cargos como asesor, que por haber sido presidente, le han ofrecido diversas empresas, se unen los pingües beneficios que obtiene dando conferencias a diestro y siniestro allá donde su sabiduría es requerida. Luego, se preguntarán ustedes, ¿porqué sigue acumulando responsabilidades y deberes si no le es necesario? Yo se lo diré: porque es un idealista.
Habrá quien piense que un idealista ex presidente del Gobierno con un estupendo sueldo para el resto de su vida, dedicaría su tiempo, conocimientos y contactos a empresas menos, digamos, doradas. Eso, sin duda, sería lo fácil, y si hay algo que no le gusta a Jose Mari, son las tareas fáciles. Cualquier personaje de prestigio es capaz de defender en foros internacionales la necesidad de una repartición más justa de la riqueza, de la fabricación de genéricos para curar enfermedades en el Tercer Mundo, o de la defensa de la naturaleza para que quede algo de oxígeno a nuestros nietos.
Pero, y ahora soy yo quien les pregunto: ¿conocen a alguien que tenga tanto valor y unos ideales tan firmes como para además de pertenecer a una empresa que ha obtenido beneficios espiando a una familia cuya hija había sido secuestrada y asesinada, ahora acepte un cargo de relevancia en una empresa acusada de haber enterrado vivos a 50 mineros en Bulyanhulu, Tanzania; o de utilizar técnicas dañinas para el ecosistema y la salud humana, como es el uso de cianuro en la extracción aurífera? Como ven amables lectores, no es el oro lo que motiva a nuestro moderno Don Quijote, sino las causas perdidas.