En una entrevista con el programa televisivo farandulero Al rojo vivo de la cadena Telemundo, Estefan contó como la CIA se acerco a ella, una primera vez.
“Yo trabajaba en la aduana del Miami International Airport”, dijo en su español entrecortado de ingles. La agencia, dijo, la había seleccionada “por dominar idiomas” y, sin dudas, por su filiación batistiana.
Recordó como su padre, José Fajardo, era guardaespaldas del dictador cubano Fulgencio Batista antes de irse de la Isla para luego ser reclutado como mercenario de las tropas conformadas por la CIA para la fracasada invasión de Playa Girón.
El genitor de la cantante fue hecho preso y como los demás mercenarios, fue intercambiado al año siguiente por compota de niño. Su afinidad con sus amos del norte lo llevo luego a sumarse a la US Army para la Guerra de Vietnam. Regresó dos años más tarde, mortalmente contaminado por el Agente Naranja.
Lo de la CIA “no es broma, es verídico”, contesto Estefan interrogada por el reportero Jorge Bernal a quien, de forma enigmática, dejo entender que tal vez aceptó la propuesta.
“Tu no sabes, a lo mejor tome la decisión…”, dijo. “Uno nunca sabe”.
Estefan reconoció que su trabajo de cantante – a lo mejor, con apoyo de la CIA, le ha permitido establecer contactos con personalidades políticas.
“Que mejor cover (cobertura) que estar en el mundo como cantante”, confesó.
La controvertida cantante, de 52 años, tiene varias enigmas sembradas en su pasado. Hace un año, ella y su esposo, el productor mafioso Emilio Estefan, fueron sospechados de invertir en el trafico de personas entre Cuba y México, en un diario dominicano que los relacionó con operaciones ilegales desarrolladas por la Fundación Nacional Cubano Americana con el Cartel del Golfo, la red de narcotraficantes mexicanos.