Luis J. Montiel R.
-Un análisis sociológico
Filósofos y pensadores de la talla de Rosseau, Hobbs, Montesquie y Kant, concibieron que toda creación por el intelecto humano, comprendiera el más puro derecho del autor sobre su obra. Estos filósofos, aparte de formar parte de los antecedentes intelectuales y teóricos de la Revolución Francesa, también son los filósofos que dieron origen a las nuevas concepciones del mundo que abrieron paso a la era moderna y todas sus prácticas. Posteriormente a la consagración de la Revolución Francesa, a finales de siglo XVIII, los juristas y redactores de las nuevas leyes revolucionarias francesas, colocaron al derecho que el autor tiene sobre sus obras dentro de la misma categoría que el derecho romano asignó a la propiedad material de las cosas, permitiendo una relación mercantil entre el dueño de las obras intelectuales y quien las desee o necesite, tal cual como si se estuviese hablando de un objeto más. Debemos comprender que las obras consideradas dentro del derecho de autor – obras literarias, musicales, fotografías, entre otras – no se desgastan ni dejan de existir por más reproducidas o utilizadas que sean; es decir, que por más que se reproduzca y suene la novena sinfonía de Beethoven, siempre existirá la partitura original de tan conocida pieza musical. Más claro lo podemos ver hoy en día con tan avanzada tecnología para almacenar y reproducir datos de todo tipo.
La sociedad, en cualquier parte del mundo, está compuesta por tres grandes sectores relacionados entre sí; el económico, encargado de la producción, el político-jurídico, encargado de realizar políticas y crear leyes que aseguren la existencia del sector económico y promuevan su práctica; y el sector ideológico-cultural, que es el resultado de la unión entre los sectores anteriores, del cual forman parte todas las prácticas y costumbres sociales de la humanidad. Este último sector, produce la semilla para reproducir el mismo tipo de sociedad. Con esto pretendo dar a entender que en una sociedad, en donde el sector económico sea de índole capitalista, el Estado, como sector político-jurídico, en procura de mantener este modo de producción, ejecutará políticas y creara leyes que protejan y promuevan este modelo; dando como fruto una sociedad que ideológicamente y culturalmente tengan prácticas y visiones del mundo basadas en el capitalismo.
Una de las principales fuentes de ingreso económico para Estados Unidos es la industria del entretenimiento, entendiendo por esto, todas las creaciones fílmicas de Hollywood, todas las series de televisión producidas por las grandes cadenas televisivas como ABC, Warner TV, entre otros, y toda la producción musical internacionalmente comercializada. Conociendo esto, podemos con mayor facilidad comprender que el Estado norteamericano, en su afán por mantener estos astronómicos ingresos por este concepto, cree leyes y realice políticas a favor de esta actividad económica. Estas leyes son todas las que componen al Derecho de Autor; y sus políticas, se traducen en todas las instituciones a nivel mundial que velan por el cumplimiento de dichas leyes.
El imperio (en el sentido amplio de la palabra), asegurando sus intereses económicos, y aplicando la máxima del capitalismo como lo es la apropiación del trabajo ajeno, asegura la existencia de monopolios de empresas productoras, editoras y comercializadoras de todas las creaciones intelectuales abarcadas por el derecho de autor, pertenecientes la industria del entretenimiento anteriormente descrito, otorgándoles a estas instituciones unos derechos conexos a los del autor. Estos derechos conexos producen mayores beneficios a las empresas mencionadas que a los propios autores intelectuales, como por ejemplo: El autor de cualquier obra tiene derechos sobre sus producciones hasta 50 años después de su muerte (o más, dependiendo de cada país); luego de este tiempo, la obra pasa el dominio público; mientras que las empresas monopólicas tienen derechos eternos sobre las obras. Miguel de Cervantes, autor del Don Quijote de la Mancha, tiene casi 400 años de muerto, pero la editora Alfaguara aún conserva los derechos conexos sobre la edición echa por ellos a esta obra. Alfaguara continua generando ingresos por cada copia reproducida de este libro; y al ser una empresa monopólica, es complicado conseguir ediciones distintas. De igual modo, empresas de producción musical como Emi Music, generan mayor ingreso que los propios músicos por concepto de cada CD vendido, así como también se ven altamente beneficiados por cada concierto o aparición pública que tenga el artista.
Como estrategia de dominación imperial, en Venezuela existe una organización con fines de lucro denominada Sociedad de Autores y Compositores de Venezuela (SACVEN). Esta organización se encarga de cobrar por el uso de las obras de los autores suscritos a esta sociedad articulándose en las leyes sobre el derecho de autor, mundialmente establecidas; prohibiendo la difusión cultural al menos que se pague. Pero la existencia de esta asociación, no es más que el producto de una sociedad en donde hasta por la cultura se debe pagar; y que los autores, al ser explotados y exprimidos por las grandes corporaciones productoras y editoras y comercializadoras de sus obras, sólo son capaces de promover este sistema para lograr sobrevivir. Es válido destacar que SACVEN, autoritariamente, se queda con el 80% del dinero recaudado y solo el 20% pertenece a los artistas. Más o menos este es el mismo porcentaje de negociación entre los artistas y las corporaciones musicales
-Una alternativa revolucionaria
Debemos comprender e internalizar que el derecho de autor y la manera como se articula, solo pretende el beneficio económico de un sector monopólico de la economía; y que mas allá de modificar las leyes existentes sobre este tema, debemos acabar con dicho monopolio; y el llamado a hacer este es el propio Estado Venezolano en este momento de revolución socialista y humanista. También debemos comprender que en la lucha contra el imperialismo y el capitalismo encontraremos infinitos obstáculos cada vez más difíciles de superar hasta encontrarnos con bloqueos económicos al estilo cubano o intervenciones militares al estilo del Medio Oriente; por lo cuál, debemos ser producentes e inteligentes con cada paso que demos.
Si solo cambiamos o modificamos las leyes del derecho de autor dándoles un enfoque más socialista y humanista, sin tener una vinculación y una relación recíproca de aprobación con el sector económico, no lograremos los objetivos con tanta efectividad; mientras que si existiesen alternativas socialistas para la producción, edición y difusión de las obras del intelecto que no tengan una finalidad mercantil sino humana por la cultura, con tanta tecnología como las monopólicas pero con términos de negociación distintos, en donde los autores y la sociedad en general sean los mayores beneficiados y no las empresas capitalistas, entonces lograremos que las leyes existentes jueguen a nuestro favor, y más aún si se les da un enfoque socialista y humanista.
El Estado venezolano, mediante la figura de propiedad pública, estilo Venezolana de Televisión, debe crear instituciones encargas de las actividades mencionadas anteriormente que hagan acabar con el monopolio de las empresas privadas encargadas de lo mismo. Estas instituciones deben asegurarse generar un producto final con tanta calidad o mejor que el obtenido por las empresas privadas, así como también asegurarle a los autores todos los derechos morales sobre sus obras que estas empresas niegan.
De esta manera, estas instituciones estatales no requerirán los derechos conexos establecidos en la ley, por cuanto quedará inutilizada por completo; beneficiando a la sociedad y asegurándoles el acceso a cualquier obra derivada del intelecto, socializando el conocimiento.
De igual modo, no existirán artistas que solo realizan obras lo más comerciables posible con el único fin de lucrarse; sino que por el contrario, serán obras destinadas al libre uso público; y por supuesto, los artistas serán beneficiados económicamente al vender reproducciones de sus obras a precios justos y accesibles.
-Conclusiones
La eliminación de los intermediarios entre las obras, que son quienes se llevan la tajada más grande de beneficios económicos, y el público en general, es una acción de ganar-ganar; en donde tanto los artistas como los ciudadanos del mundo se verán beneficiados. Pero en este momento, nada de esto es posible sin un Estado realmente comprometido con la difusión de la cultura y el conocimiento que esté completamente deslindado de los intereses económicos del sector de la producción privada y capitalista. De esta manera, la sociedad en su sector ideológico-cultural será nutrido por una concepción del conocimiento para todos y no solo para quienes tengan dinero para pagar por él; y así mismo reproducirán el modelo.