«Iremos a Trípoli la próxima semana. Trípoli es nuestra capital», señaló Mustafa Abdel Jalil, jefe del CNT, el ente que condujo la rebelión armada contra Muamar El Gadafi apoyado por la agresión a Libia de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Para la jefatura rebelde la administración del país desde esta capital es una forma de ampliar el reconocimiento internacional, hasta ahora conseguido de unos 40 Estados, sobre todo potencias occidentales miembros de la OTAN y naciones árabes.
La decisión se anunció en medio de masivas concentraciones en la otrora Plaza Verde de Trípoli, rebautizada por los rebeldes como Plaza de los Mártires, para expresar apoyo a un eventual gobierno de los alzados que, en principio, duraría unos 20 meses.
El representante del CNT Guma Al-Gamaty anunció el viernes que el plan de transición prevé celebrar elecciones para una Asamblea Constituyente en abril próximo a fin de redactar una nueva Carta Magna que fijaría las bases para elecciones generales un año después.
Por otra parte, el denominado ministro del Interior y Seguridad del CNT, Ahmed Darrad, instó a los sublevados que participaron en la toma de esta capital el 23 de agosto a regresar a sus lugares de orígenes y abandonarla, pues «su trabajo aquí ha finalizado».
Según Darrad, «ahora los revolucionarios de Trípoli son capaces de proteger la ciudad por ellos mismos», pese a que se reportan problemas con el abastecimiento de agua, electricidad, medicinas y alimentos, además de incidentes armados esporádicos.
El liderazgo insurgente, entretanto, aseguró estar cerca de alcanzar un acuerdo con los leales a El Gadafi en Bani Walid, y aseguró que se preparan para tomar ese bastión progubernamental que, como Sirte, han impuesto feroz resistencia para defender al ahora evadido líder.
Hasta ahora han fracasado las negociaciones entre los alzados y los jefes tribales de Sirte, ciudad natal de El Gadafi, para que se rindan, y ello llevó al CNT a extender una semana más su ultimátum antes de decidirse a tomarla por la fuerza.