Al calor de esta estrategia, la agencia ha una nueva unidad antiterrorista cuya misión es encontrar a objetivos al-Qaeda en Yemen, y para ello ha construido en la Península Arábiga una nueva pista de aterrizaje secreta para los aviones no tripulados de la CIA.
“Cuando los misiles comiencen a caer -dice el diario-, el hecho marcará una nueva ampliación de la misión paramilitar de la CIA”.
El cambio ha sido gradual, suficiente como para que su magnitud pueda ser difícil de entender. Los ataques con drones, que habrían parecido antes un imposible futurista, son tan rutinarios que raramente atraen la atención del público a menos que una figura de alto rango de Al-Qaeda sea asesinada.
Sin embargo, enmarcado por el próximo décimo aniversario de los atentados de 2001, junto al retiro del general David H. Petraeus como director de la CIA, esta reorientación de la agencia es más que evidente, dice Washington Post:
● El programa de aviones no tripulados ha matado a más de 2.000 combatientes y civiles desde 2001, una cifra asombrosa para una agencia que tiene una larga historia de apoyo a determinadas fuerzas en conflictos sangrientos, pero que rara vez apretó el gatillo por su cuenta.
● El Centro de Contraterrorismo de la CIA (CTC), que contaba con 300 empleados el día de los ataques, ahora supera los miembros del núcleo de Al Qaeda en todo el mundo. Con cerca de 2.000 personas, el CTC emplea al 10 por ciento de la fuerza laboral de la agencia, ha designado a los principales funcionarios en casi todos los puestos importantes en el extranjero y controla la flota en expansión de la CIA de aviones no tripulados.
● La rama analítica de la agencia, que tradicionalmente existía para proporcionar información a las autoridades, se ha incorporado a la caza. Alrededor del 20 por ciento de los analistas de la CIA están enfocados ahora en “metas” para la exploración de los datos de las personas a contratar, y en la detención o el lugar de los punto de mira de un avión no tripulado.
Los críticos, incluyendo algunos en la comunidad de inteligencia de EEUU., sostienen que esta reorientación paramilitar de la CIA ha desviado a la agencia de su misión de espionaje tradicional y ha socavado su capacidad para dar sentido a los acontecimientos mundiales, como la llamada Primavera Árabe.
Grupos de derechos humanos aseguran que la CIA ahora funciona como una fuerza paramilitar que tiene atribuciones que van más allá de lo que EEUU ha exigido históricamente a sus Fuerzas Armadas. La CIA no reconoce oficialmente el programa de aviones no tripulados, y mucho menos da una explicación pública acerca de quién dispara y quién muere, y por qué reglas.
“Estamos viendo a la CIA como una organización paramilitar común y corriente, sin la supervisión y la rendición de cuentas que tradicionalmente se espera de los militares”, dijo Hina Shamsi, directora del Proyecto de Seguridad Nacional de la Unión Americana de Libertades Civiles (UCLA).
(Traducido por Cubadebate)