(fijado por el decreto N° 6780/11)

Grupo de Rechazo al Canon Digital en Paraguay

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El pasado 23 de Junio el Poder Ejecutivo publicó el decreto N° 6780/11, “Que establece la remuneración compensatoria por copia privada”, estando el mismo en plena vigencia desde el pasado 13 de Julio.

Ejerciendo nuestro derecho ciudadano, hemos decidido oponernos formalmente a esta decisión gubernamental por considerar que la misma lesiona derechos de un orden superior a los que pretende beneficiar, y que lejos de proteger a la comunidad artística y fomentar la producción cultural, el decreto 6780/11 representa un retroceso en el proceso de construcción de políticas públicas que estimulen la Cultura Paraguaya.

Aparte de la manera secretista e inconsulta en la cual el decreto N°6780 fue tramitado, buscando establecer algún tipo de mecanismo para que los artistas perciban un ingreso no relacionado con su actividad y de cobro compulsivo, las otras principales razones que nos impulsan a este rechazo son las siguientes:

El Canon es indiscriminado: El cobro del 0,5% fijado por el decreto N° 6780 es universal y pre-importación para todos los productos comprendidos en las partidas arancelarias citadas en el mismo. Estos incluyen soportes magnéticos, rígidos y ópticos (vacíos) para almacenamiento de todo tipo de datos, así como teléfonos móviles, cámaras fotográficas y otros equipos multifunción, tasando las funciones de registro original (creación en cámara) al mismo tiempo que el simple almacenamiento.

En otras palabras, el decreto asume automáticamente el siguiente escenario, a todas luces falso: que TODOS LOS PARAGUAYOS vamos a utilizar TODOS Y CADA UNO de nuestros equipos electrónicos para realizar copias de obras protegidas por alguna de las entidades de gestión beneficiarias.

El Canon grava preventivamente a TODOS los POSIBLES soportes físicos que POTENCIALMENTE hagan una copia privada, inclusive aquellos que sirven para la creación original de contenido artístico.  Absurdo.

El Canon es inauditable y fomenta la corrupción: La entidad recaudadora del Canon, según lo estipula el decreto N° 6780 es la Asociación de Intérpretes y Ejecutantes del Paraguay (AIE), entidad de derecho privado que no está obligada a una rendición pública de cuentas. Los mecanismos financieros posteriores, mediante los cuales se reparten los ingresos entre las otras entidades beneficiarias y los artistas asociados, son igualmente opacos a la mirada pública, no ofreciendo ninguna garantía en cuanto a transparencia de gestión.

Además, la Historia nos enseña que siempre que se da un incremento sustancial y repentino en los ingresos de una organización, combinado con una administración poco clara y transparente, el resultado de esa coyuntura suele ser la corrupción. En gran escala.

El Canon es parcial y parcialista: El decreto N° 6780 beneficia solamente a las entidades de gestión de músicos, sin tener en cuenta otros gremios de la creación cultural, como el audiovisual, la fotografía, la literatura, etc.; que bajo la misma lógica también deberían ser compensados por las copias privadas.

Tampoco se contemplan otros usos educativos para lo recaudado, como por ejemplo beneficiar al FONDEC, reconstruir un mejor IMA después del escandaloso incendio, bibliotecas móviles, apoyo a nuevos creadores, etc.

El Canon es retrógrado: España y Holanda han derogado sus respectivas legislaciones que establecían el Canon, mientras que Francia lo eliminó parcialmente. En todos los casos se dieron cuenta de que no era una solución elegante, y que creaba más y peores problemas de los que se buscó solucionar. ¿Tenemos que esperar a algún escándalo de corrupción para aprender de los errores ajenos? Si países desarrollados que ya han recorrido el mismo camino hoy nos están avisando con sus decisiones que el Canon no es la respuesta, ¿por qué decidimos implementar algo así ahora?

Además, en una época de convergencia tecnológica y de facilidad de distribución digital de contenidos, apuntar a un marco legal que se empeña en mantener modelos de negocios en los que la distribución física era imprescindible es una decisión insostenible. El Canon significa darle la espalda a la evolución tecnológica, y a todas las ventajas que ella supone, para beneficiar de una manera desproporcionada y discrecional a un muy reducido número de ciudadanos.

El Canon ignora otros modelos más eficientes:  Enfrentémoslo: El contenido y el soporte ya no son la misma cosa. Anteriormente, un texto era el libro, la música era el disco, y una película era la cinta que la contenía.  En la Era del Conocimiento contenido y soporte, arte y contenedor, ya están separados, y las trabas físicas (espacio, tiempo, etc.) para la distribución de contenido cultural ya no existen. Por lo tanto, la industria cultural ya no está sometida a las mismas reglas económicas de mercado de escasez que impone el comercio físico, pudiendo optar por otro juego de reglas mercantiles, basadas en la abundancia de hecho que permite el ecosistema digital interconectado, que ya existe hoy en día, con todo el peso de la Realidad.

El Canon grava preventivamente a TODOS los POSIBLES soportes físicos, en lo que vemos como un intento desesperado de la industria musical de dotar al arte digital, inmaterial por naturaleza, de algún (cualquier) contenedor físico que pueda ser tasado de acuerdo al modelo que ellos conocen.

Ahora, si todos los sectores económicos del planeta están viendo como sacarle ventaja a la conectividad, adaptándose al vertiginoso ritmo de los cambios planteados por la tecnología, ¿por qué motivo la industria musical habría de ser la única excepción?

Es hora de explorar, juntos, otros modelos de distribución y generación de riqueza que contemplen las posibilidades tecnológicas actuales, no que busquen encorsetarla dentro de paradigmas del pasado, ya obsoletos.

Hay más motivos, puntuales y técnicos, como por ejemplo el dilema del gravamen múltiple al mismo acto civil, la zona gris entre uso personal y copia privada, etc. Estos temas los trataremos progresivamente en nuestro blog.

Pero, creemos que las razones citadas más arriba son motivo suficiente para romper nuestra pasividad acostumbrada, sumar fuerzas y decir todos, con voz clara y firme:

NO AL CANON DIGITAL EN PARAGUAY!