Vincenzo Genovese
El acuerdo comercial entre la Unión Europea y los países del Mercosur preocupa a los pueblos indígenas de Brasil. Dos de sus representantes viajaron a Bruselas para exponer sus preocupaciones a eurodiputados y funcionarios de la Comisión Europea.
La principal inquietud es la probable expansión de la agricultura y la ganadería en las tierras habitadas por los pueblos nativos, anteriores a la colonización portuguesa del siglo XVI. De hecho, si el acuerdo es ratificado por el Parlamento Europeo y los Estados miembros de la UE, muchos productos agroalimentarios se exportarán de Sudamérica a Europa con arancel cero o reducido.
Teniendo en cuenta que la UE ya es el segundo socio comercial de los países del bloque Mercosur (Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay), con un intercambio de más de cien mil millones de euros al año, este acuerdo comercial favorecerá probablemente un aumento de la producción agrícola. En Brasil, se espera que se traduzca en un aumento del cultivo de soja, mijo y caña de azúcar, así como de la cría de ganado.
Esta producción se hará sobre nuestras cabezas, sobre nuestros cuerpos, a costa de nuestros ríos y de la selva
Alessandra Korap
Portavoz del pueblo amazónico munduruku
«El acuerdo aumentará la deforestación y los conflictos socioambientales. No garantiza los derechos de los pueblos indígenas, al contrario, crea inestabilidad e inseguridad jurídica para los pueblos indígenas, ya que los intereses económicos que quieren explotar aún más los territorios indígenas se benefician de este acuerdo», dice a ‘Euronews’ Dinamam Tuxá, coordinador de la Asociación de Pueblos Indígenas de Brasil (más de 300 comunidades, casi todas con una lengua propia).
Según él, el acuerdo comercial beneficiará al gran capital privado y a quienes utilizan métodos criminales para arrebatar tierras a los indígenas para la agricultura, y además complicará la aplicación de una ley europea: la ley sobre la deforestación importada, que entrará en vigor en 2025.
«Estamos en contra de este acuerdo, pero el Gobierno brasileño está a favor, porque quiere producir más. Y esta producción se hará sobre nuestras cabezas, sobre nuestros cuerpos, a costa de nuestros ríos y de la selva», afirma otra líder indígena, Alessandra Korap, portavoz del pueblo amazónico munduruku.
La ley no gusta a los indígenas
Ambos representantes de los pueblos indígenas destacan la combinación de la entrada en vigor del acuerdo y una tendencia del Parlamento brasileño a favorecer la explotación agrícola de los territorios habitados por nativos.
De hecho, la Constitución brasileña protege las llamadas ‘tierras demarcadas’, porciones de territorio garantizadas por la Carta Magna y asignadas a los más de 300 pueblos indígenas del país, donde ellos deciden qué cultivar. Sin embargo, en 2023 se aprobó una ley muy cuestionada que restringe la asignación de estas tierras.
«La Ley 14.701, Ley de Marco Temporal, flexibiliza los derechos de los pueblos indígenas a explotar la agroindustria dentro de sus territorios indígenas y paraliza la demarcación de los territorios indígenas«, explica Dinamam Tuxá.
La legislación sólo exige el reconocimiento como tierras demarcadas a aquellos territorios habitados o reclamados por los pueblos indígenas hasta 1988, cuando se promulgó la Constitución brasileña. Una condición que penaliza a las comunidades indígenas que han crecido o se han desplazado entretanto, una situación nada infrecuente para muchos de los pueblos que viven, por ejemplo, en la selva amazónica.
El ‘lobby’ del agronegocio en el Parlamento brasileño ha promovido un paquete de medidas destinadas a relajar los derechos de los pueblos indígenas
Dinamam Tuxá
Coordinador de la Asociación de Pueblos Indígenas de Brasil
«Cuando bloquean la demarcación de las tierras indígenas, lo hacen con el objetivo de privar a los pueblos indígenas de sus derechos sobre su propio territorio«, argumenta Tuxá. «El ‘lobby’ del agronegocio en el Parlamento brasileño ha promovido un paquete de medidas destinadas a relajar los derechos de los pueblos indígenas y ampliar las zonas de producción agrícola a los territorios indígenas», añade.
El acuerdo UE-Mercosur incluye un capítulo sobre sostenibilidad, pero los representantes de los pueblos indígenas no creen que los proteja lo suficiente. Y temen por su futuro, como se desprende de las palabras de Alessandra Korap.
«Si visitas mi región, ni siquiera sentirás que estás en el Amazonas. Verás almacenes llenos de toneladas de soja. El Gobierno favorece su producción, que se extiende por todos los estados de Pará y Mato Grosso», afirma Korap.