En la mayoría de nuestros países de la Patria Grande, hablamos mucho de la necesidad de Desarrollo Tecnológico e incluso de Desarrollo Endógeno. Y cuando gastamos enormes sumas de dinero, enriqueciendo y promoviendo el desarrollo en otras latitudes, adquiriendo activos que luego se instalan para que presten sus respectivos servicios, vamos a todos los medios de comunicación y celebramos con “bombos y platillos” nuestro “Desarrollo Tecnológico”.
Esto sucedía con mucha frecuencia en las abominables décadas de la Cuarta República y aun en ocasiones lo vemos, en nuestro recalcitrante y agonizante estado burgués.
La República Popular China, gracias a los convenios bilaterales firmados, nos ayudó a poner un satélite en órbita. Hacemos el esfuerzo por aprender el “cómo hacerlo”, desde la A hasta la Zeta, incluyendo la Ch, la Ll y la Ñ. Enviamos a un numeroso contingente de talentos para recibir el conocimiento, sobrepasando las barreras del Mandarín y las posibles dificultades para entenderlo, manteniendo una estación de seguimiento orbital en nuestro país para monitorear la trayectoria, operatividad y posibles fallas que puedan tener todos los sistemas que integran el mismo.
Aun no hemos desarrollado, sin embargo, una Ciencia Venezolana Autóctona o un método propio para hacer Alfileres.
Cabe mencionar que Simón Rodriguez, el gran maestro de nuestro Padre Libertador Simón Bolívar y el insigne Mariátegui, nos señalaron el camino hacia la innovación: “O Inventamos o Erramos” y “Ni calco ni copia sino Creación Heroica”. “Sólo aquellos que hacen algo, se equivocan. Los que no hacen nada, no tienen derecho a equivocarse”. Y esto no quiere decir que para aprender tengamos que tropezar dos veces con la misma piedra, sino practicar el proverbio “El Sabio aprende de la experiencia de los demás y el Tonto de las propias”.
De hecho, Konstantin Tsiolkovsky, autodidacta ruso de ascendencia polaca, quien en 1883, propuso el primer Proyecto de nave espacial, sin precedentes en el planeta, y autor del primer Tratado Sobre Cohetería Espacial, escribió en una de sus obras: “Para Aprender, hay que tocar las cosas con las manos, porque estas modelan el conocimiento en el cerebro”.
Ejemplo de autenticidad en el Desarrollo Endógeno lo tenemos en el Caribe Latinoamericano. Frente a las agresiones del Imperio Norteamericano y el absurdo bloqueo contra nuestra hermana Cuba, su pueblo ha logrado combatir, resistir y salir victorioso, con su propia ciencia y sus métodos propios, desarrollados endógenamente.
Decididos como estamos a implantar nuestro Socialismo Bolivariano del Siglo XXI, es imperante reflexionar sobre el Desarrollo Tecnológico. Nuestra sociedad Socialista exige garantizar la Libertad, la Igualdad y la Inclusión Social en nuestro estado multiétnico y pluricultural, donde el imperio de las leyes mantenga el Estado de Derecho y de Justicia, procurando la mayor suma de felicidad posible para todos sus habitantes.
Filosóficamente, nuestro Socialismo exige evolucionar hacia un cambio de Paradigma Científico y Tecnológico. Lo que tenemos hoy, es un holograma, una imagen cultural que actualmente nos la han impuesto, preestablecida, edificada en su contexto neoliberal, capitalista y mitológica, ilusoria y llena de lenguajes lógicos que se entienden, pero que no son verdad… espejismos y expectativas de desarrollo capitalista, envueltos en una red semántica con términos tales como modernización, crecimiento y evolución como imagen del futuro, que no es otra cosa sino una sólida continuación del statu quo y del pasado.
En esa evolución, con una ciencia propia, independientemente de que el conocimiento sea universal y patrimonio de toda la humanidad, dicha ciencia enriquecida en el dialogo de saberes del pueblo y con la mirada planetaria, debe enfrentar y resolver los males de la sociedad en general. La herencia capitalista neoliberal y salvaje ha provocado que casi 3500 millones de seres humanos, tengan menos de 2 dólares diarios para su sustento, mientras que en los bancos suizos y otros europeos, el dinero producto del saqueo capitalista, se acumula – inorgánicamente – a nombre de los explotadores, acaparadores, especuladores, agiotistas y usureros del Planeta.
Una ciencia propia con mirada universal debe tener prioridades sociales en su agenda para erradicar los males de la Humanidad. Un problema social y político como el analfabetismo afecta a casi mil millones de seres humanos, de los cuales más del 60 por ciento son mujeres. En la patria grande, más de 40 millones no saben leer ni escribir y 22 millones son mujeres. No menos importante y urgente es el problema de la escasez de alimentos que afecta a continentes como el África.
De qué nos sirve tener cerca de 150 mil investigadores en la Patria Grande, si sus actividades científicas y tecnológicas no se articulan con los Diagnósticos Participativos y sus matrices de evaluación de las comunidades más pobres. La ciencia capitalista no ha servido para resolver los grandes problemas que afectan a la humanidad. Todo lo contrario: ha sido instrumento de dominación y ha contribuido, con su desinterés apatía y exclusión elitista, a acentuar y profundizar las desigualdades y – en consecuencia – ha bombardeado la justa aspiración de los pueblos a desarrollar una ciencia propia, que permita dar “El Salto Cuántico” y – con ello – profundizar la Lucha de Clases para resolver todas esas contradicciones.
Esta ciencia propia debe surgir con la organización de las comunidades y el afianzamiento del Poder Popular en la toma de decisiones sobre el acceso al conocimiento en todos sus niveles y la participación activa, protagónica e igualitaria en su creación, producción, difusión, acceso, empoderamiento y utilización social. El afianzamiento del Poder Popular con verdadera y autentica Conciencia Socialista Objetiva, garantiza la continuidad del Proyecto Bolivariano Revolucionario.
Durante los últimos doscientos años, las contradicciones de los discursos feudales que evolucionaron a discursos burgueses del neoliberalismo actual, evidencian que sólo la minoría de los incluidos en la ciencia oficial han sido hasta ahora, realmente, los amos del valle, los dueños del conocimiento y – por ende – de las riquezas producidas por las ciencias aplicadas en el contexto industrial y comercial.
Le toca, pues, a esta ciencia propia, endógena y popular, cerrar las brechas de la desigualdad, la exclusión y la injusticia, sembrando para que nuestro planeta viva libre de la contaminación y acabe para siempre con la depredación capitalista, respirando procesos auténticos de gobiernos democráticos progresistas y amantes de la solidaridad, la hermandad y la paz mundial.
Las políticas que se implanten para el desarrollo de esa Ciencia deben tener como misión fundamental sepultar al capitalismo y sus mecanismos de metamorfosis. Configurar el nuevo contexto socialista implica configurar la conciencia revolucionaria del pueblo. Requerimos un nuevo Ser Humano y, por ende, una nueva Ética.
La génesis de esa transformación pasa por la dialéctica de la lucha de clases y la autocritica que nos permita desarrollar convicciones propias y seguridad para superar positivamente todo tipo de miseria humana. Si nosotros mismos no nos autocriticamos, no desarrollaremos conciencia para cambiarnos y si no cambiamos internamente, no habrá una Conciencia Socialista Objetiva. El intento por cambiar nuestra realidad valdrá la pena y el sacrificio.
Hasta ahora, nuestra Patria Grande no ha alcanzado su verdadera independencia ni su desarrollo Tecnológico, no porque no lo quiera, sino porque la Conciencia de Dominación impuesta por las clases dominantes, con sus mecanismos perversos de distracción y diversión, minimizaron al estado latente su Deseo de Liberación.
Nuestra verdadera realidad no es un vano e inútil capricho, sino un absoluto decreto de nuestro inexorable destino. Aunque tarde, siempre con la lucha revolucionaria de los pueblos llegará. Ya el Gran Mao Zedong (Mao Tse Tung), en su histórica arenga a los valientes y decididos revolucionarios campesinos chinos lo afirmaba: “La Noche es más oscura, cuando está a punto de Amanecer”.
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