El Destape
Diferentes órganos del gobierno de Estados Unidos hicieron un seguimiento durante décadas al presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva. La información fue entregada por el actual gobierno, a cargo de Joe Biden, al biógrafo del mandatario sudamericano, Fernando Morais. El espionaje fue llevado a cabo entre 1966 a 2019 y, la mayor parte, de los documentos fueron producidos por la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
“El presidente todavía estaba preso cuando conseguí los documentos para identificar el nombre de él en todos los registros existentes en las agencias. Hay agencias que, obviamente, no tenían nada, como la que se encarga de la entrada ilegal de alimento, pero pedí en todas”, contó Morais al diario Folha de Sao Paulo. El escritor y periodista trabajó en las redacciones más reconocidas del Brasil, como Folha, Veja y TV Cultura y que cuenta en su haber con varias biografías, como la del escritor Paulo Coelho y trabaja ahora en el segundo tomo de la biografía del ex dirigente metalúrgico y tres veces presidente.
Para llegar a la información sobre el espionaje sobre Lula, hizo un pedido de información pública que habilita la Ley de Acceso a la Información (conocida como Freedom of Information Act), con el acompañamiento del estudio de abogados Pogust Goodhead. El requerimiento que hizo abarca cinco décadas, desde la época de la dictadura militar -en la que Lula también estuvo encarcelado en su condición de dirigente sindical y fundador del Partido de los Trabajadores (PT)-, hasta tiempo después de haber sido detenido y puesto en prisión en el marco de una investigación tendenciosa en su contra, en 2018. Al ser contactados por Folha, desde la Presidencia brasileña se negaron a comentar sobre el tema.
Aunque Morais todavía no llegó a revisar toda la información recibida, contó ante Folha que la CIA cuenta con 613 documentos sobre el mandatario, con un total de dos mil páginas. Allí, se da cuenta de la relación de Lula con la ex presidenta Dilma Roussef, también del PT, con autoridades de Medio Oriente y de China, además de planes militares brasileños y la producción de Petrobras.
En tanto, se encontrar 111 documentos del Departamento de Estado, 49 de la Agencia de Inteligencia de Defensa, 27 del Departamento de Defensa, 8 del Ejército Sur de los Estados Unidos, unidad de apoyo de las fuerzas armadas estadounidenses y 1 del Comando Cibernético del Ejército, brazo de operaciones militares e información digital. En su requerimiento solicitó: informes, correos electrónicos, cartas, actas de reuniones, registros telefónicos y otros documentos elaborados por las agencias de inteligencia estadounidense.
«Es necesario arrojar luz sobre la relación entre los dos países más grandes del continente americano. Este es el derecho de nuestro cliente Fernando Morais y de todos los brasileños. Confiamos en que las autoridades norteamericanas atenderán nuestra solicitud», dijo a Folha Tom Goodhead, socio -Administrador global de Pogust Goodhead.
En tanto, todavía esperan respuesta por parte del FBI (la policía federal), de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) y de la Financial Crimes Enforcement Network (FinCEN). El plazo es de 20 días hábiles, prorrogables por otros 20, para informar si facilitarán o no los datos.
Morais, que ya trabajó con datos estadounidenses para el libro «Olga», publicado en 1985 y que cuenta la historia de Olga Benário Prestes, militante comunista alemana judía, afirmó que el gobierno estadounidense veta los extractos que considera que plantean riesgos para la seguridad del Estado. «Sabemos que el gobierno norteamericano analizó de cerca el escenario político brasileño en las últimas décadas, y Lula es uno de los personajes más relevantes de la historia de América Latina«, afirmó el escritor. Cuando el material esté listo, tendrá que buscar el material completo en formato físico en Estados Unidos.
Como antecedente, el diario paulista citó que, en 2013, el programa Fantástico de TV Globo informó que Dilma era blanco de espionaje de la NSA, durante su presidencia: fue depuesta en 2016 en medio de un escándalo por el registro de las cuentas nacionales en medio de un proceso irregular.
Los documentos secretos que respaldan las acusaciones fueron obtenidos por la periodista Gleen Greenwald del ex técnico de la agencia Edward Snowden. Dos años más tarde, el portal WikiLeaks publicó información confidencial de la NSA, revelando nuevos espionajes contra Dilma, asesores y ministros. En total, 29 teléfonos de miembros y ex miembros del gobierno fueron intervenidos -al inicio del mandato- por la agencia estadounidense, como el del ex jefe de gabinete Antonio Palocci y el entonces secretario ejecutivo de Finanzas, Nelson Barbosa, el ex canciller Luiz Alberto Figueiredo Machado, y el ex jefe de la GSI (Oficina de Seguridad Institucional), general José Elito Carvalho Siqueira.
Los informes indicaron, en ese momento, que incluso una secretaria y una asistente de Dilma también tenían sus teléfonos intervenidos.