
Camina de un lado al otro, viste saco café y jeans. “Viajé con un amigo de mis papás y acá encontré alguien que me dio una mano, pero todavía no soy refugiado”. Como otros miles de casos, John huyó de la violencia y es uno de los
143 276 ciudadanos que han solicitado refugio en Ecuador desde 1999.
La condición de refugiado es distinta a todas y, para que sea real, debe exisitr una necesidad, una urgencia de protección. A este estatus no se accede por circunstancias económicas o de trabajo, sino por la angustia de que la vida sea protegida.
El 98,4 % proviene de Colombia
El mayor ingreso de ciudadanos en busca de protección se registró en el 2009, con la presentación de 34 214 solicitudes y se aceptaron 26 123. Eso se debió al registro ampliado que ejecutó el Gobierno en ese periodo. Este número contrasta duramente con la reducción que se evidenció en 2010, cuando de las 29 056 peticiones las autoridades solo admitieron 8 075.
El presidente Rafael Correa explicó que esta reducción tiene que ver con la implementación de medidas más estrictas a quienes solicitan protección. “Había abuso en el tema de refugio, eso ha sido corregido y este año tenemos la mitad de solicitudes que el año pasado”, dijo en su enlace sabatino.
Entre enero y mayo de este año se otorgaron solamente 631 refugios, el 99% de colombianos. El Acnur calcula además que cada mes ingresan por la frontera al menos 1 400 ciudadanos más.
Mujeres y niños, los más vulnerables en busca de salud, educación, seguridad…
El director de Refugio de la Cancillería, José Sandoval, reconoce que la solidaridad ecuatoriana sí representa un costo para el Estado que -en su opinión- debe ser compartido con otros países. “Al Ecuador le representa un egreso de 40 millones de dólares al año y aunque existe apoyo de organismos y proyectos, la comunidad internacional debe redoblar sus esfuerzos”.
Sandoval destaca que,pese a ello, la política de libre movilidad en el Ecuador se mantendrá ya que “no está en la línea de la Constitución cerrar las fronteras”.
Los espacios de mayor demanda son de salud y educación. Debido a esto la población refugiada ya no permanece en las ciudades fronterizas, sino en las zonas urbanas que tienen mayor oferta de servicios. Actualmente el 60% de refugiados está en Quito, Santo Domingo, Esmeraldas, Ibarra y Tulcán.
Asimismo, el conglomerado que más busca protección es también el grupo más vulnerable: mujeres y niños, que por sus propias condiciones puede ser objeto de tráfico, trata o, en el caso de las mujeres, de violencia machista y prostitución. Al Ecuador ingresaron en los últimos años 32 878 mujeres y niños, lo que representa el 61,33% de la población refugiada.
Xenofobia, criminalización y medios de comunicación
Pero además de su complicada condición, quienes buscan protección enfrentan otro obstáculo: la discriminación xenofóbica y racial.
De acuerdo a Juan Villalobos, coordinador de Inciden Pública del Servicio Jesuita a Refugiados y Migrantes (SJRM), los medios de comunicación se han encargado de posicionar estigmas sobre este colectivo. “Un tiempo salió de la palestra pública, pero vuelve a aparecer cuando hay noticias negativas”.
En días pasados, una pareja colombiana fue asesinada a tiros en una transitada zona del norte de la capital. En los medios, su estatus de refugiado se destacó como dato fundamental lo que -según expertos en el tema- es una forma de construir un imaginario, pese a que las cifras muestran que en el Ecuador el número de extranjeros detenidos está por debajo de los estándares internacionales.
“No es que los extranjeros tengan más nivel de peligrosidad, el problema es que el entorno de violencia que tenían les persigue”, sostiene Sandoval.
Entonces, comprender la situación de quien pide refugio es más complicado de lo que dicen los medios. Según detalla Villalobos, quien huye de su país llega en crisis. “Para ellos, el presente es tan avasallador que hay imposibilidad de proyectarse al futuro y solamente el pasado es lo ideal”.
Incluso pueden haber casos de estrés agudo y depresivos, por lo que requieren orientación, satisfacción de sus necesidades básicas y trabajo psicológico, aclara el representante de SJRM. “Nadie quiere ser refugiado, es una decisión que no se planifica”.
A nivel mundial, más de 43 millones de personas están desplazadas por la violencia y alrededor del 80%, vive en países en desarrollo.
