Reinaldo Bolívar

El plan de intervención y ocupación que se ha patentado en Libia comienza con la presión efectiva para que países en desarrollo salgan de sus armamentos de guerra, en especial misiles, aviones de combate y no intenten ningún plan en esa onda. Solo puede permitirse compra de armas obsoletas que provengan de occidente, todo intento por diversificarse será boicoteado. Una forma de que esta estrategia funcione se enmascara en la lucha global contra el narcotráfico, haciendo que los gobiernos renuncien a sus ejércitos y los cambien por policías especializadas las cuales no tienen capacidad para la defensa contra enemigos externos. El retornelo sobre las “armas de destrucción masiva” y armas química es otro de los más utilizados para obligar, bajo amenaza, al desarme de los potenciales países a ocupar.

El modelo continua con la creación y mantenimiento de condiciones de ingobernabilidad o de focos de conflictos que pueden ir de violencia suave (marchas con heridos leves), medios (tomas), hasta conflictos violentos (Libia). Esto es posible creando una sensación de inconformidad a través de intensas campañas multi medios (TV, radio, periódicos, panfletos, pintas, rumores, redes sociales, declaraciones, compra de conciencia). Y como en los casos de Libia y Siria el auspicio bélico de grupos insurrectos.

Paralelamente se despliega una millonaria campaña o muerte mediática del liderazgo nacional con acusaciones de dictador, criminal, autoritario, entre otras. Ello para crear en la opinión pública internacional, como en un libreto de película de acción de Hollywood, que hay que acabar con el malo antes de que éste aniquile al pueblo.
A partir de allí, una intensa actividad internacional para provocar “preocupación por los derechos humanos”: Bastará con imágenes bien editadas que den la vuelta al mundo, a fin de elevar el caso al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas u organismo regional o subregional convencido con anterioridad.

Luego legitimar a un grupo radical que siga líneas de occidente, que tenga entre sus componentes disidentes del gobierno legítimo y supuestos exiliados en el exterior. Un intenso lobby país a país, organismo a organismo, multilateral a multilateral se efectúa. La negociación incluye la presión económica o el retiro del apoyo político. En aquellos gobiernos endeudados y con gran dependencia de la cooperación no reembolsable el trabajo es más fácil. Mientras se atiza el conflicto armado y si es necesario se participa en él con eufemismo como “zona de exclusión área” por razones humanitarias, al estilo OTAN, cuya intención será cumplir el objetivo final de la toma del poder para instalar un gobierno pro occidental.

Dado este paso se bloquean las cuentas económicas en el exterior del país. El grupo será tratado como gobierno legal y recibirá todo el apoyo militar, económico y publicitario. Este grupo recibirá a cuenta gotas los recursos bloqueados en el exterior.

A partir de aquí entran un nuevo frente, el las empresas trasnacionales que a sus anchas explotaran los recursos naturales del país ocupado. Junto a ellas las empresas para la reconstrucción de la infraestructura física pulverizada por los bombardeos.

Ante tal realidad, sólo la organización nacional y subregional de forma política, nacionalista y militar pondrá disuadir la aplicación del formato en nuestra Patria Grande. Hoy más que nunca cobra fuerza el viejo adagio de “Si quieres la paz, prepárate para la guerra”.

@bolivarreinaldo