Raúl Dellatorre/ Página12

Cuando el vicepresidente del Banco Central admitió en Londres, el último lunes, que esa institución ya había sacrificado en lo que iba de enero más de 600 millones de dólares para sostener la estabilidad de los dólares financieros –vendiendo divisas para neutralizar la demanda excedente, evitando que el precio se disparara–, puso en evidencia dos cuestiones clave para la marcha del plan económico. Uno, que la supuesta estabilidad cambiaria está pasando por un momento crítico, ante el cual sólo la agresiva intervención de la autoridad monetaria está evitando que el desequilibrio se manifieste. Dos, que justamente esa cuestión, el modo en el cual el gobierno y el equipo económico,piensan ingeniárselas para evitar el descontrol, es la mayor preocupación del Fondo Monetario y el condicionante principal para arribar al acuerdo que se está negociando y que, consecuentemente, podría demorar en firmarse. 

El jueves, 72 horas después de la exposición de Vladimir Werning en la capital británica, apareció la primera medida que es consecuencia directa de ese cuadro de situación: la imprevista rebaja de los derechos de exportación (retenciones) a la soja, maíz, trigo, cebada, sorgo y girasol. El propósito no negado: alentar a los productores y sus exportadores a que adelanten la liquidación de sus ventas al exterior. 

La baja en las retenciones es temporal: sólo estará vigente hasta el 30 de junio. Un período en el cual, además, ya se adelantó que la tasa de devaluación mensual sólo será del 1 por ciento. Es decir, probablemente menor a la inflación y seguramente inferior a la tasa de rendimientos de las colocaciones en pesos. ¿Los precios internacionales de los granos durante el semestre? Quién sabe, pero por lo pronto la señal que manda el gobierno es «el que apuesta a retener los granos, pierde». 

Y decimos más arriba «la imprevista rebaja de los derechos de exportación» porque, contrariamente a lo que informó el ministro de Economía cuando anunció la medida, no es real que se la estuviera estudiando, mucho menos negociando con los sectores interesados, desde hace dos meses. 

Lo único que estaba en carpeta de los funcionarios de la cartera económica era la eliminación de los derechos de exportación remanentes para las economías regionales. La mayoría de las retenciones a las exportaciones de este sector de la economía ya había sido eliminada por el anterior gobierno, tal cual lo recordó Juan José Bahillo (ex secretario de Agricultura y Ganadería) no bien se hizo el anuncio.

Pero las retenciones del 33 por ciento para el poroto de soja, del 31 por ciento para el aceite y la harina derivados de esa misma oleaginosa, ni el 12 por ciento que pesa sobre las exportaciones de trigo o maíz, no estaba previsto que se rebajaran. Así lo confirman funcionarios y dirigentes de la producción que participan habitualmente de esas negociaciones entre el sector público y privado. 

La decisión derivó directamente del intento de dar una respuesta a los reclamos del FMI. ¿Seguirá el Banco Central entregando divisas al mercado bursátil para frenar la suba de los dólares financieros, como lo viene haciendo desde julio del año pasado, pero que aceleró bruscamente desde el inicio de enero? Es la pregunta que llegaba desde Washington hasta el lunes pasado, pero que formularon en vivo los miembros de la misión técnica que se encuentra en el país y es atendida personalmente por Luis Caputo.

No hizo falta que el ministro respondiera: la respuesta la dio el propio saldo de ventas de dólares del Central para contener la demanda de dólares financieros, que entre martes y miércoles le representó una nueva sangría a las arcas de la entidad que preside Santiago Bausili.

Quienes siguen de cerca el movimiento habitual de divisas en el mercado oficial, aseguran que en las cuentas que le acercaron a Caputo decía que el sector agroexportador podría llegar a ingresar 30.000 millones de dólares a lo largo de 2025. De ese volumen, unos 4500 iban a ingresar en el primer trimestre a razón de 1500 por mes, aproximadamente. Otros 2000 en abril y un total estimado de 4500 millones entre mayo y junio. Eso hace un monto de 11.000 millones de dólares para el primer semestre, para el resto debía esperar para el segundo. 

Pero la advertencia del FMI, a propósito de la fuga de divisas diaria que viene enfrentando el Banco Central, llegó acompañada de una sugerencia que cayó como un yunque sobre la cabeza de Bausili y Caputo, los referentes máximos del plan económico y monetario: a partir de ahora, el Fondo va a hacer un control de liquidaciones cada 15 días para evaluar la marcha del ingreso y salida de divisas. Es obvio que, hasta ver los resultados de esa secuencia, no habrá avances en la definición del desembolso de dólares que espera recibir el gobierno junto a un nuevo acuerdo con el FMI. 

La respuesta a esa decisión del staff técnico del FMI fue la rebaja de retenciones a los granos exportables, aseguran quienes participan casi en forma diaria de estas operaciones. Las cuentas que hace el ministro es que, con ese beneficio temporal, buena parte de los 19 mil millones de la actual campaña que hubieran ingresado en el segundo semestre, van a anticiparse para aprovechar la ventana de baja de retenciones que se cierra el 30 de junio.  

A esta altura, Caputo y Bausili enfrentan dos necesidades, con igual urgencia. La primera, construir «el puente de plata» entre el momento actual y aquel otro en el que vayan a recibir los desembolsos del FMI. Esta semana, durante la entrevista con Bloomberg, Javier Milei hizo una referencia poco usual a la implementación del préstamo del Fondo. «Vamos a ver como se hace efectivo, no es lo mismo que me den toda la plata junta que recibirla en cuotas, (porque) se necesitan esos recursos para fortalecer reservas y evitar una corrida». En resumen: hay urgencia en recibir los fondos.

La segunda necesidad de los responsables máximos del plan y ex socios, Caputo y Bausili: convencer a las autoridades técnicas del Fondo que las herramientas que manejan son suficientes para contener el rechazo que provoca en diversos sectores económicos el atraso cambiario. 

Por de pronto, los argumentos de los funcionarios argentinos no resultaron muy convincentes para convencer a los visitantes de que los problemas de exceso de demanda de divisas de dólares financieros tienen que ver exclusivamente con las vacaciones y la demanda de dólares para turismo. 

El instrumento inicial puesto en juego para contrarrestar la demanda de dólares fue el anuncio de la baja de la tasa de devaluación pero sin mover las tasas de interés en pesos. Un modo directo e indisimulable de promover la bicicleta financiera (probable solución para hoy, pero un grave dolor de cabeza a un futuro no muy lejano). Y no alcanzó. Ahora, la baja de las retenciones. ¿Resultará?

@DellatorreRaul