Ahora Grecia se encuentra al borde del abismo. Parece ser que no tiene dinero para pagar pensiones ni salarios, y está a la espera de una nueva ayuda con la que, si la recibe, no hará más que acrecentar aún más la deuda que le ha llevado a la quiebra.
¿Por qué los británicos no hacen lo que el resto de europeos? La historia les acredita como pueblo muy listo que hace las cosas a su modo, que embarca a los demás y se queda en tierra, que organizó en otro tiempo al mundo y desde la segunda guerra mundial indirectamente a través de sus paisanos los estadounidenses, etc. Pero sigue siempre con la libra y con su sistema métrico particular, conduce por la izquierda y no sé cuántas cosas más pero nunca entra en las ruedas europeas. Y España, con tal de no imitar lo que es digno de imitación (el Estado federal o la República, por ejemplo, que tan bien le iría), siempre acaba arrastrada por su falta de personalidad.
Pues bien, ese pueblo listo, el británico, que no está con el euro, careciendo de muchas menos fuentes de riqueza que griegos y españoles por ejemplo, resuelve sus problemas domésticos sin traspasar las barreras de la preocupación y sin servidumbres de terceros. Los británicos no están en la eurozona. ¿Por qué será?
¿No será porque lo veían venir? El euro ha hecho trizas a los mediterráneos porque los gobiernos no han sabido gestionarlo y la ciudadanía, ingenua y atolondrada, se encandiló enseguida con los ríos de empréstitos llegados de los bancos de la Europa Vieja (excepto GB).
Estos países mediterráneos, de alegre vida y tan echados para adelante como tramposos en sus negocios, están expuestos a que de repente media población laboral o pasiva se quede sin cobrar. ¿Valió la pena una hora de placer a cambio de contraer el sida?
Si en este país hubiera estadistas, que no los hay; si hubiera gobernantes sólo medianamente inteligentes, que tampoco los hay, estarían ahora estudiando cómo salirse del euro para tener una vida y una luz propias aunque no sean brillantes, para no obligarse ni obligar al pueblo a vivir como un planeta dependiente de la luz del sol.