El papa Francisco, hospitalizado desde el 14 de febrero por una neumonía bilateral, fue dado de alta este domingo y regresó su residencia en el Vaticano donde iniciará una convalecencia de “al menos dos meses”, según sus médicos. Cuando el Pontífice, de 88 años, apareció en un balcón del hospital para bendecir a la multitud, unas quinientas personas, entre las cuales muchos periodistas, comenzaron vivas y aplausos. El Papa apareció en silla de ruedas, con el rostro deshinchado y quizás más delgado, pero muy frágil. Aunque tiene dificultades para hablar, en un momento de los menos de dos minutos de aparición, pidió a un colaborador que le acercara un micrófono para agradecerla a una señora que le llevó flores amarillas: “veo una señora con flores amarillas, brava…. gracias a todos”, dijo.
Luego saludó y bendijo levantando muy poco la mano de su regazo: podía notarse que tenía dificultades para respirar. Minutos más tarde, en su Fiat 500 blanco, abandonó el hospital con cánulas nasales de oxigenación de alto flujo, siempre saludando con la mano.
Antes de llegar a Santa Marta, en un clásico de su pontificado, pasó por la Basílica de Santa María la Mayor, donde se encuentra un ícono de la Virgen Salus Populi Romani del que es devoto y agradecerle. La Basílica de Santa María Mayor es el templo de Roma donde Jorge Bergoglio ya dijo que quiere ser enterrado. Fiel reflejo de que ya está obedeciento a los médicos, en lugar de hacer el esfuerzo de salir del auto y desplazarse hasta allí, el Papa le entregó al cardenal lituano Makrickas unas flores para poner frente a “su” Virgen.
Con los reflectores de todo el mundo apuntados a un balconcito del segundo piso del hospital Gemelli donde habían colocado una tarima blanca, centenares de personas, enfermos en silla de ruedas y periodistas esperaban con enorme expectativa la reaparición en público del papa Francisco. Después de 38 días de internación, en la que dos veces estuvo en peligro de muerte, el Pontífice salió a las 12 locales (las 8 de la Argentina), después de pasar a brevemente a saludar y agradecer a los directivos del Gemelli.
“Papa Francesco!”, coreaba la gente, durante la espera. Otros grupos, con monjas, rezaban el rosario sentados alrededor de la enorme estatua de san Juan Pablo II que hay en la entrada del hospital, que se volvió una especie de altar en donde dejar velas, cartas y buenos augurios al papa Francisco.