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El coronel Jaime Avila, comandante de la Policía en la región de Urabá, noroeste del país, explicó telefónicamente que hacia las 11 de la mañana (1600 GMT) “la Policía se enteró, por una persona que nos llamó, que había requerido al padre Gualberto Oviedo Arrieta… y al ver que éste no abría la puerta de la casa cural… procedió a verificar por una rejilla viendo el cadáver del religioso en la ducha”.
El jefe policial agregó que en este momento la entidad a su cargo adelanta la investigación. El religioso fue atacado con un machete en la cabeza, dijo Avila.
El crimen se produjo en el corregimiento de Capurganá, departamento de Chocó, a 575 kilómetros al noroeste de la capital colombiana.
Avila advirtió que el padre Oviedo no había reportado amenazas en su contra.
La Conferencia Episcopal de Colombia expidió un comunicado en el que expresó su “enérgico rechazo a todo atentado contra la vida humana, cuyo carácter sagrado continuamos proclamando en nuestro país”.
La Conferencia manifestó su “profunda tristeza al constatar que, precisamente dentro de la Semana por la Paz, ha sido segada la vida de un sacerdote, que se ha entregado al servicio de los más pobres en la región de Urabá”.
Monseñor Luis Adriano Piedrahíta, obispo de Apartadó, a cuya jurisdicción pertenecía la parroquia del religioso asesinado, consideró en un comunicado que “los móviles de este asesinato todavía no se conocen. El padre Oviedo tenía 34 años y había sido ordenado hace dos. Su muerte se da a poco de cumplir un año como párroco de Nuestra Señora del Carmen en Capurganá”.
El prelado recordó a Oviedo como un “joven talentoso, inquieto, muy entregado a la capacitación personal para el beneficio de la Diócesis”.
“Miramos con mucha tristeza la muerte violenta del padre Oviedo. Sentimos indignación”, expresó Piedrahíta.
Monseñor Héctor Fabio Henao, director del Secretariado Nacional de Pastoral Social, advirtió telefónicamente que “vemos con mucha preocupación el hecho de que recientemente fue asesinado otro sacerdote”, en referencia a José Reinel Restrepo, quien encabezaba en el municipio de Marmato, departamento de Caldas, a unos 190 kilómetros al noroeste de Bogotá, un movimiento popular para evitar irregularidades en la explotación de una mina de oro.
Según Henao, “hay un rechazo a estos asesinatos, una gran preocupación y la urgencia de que esto realmente sea esclarecido, pero también que se entienda realmente la labor del sacerdote en cada una de sus iglesias”.
En lo que va de 2011, según la Conferencia Episcopal, en Colombia han sido asesinados seis sacerdotes católicos.
Según cifras de la Conferencia Episcopal, entre 1984 y septiembre de 2011, en el país han sido asesinados dos obispos, 79 sacerdotes, ocho religiosas y religiosos, así como tres seminaristas.