Francisco Cedeño
Los miles de ataques aéreos, el uranio empobrecido diseminado por todo territorio libio, los cientos de muertos y heridos, el pillaje impúdico de las reservas internacionales. 4 Meses de intensos bombardeos y operaciones militares. Y en estas horas, la verdadera cuestión es la verdad del pueblo libio que resiste y lucha contra el sistemático terrorismo de la OTAN y la violencia cruel de Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos, contra ese neofacismo que apela a la ignominiosa figura de “guerra humanitaria”.
120 días después: 15.000 incursiones aéreas con sus daños colaterales. Y la OTAN está muy lejos de derrotar y desaparecer al pueblo libio. 120 días después, es por demás evidente que los objetivos de los bombardeos de los “drones” y demás, son militares y económicos. A la usurpación de las reservas internacionales libia (miles de millones de dólares “choreados” por Estados Unidos, Francia, España e Italia), hay que agregar la destrucción de la Casa de la Moneda libia y la comercialización del petróleo libio por Qatar.
Hoy los burócratas militares de la OTAN, Sarkozy, Cameroon, Ban Ki Moon y Obama, pasan por la prueba del ácido: aceptan una solución pacífica o se deciden bajar de las alturas y desplegar sus fuerzas militares en tierra. Y no hay que obviar la opción aquella que cuenta todos los días la hora de asesinar a Gaddafi. Y entonces, en ese tope, ¿quién sabe?
En los términos militares actuales, ya es demasiado obvio, la OTAN está derrotada. Los bombardeos aéreos y las operaciones militares y de inteligencia de la entente guerrerista, no son suficientes para asegurar “el control sobre el terreno” de sus aliados. Tal ineficacia es, en buena medida, el resultado de táctica militares que se ejecutan con elevada participación del pueblo libio. Un conjunto de informaciones de periodistas, incluso por aquellos que toman partido por la guerra contra el pueblo libio, así lo testimonian. Reportajes y noticias que podemos resumir como sigue: vecinos de Trípoli y diversas tribus libias están capacitados para enfrentar una invasión terrestre e intervenir directamente en la guerra.
La invasión militar aérea y las operaciones de inteligencia, no dan el ancho, para hacer efectivo el objetivo fijado por la OTAN, Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos: la estrategia “del cambio de régimen” se ha topado con la fortaleza, la fe y el espíritu de lucha del pueblo libio.
“Cambio de régimen” que sólo es posible sí: Gaddafi o el ejército libio capitula ante las fuerzas militares invasoras o se produce un levantamiento nacional o insurrección popular en contra del gobierno de Gaddafi.
Desde el 31 de marzo de 2011 el tiempo sopla a favor del pueblo libio: desde entonces, se sabe o sabemos que la única posibilidad de la OTAN se decidía en pocos días o escasas semanas del inicio de los ataques militares: el pueblo libio impuso su ritmo, su voluntad política y su moral para confrontar la agresión imperial.
Desde antes del 31 de marzo, la opción política, la decisión solidaria de luchar conjuntamente con el pueblo libio por una decisión pacífica y democrática, se movilizó políticamente en escenarios nacionales e internacionales. El presidente Chávez avante, su propuesta de solución pacífica y de acuerdo al derecho de autodeterminación de los pueblos, tiene expresión en la agenda que la Unión Africana implementa, a contrapelo de los planes guerreristas de la elite imperial
Hoy, poner fin a la guerra de la OTAN y detener la guerra civil en Libia es una alternativa que derrota el fanatismo guerrerista y la geopolítica del caos. El alto al fuego ya se negocia. Y la OTAN no cuenta, no puede ser una fuerza interlocutora o mediadora.
La Unión Africana emerge como la entidad política de naturaleza internacional creíble y legitima, para establecer las condiciones de acuerdo de paz. Y la estrategia de la Unión Africana cuenta con el aval de una fuerza política y económica importante: China, Rusia, Sudáfrica y Brasil apoyan la solución pacífica
Un conjunto de declaraciones de voceros calificados de China y Rusia hacen evidente el absoluto desmarque con la continuidad de la invasión militar a Libia y el cambio abrupto o la fuerza del régimen, esto es, del gobierno de Gaddafi: El Ministro de Exteriores ruso, declaro que “la destrucción física de Gaddafi y miembros de su familia provoca serias dudas”.
La toma de iniciativa política por la Unión Africana, Rusia y China contrasta con el estancamiento de la guerra, de la invasión militar a Libia y la imposibilidad cierta del cumplimiento de los objetivos de los señores matanza.
La crisis estructural y terminal del capitalismo, en especial la crisis financiera, en la coyuntura actual, reduce el potencial guerrerista de la elite imperial: el creciente déficit fiscal de los Estados Unidos (o el “default” total a la vuelta de la esquina, no es un secreto que esta potencia imperialista pasa rigurosos apuros, desde los rescates de sus instituciones financieras y crediticias) y la imperiosa urgencia de reducir su creciente déficit presupuestario tiene a Estados Unidos en serios apuros. Hay un conjunto de indicios de que el gobierno de Obama tiende a colocar la prioridad en resolver el crítico problema de una economía endeudada: la retirada de Afganistán guarda acentuadas similitudes con la huida del ejército estadounidense de Viet Nam.
Al asumir una fuerte carga financiera en la guerra contra el pueblo libio, Gran Bretaña y Francia están exprimiendo sus arcas, para poder pagar los ataques aéreos y otros costos militares asociados. Francia, por ejemplo, dilapida 1,4 millones de dólares y Gran Bretaña casi lo mismo.
Este costo económico-financiero corre concatenado con el impacto político negativo que afecta, con fuerza al primer ministro británico David Cameron y al presidente francés Nicolás Sarkozy: en ninguno de los casos, la guerra, ha generado confianza política en los ciudadanos y ciudadanas que están descontentos y furiosos, por economías en recesión y una ola creciente de desigualdades sociales. Tal como preciso un columnista: “El derrocamiento de Gadafi no significa puestos de trabajo a británicos y franceses, educación universitaria subvencionada y prestaciones sociales”.
La consistente resistencia del pueblo libio; el estancamiento de las ofensivas militares de la OTAN y sus “rebeldes” (lo que establece el escenarios de una guerra de larga duración); la crisis económica y financiera de los Estados Unidos y de Europa; y la persistencia de propuestas de paz, son factores que posibilitan que los esfuerzos diplomáticos para negociar un alto al fuego.
Esfuerzos diplomáticos que avanzan en el contexto de una derrota y capitulación política de las potencias capitalistas que “frentearon” directamente la invasión militar: los gobiernos de Francia y Gran Bretaña aceptaron que la OTAN no da para más y que ya es inviable producir el derrocamiento de Gadafi (o el cambio de régimen) a punta de bombas con uranio empobrecido y un ejército fantoche en tierra. Esta capitulación dio paso a que un enviado especial de la ONU viajase a Trípoli para conservar con Gaddafi.
Conversaciones y negociaciones 120 días después, en un contexto en el cual la OTAN no tiene ninguna ventaja militar y la elite imperial carece de logros políticos significativos.
Sin ventaja militar y sin saldo político. Y también sin una oposición con fuerza social y política. Al punto tal que en la agenda de la negociación, el Consejo Nacional de transición retiro la exigencia previa de que Gadafi y su familia abandonen Libia y que él sea enjuiciado.
El descalabro político es fuerte y acusado en Francia. Sarkozy que había augurado cantar victoria el 14 de Julio (Día Nacional de Francia) tiene que dar declaraciones humillantes. El guerrerista Sarkozy nada tiene de jefe militar y menos de guerrero. Sin hidalguía, el 10 de julio exige “que la OTAN detenga de inmediato sus bombardeos contraproducentes e ilógicos”. Y él mismísimo ministro de defensa francés, Gerard Longuet, plantea que “la acción militar en Libia debe terminar y que el coronel Gaddafi sería bienvenido a la mesa de negociaciones y podría permanecer en Libia en otra sala del palacio, con otro título’.
Gerard Longuet fue más preciso. Dijo lo que el presidente de Francia se negó a declarar públicamente:
“Ahora tenemos que sentarnos alrededor de una mesa… Pueden hablar entre ellos porque hemos mostrado que no existe una solución mediante la fuerza.”
En Inglaterra, las declaraciones oficiales son del mismo tono de humillación y derrota: nada de expulsar a Gaddafi de Libia, de enjuiciarlo o encarcelarlo; y menos de cambiar el gobierno de Libia por la fuerza.
El proceso de negociación, para establecer la paz, avanza, y la Unión Africana, Rusia y China, tienen la iniciativa política.
El gobierno Libio ha puesto en la mesa de negociación dos clavos calientes, para sentarse a conversar: cese de los bombardeos y ataques militares de la OTAN como contraparte a su propuesta de su propuesta de “cese al fuego incondicional, y que las reservas internacionales de Libia sean liberadas. El embargo de las reservas internacionales, su confiscación por la elite financiera, tiene que ser revertida: esa riqueza es del pueblo libio y constituye un patrimonio clave, para revertir el desastre de los bombardeos de la OTAN.
En las dos últimas semanas, se decide la agenda, entre las partes libias en conflicto. Ya Sarkozy no podrá decir más que él es interlocutor con el cual hay que hablar y negociar: desde hace 120 días, la solución es que los sectores libios en conflicto se pongan de acuerdo para negociar la solución pacífica y que el pueblo libio decida. Así de simple y sencillo.