Alfonso Pedro Zamora (*)

 

En un reciente artículo denominado “derrama económica de la propiedad intelectual”, su autor, Ernesto Piedras, intenta convencer a sus lectores sobre la importancia de esta ficción jurídica para la economía mexicana.

Según el relato del autor, “los derechos que protegen la propiedad intelectual revelan evidencias de jugar un papel central, hoy en día, para el desarrollo económico de toda nación, especialmente en una época como la que vivimos, durante la cual los llamados activos intangibles cobran cada vez mayor importancia para la economía nacional”

De acuerdo a este relato aquellos países hoy desarrollados comenzaron su proceso con la exportación de materias primas, pasaron a la manufactura y actualmente se enfocan a los servicios, a esos activos intangibles derivados de la innovación.

La falacia de la que parte este “especialista” es pensar que los intereses de los países centrales coinciden con los intereses de México o de los países de Latinoamérica y El Caribe, o suponer que un crecimiento de estos países conllevará el crecimiento de los nuestros, cuando la historia económica del capitalismo global nos ha enseñado que las economías del Norte crecen a expensas de las del Sur del rio Bravo.

Según Piedras, los países desarrollados, como EU o Japón, coinciden en su aceleración económica y su registro de patentes a partir de los años 80. Este hecho es consistente, en realidad, con la apertura indiscriminada de los mercados como consecuencia de la globalización neoliberal que ha utilizado a las patentes como constructoras de mercados cartelizados en las ramas de actividades más dinámicas de la economía.

Así se revela como las economías más desarrolladas utilizan como instrumento de creación de monopolios temporales los mal llamados derechos exclusivos, utilizados por los grandes corporaciones para crear enclaves industriales y comerciales en países como México.

Recolectar ganancias y remesarlas a sus casas matrices son los pasos siguientes, siendo la propiedad intelectual – integrada por los derechos de autor (libros, música, etcétera) y la propiedad industrial, la cual agrupa patentes, marcas, diseños industriales y modelos de utilidad- un sistema de secuestro de mercados, obtención de ganancias y fuga de capitales que opera sin barreras en todos los países de la región y el mundo a través del nefasto Acuerdo sobre los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPICs)

Asimismo, Piedras sostiene que China es un país en desarrollo (es actualmente la 2da economía del mundo) que cada vez más se muestra como una potencia en avance tecnológico y presenta también una impresionante aceleración en sus patentes a partir del 2000. El aumento del número de patentes es en gran parte debido a patentes de empresas extranjeras radicadas en China o como líder en ingenieria reversa, de innovaciones que son mejoras de productos ya existentes.

El portavoz de la corriente hegemónica en propiedad intelectual menciona que un estudio elaborado por The Competitive Intelligence Unit demuestra la importancia de la propiedad intelectual y los potenciales beneficios que su protección puede traer México. El estudio parte del impacto que sobre las variables económicas tendría un aumento de 10% en el número de registros de propiedad industrial.

Un supuesto incremento de 4,101 millones de pesos en el PIB nacional, equivalentes a 0.47% de su valor actual, además del aumento de 30 dólares en la inversión per cápita, dando como resultado un aumento de 3,381 millones de dólares en la formación bruta de capital fijo.

Una de las estrategias de las academias de propiedad intelectual lideradas por OMPI es correlacionar el aumento del número de patentes con el aumento del PIB nacional, un verdadero disparate intelectual y una burla a la inteligencia de los economistas que trabajan seriamente con las ciencias económicas y sociales.

La verdad indica que el sistema de patentamiento asociado al tratado del NAFTA solo ha traído la extranjerización de la industria mexicana y el aumento de patentes de origen estadounidenses y que, entre algunos de los efectos provocados por el sistema de propiedad industrial, produjo un aumento generalizado de precios de medicamentos y alimentos (en especial la “tortilla”) producidos por el aumento de los commodities importados desde los Estados Unidos y Canadá; todos productos realizados con insumos y métodos de fabricación protegidos por patentes.

Por el lado del comercio señala el informe que un aumento de 253 dólares per cápita en el comercio internacional generaría un incremento de 28,436 millones de dólares en el comercio total (importaciones más exportaciones).

Por su parte, el consumo per cápita crecería en 46 dólares, lo que generaría un incremento en el consumo total de 5,252 millones de dólares.

Por el lado del sector público, se generaría un aumento de 1,318 millones de dólares en el gasto gubernamental, 784 millones de dólares adicionales en la recaudación fiscal, equivalentes a un aumento de 2% del total, una disminución de 1.6% en la tasa de desempleo y una disminución de 0.1% en el índice de Gini, que mide la desigualdad en un país.

Estas asociaciones forzadas de la propiedad intelectual y el crecimiento de nuestros países es el relato oficial de una doctrina de la dependencia que intenta colonizar a los gobiernos y sociedades a través de un mito que le otorga características fetichistas a un mecanismo de crecimiento económico de los conglomerados transnacionales haciéndolos pasar como crecimiento del PIB nacional, aumento del comercio local, disminución del desempleo y de las desigualdades sociales no son más que una tergiversación de la realidad replicada por centros de poder mundial: economistas liberales, investigadores a sueldo de empresas basads en patentes, universidades cooptadas, medios de comunicación, estudios de abogados y gobiernos sumados a esta “mentira global”

El conocimiento que genera innovación real está basado en el trabajo, en el aumento de la producción de bienes y servicios de utilidad pública y no mercantil, y solo beneficia a la sociedad si está en función de las necesidades básicas de esa sociedad y no de los intereses económicos de los grandes capitales.

Las ganancias de la innovación que deriva en beneficios para los propietarios de la invención, son monopolios contrarios al bien comun y no son parte de políticas públicas que se trasladan como beneficios para toda la sociedad.

Por ello, y en contario de las teorías liberales, las acciones que faciliten el registro de patentes y capitales para la investigación y desarrollo destinados al patentamiento,  crearán restricciones a la innovación, precisamente es lo que se logra mediante los derechos de propiedad intelectual.

El modelo económico basado en la propiedad intelectual NO derrama

 

(*) Economista Magister en Tecnología e Innovación