Agencias

La fecha exacta del fusilamiento del poeta español Federico García Lorca no ha sido precisada: las versiones apuntan que fue en una madrugada entre el 17 y 19 de agosto de 1936.

Historiadores e investigadores no descansan en su afán por conocer qué sucedió en las últimas horas de uno de los escritores más relevantes de la lengua española cuando se cumplen 75 años de su trágica desaparición.

Pero para hablar sobre el fin de Lorca es preciso retroceder las páginas y comenzar por el principio de su historia.
Hijo del hacendado Federico García Rodríguez y de la maestra Vicenta Lorca, el poeta nació el 5 de junio de 1898 en el pueblo andaluz de Fuente Vaqueros, en Granada. Su familia se mudó a la capital de la provincia cuando tenía 11 años.

De pequeño fue la música y no las letras lo que despertó su talante artístico. Tomó clases de piano y no fue hasta 1918, después de una travesía por España con sus compañeros de la Universidad de Granada, cuando publicó su primer libro de prosa “Impresiones y paisajes”.

La maleta llena
A partir de 1919, Lorca hizo un recorrido que lo llevó por varias ciudades del mundo y que, sin duda, sirvió para enriquecer su obra.

El primer destino fue Madrid, en donde habitó la Residencia de Estudiantes, el principal centro cultural español de la época y en donde entabló amistad con otros genios de las artes como el cineasta Luis Buñuel y el pintor Salvador Dalí, entre otros.

En Estados Unidos, donde vivió entre junio de 1929 y marzo de 1930, el mundo se ensanchó para Lorca quien calificó la experiencia como “una de las más útiles” de su vida. Su estancia le llevó a escribir “Poeta en Nueva York”, uno de sus libros más trascendentales y que fue publicado cuatro años después de su muerte.

El enriquecimiento cultural del poeta continuó en La Habana, Cuba, donde se residenció por tres meses.

A su regreso a España en octubre de 1934, además de encaminar sus esfuerzos para renovar el teatro español con el grupo de origen universitario La Barraca (creado en 1932), Lorca se acercaba a su destino: ser detenido y fusilado.

Nada se sabe
Con certeza se sabe que después del 17 de julio de 1936, cuando estalló le sublevación militar de Franco contra la República, Lorca decidió buscar refugio en la casa de la familia Rosales, en Granada.

También hay consenso en que allí fue detenido, en el número 1 de la calle Ángulo, pero son diversas las versiones sobre el operativo.

Según Ian Gibson, el mayor biógrafo de Lorca, “fue una detención de gran envergadura en la que se rodeó la casa con guardias y policías”.

Mientras que en el libro “Lorca, el último paseo”, del investigador Gabriel Pozo, la actriz Emma Penella, hija de Ramón Ruiz Alonso, quien dirigió el arresto, aseguró que su padre “no sacó a Lorca de la casa de los Rosales, sino que fue entregado por el hijo mayor de éstos y se lo llevaron al Gobierno Civil, sin esposar”.

Manuel Castilla, supuesto enterrador de Lorca, dijo que la fosa del poeta se encontraba en lo que hoy se conoce como Parque Federico García Lorca de Alfacar. En 2009, un grupo de arqueólogos realizó excavaciones en la zona y concluyó que no había ninguna evidencia de que allí se hubiese realizado el entierro.

Mientras esto sucede, el misterio que ronda las últimas horas de uno de los poetas más importantes de habla hispana sigue vivo, así como sus inmortales versos.

Sin interés
Laura García, sobrina del poeta Federico García Lorca y presidenta de la fundación que lleva su nombre, dejó claro que a la familia no le interesa encontrar sus restos, porque consideran que las exhumaciones tienen un tinte mediático. Añadió que aunque no desean hacer las excavaciones no significa que quieran olvidar.

Su terruño
Federico García Lorca escribió un ensayo sobre Granada, donde nació: “Amo a la tierra. Me siento ligado a ella en todas mis emociones. Mis más lejanos recuerdos de niño tienen sabor de tierra. Los bichos de la tierra, los animales, las gentes campesinas, tienen sugestiones que llegan a muy pocos”.

(Con información de EFE)