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Empresas como Archer Daniels Midland (ADN), Bunge, Cargill y Dreyfus son las que se han apoderado no solo del mercado, sino de la mayoría de embarcaciones que recorren una de vías fluviales más importantes para el comercio internacional.

El Paraná es el río más importante de América del Sur. Constituye el tramo principal de la denominada Hidrovía Paraná-Paraguay, una ‘carretera de agua’ de 3.400 kilómetros que comienza en el puerto de Cáceres, en el estado de Mato Grosso (Brasil), y llega hasta Nueva Palmira (Uruguay).

Se trata de una de vías fluviales más importantes para el comercio internacional. Es a través de este río que fluye por lo menos un 75 % de las exportaciones de Argentina, país que antaño fue conocido como el «granero del mundo».

Un río que, según especialistas, ante la inercia gubernamental se ha convertido en una plataforma para el saqueo de recursos naturales, la evasión y elusión tributarias, el contrabando, así como el tráfico de productos ilícitos.

El Paraná es hoy un espacio de disputa entre grandes potencias, que lo mismo buscan hacerse del control de la producción de alimentos, que de sus principales canales de comercialización.

Representa una vía de comunicación no solo de gran relevancia geopolítica, sostienen, sino también histórica: los términos de su aprovechamiento serán definitorios para el devenir de Argentina (y la región).

Una arteria estratégica para el comercio (y la economía criminal)

En entrevista, Carlos del Frade, periodista de investigación con más de 50 libros publicados, y actualmente diputado de la provincia de Santa Fe, explica que la definición de ‘hidrovía’ no es sino un eufemismo.

«Ese es un término economicista y empresarial, de lo que se está hablando, en realidad, es del río Paraná».

Se trata de una zona de alto valor estratégico. «No solo porque a través de este río se contribuye al mercado mundial con cientos de toneladas de granos, sino porque posee pletóricos yacimientos de agua dulce», recuerda el legislador.

Por su parte, Luciano Orellano, autor del libro ‘Argentina sangra por las barrancas del Río Paraná’ (Editorial Ágora, 2020), sostiene que la soja terminó desatando una ‘revolución’ a gran escala, dado que se ha convertido en la matriz productiva de varios países del Cono Sur.

Empresas como Archer Daniels Midland (ADN), Bunge, Cargill y Dreyfus son las que se han apoderado no solo del mercado, sino de la mayoría de embarcaciones que recorren la denominada Hidrovía.

«La soja es la proteína del siglo XXI. Un kilogramo de soja equivale a dos kilogramos de carne, en términos de proteína. Y en la Cuenca del Plata se producen 220 millones de toneladas, de las cuales, se exportan 150. De esta región depende un 40 % de la seguridad alimentaria global».

El comercio de granos en la Cuenca del Plata, sin embargo, está dominado por empresas de origen extranjero, explica Orellano. «Los principales beneficiarios son las grandes corporaciones, no los pueblos de nuestra región».

Empresas como Archer Daniels Midland (ADN), Bunge, Cargill y Dreyfus son las que se han apoderado no solo del mercado, sino de la mayoría de embarcaciones que recorren la denominada Hidrovía.

Vista del río Paraná.Marcelo Manera / Anadolu Agency / Gettyimages.ru

Orellano puntualiza que, si bien de manera recurrente se sostiene que Paraguay posee la tercera flota más grande del mundo (compuesta por 3.000 barcazas y 200 remolcadores), solo después de EE.UU. y China, en realidad, las empresas propietarias son de origen extranjero.

De acuerdo con estimaciones de Orellano, de las 53 empresas registradas con bandera de Paraguay, solamente seis de ellas son originarias de la nación suramericana.

«Paraguay prácticamente se ha convertido en un protectorado de EE.UU. No basta con tener la materia prima, lo que ellos buscan es controlar las fuentes de abastecimiento», sentencia el investigador y miembro del Foro por la Recuperación del Paraná.

Orellano considera que la Hidrovía es en la actualidad una ‘gran autopista para el saqueo’. Y es que, así como se transporta soja al por mayor, en la Hidrovía han aumentado, en paralelo, el contrabando y el tráfico de productos ilícitos.

Las prácticas al margen de la ley terminaron echando raíces a lo largo de la arteria que conecta Brasil, Bolivia, Paraguay, Argentina y Uruguay. Las transnacionales esquivan el pago de impuestos y las organizaciones criminales hacen negocios multimillonarios.

«Paraguay prácticamente se ha convertido en un protectorado de EE.UU. No basta con tener la materia prima, lo que ellos buscan es controlar las fuentes de abastecimiento», refiere Orellano. 

Por ejemplo, se han presentado denuncias en contra de mineras y empresas de la agroindustria que no dan cuenta del verdadero contenido de sus cargamentos.

En 2021, una diputada nacional del Congreso argentino, Alcira Argumedo, denunció que algunas empresas, como la minera La Alumbrera, no reportaban todos los minerales transportados.

Las transnacionales esquivan el pago de impuestos y las organizaciones criminales hacen negocios multimillonarios.

Mientras que de manera oficial se declaraba la exportación de cobre, oro y cadmio, entre otros minerales, por debajo del agua la empresa transportaba también las denominadas ‘tierras raras’, un conjunto de minerales estratégicos para la fabricación de equipos electrónicos.

Embarcaciones en el río Paraná.Marcelo Manera / Anadolu Agency / Gettyimages.ru

No obstante, más allá de la soja y los minerales, hay una mercancía para la exportación más codiciada: la cocaína ha hecho del río Paraná su ruta favorita hacia el boyante mercado de la Unión Europea, donde un kilogramo puede llegar a costar más de 40.000 euros.

La cocaína proviene principalmente de la región andina, de Bolivia y Perú, llega hasta la Triple Frontera, luego desemboca en el río de la Plata y, finalmente, cruza el Atlántico hasta llegar al Viejo Continente.

De acuerdo con el informe mundial sobre cocaína publicado por la Oficina de Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés) en marzo de este año, la Hidrovía Paraná-Paraguay se ha consolidado como una de las principales vías para el tráfico de esta droga.

Amenaza para la seguridad nacional y el equilibrio regional

En septiembre del año pasado, el diputado local Hugo Sager, de la provincia del Chaco, promovió una resolución en la que advertía de los peligros de la injerencia militar de EE.UU. en la Hidrovía Paraná-Paraguay.

En el documento se reconoce, por un lado, que las inversiones realizadas por grandes empresas de origen norteamericano durante los últimos años son «legítimas».

Por otro lado, sin embargo, se puntualiza que la presencia de Fuerzas Armadas de origen estadounidense en la zona pondría en riesgo la seguridad nacional y, además, rompería el equilibrio de las relaciones de defensa entre los países que forman parte del Mercado Común del Sur (Mercosur).

La principal preocupación contenida en la resolución es que Paraguay haya suscrito un convenio para llevar a cabo un Plan Maestro para la Navegabilidad del Río Paraguay con el apoyo de los servicios del Cuerpo de Ingenieros del Ejército norteamericano.

Entusiasmado con el apoyo del sector privado para la propuesta Plan Maestro para el Rio Paraguay por el @USACEHQ. Esto potenciará los beneficios del río Paraguay como principal canal de comercio. Seguiremos trabajando con @mreparaguay, @Mopcparaguay y @MIC_PY en la iniciativa https://t.co/cyYG367SM9— Marc Ostfield (él/he) (@USAmbPY) September 7, 2022

Sager, quien en otros momentos también ha llamado la atención sobre el aumento de la presencia de las Fuerzas Armadas estadounidenses en territorio paraguayo, consiguió que la resolución fuera suscrita de manera unánime por los legisladores de varias provincias del norte argentino.

«La presencia militar del Gobierno de EE.UU. en nuestra Hidrovía Paraná-Paraguay compromete la seguridad de los estados ribereños y convierte a la región en escenario de conflictos ajenos a la misma», se lee en la resolución 1630/22.

Cabe destacar que, a partir de esa coyuntura, desde Argentina se solicitó al Ministerio de Relaciones Exteriores de Paraguay que hiciera públicos los detalles del convenio suscrito con EE.UU. Hasta la fecha, sin embargo, la Cancillería argentina no ha obtenido respuesta.

No es la primera vez que las relaciones entre Asunción y Buenos Aires se tensan a partir de que el primero intenta adjudicar a EE.UU. responsabilidades diversas sobre la Hidrovía Paraná-Paraguay, sin consenso regional.

Sucedió entre 2016 y 2017, cuando producto de la oposición del embajador argentino en Asunción, Eduardo Zuain, no fue aprobada la participación de Washington en un proyecto similar. Poco tiempo después, no obstante, Zuain fue cesado de su cargo.

Recuperar soberanía para detonar el desarrollo

A últimas fechas los Gobiernos de Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay han rechazado el «cobro injusto» del peaje que se ha aplicado de forma unilateral por parte de Argentina y que, de acuerdo con su perspectiva, viola los fundamentos de los acuerdos del Mercosur.

Orellano explica que las rencillas entre Gobiernos por el cobro del peaje han sido objeto de «mucho ruido mediático» y que, en realidad, lo que se exige es una «cantidad minúscula» (1,45 dólares por tonelada neta de carga) si se toma en cuenta el volumen de mercancías que se exporta a través de esta arteria.

«Se calcula que por este concepto podrían recaudarse unos 20 millones de dólares en un río donde circulan mercancías con un valor de, por lo menos, 65.000 millones de dólares anuales».

El Gobierno de Paraguay, sin embargo, ha venido escalando el conflicto. A principios de este mes, Asunción recurrió al Tribunal Permanente de Revisiones del Mercosur para revocar el peaje. Y algunos de sus empresarios han llegado hasta pedir la intervención del Gobierno de Joe Biden.

A mediados de septiembre pasado, la Cámara de Comercio Paraguayo-Americana solicitó al Departamento de Estado y el Departamento de Comercio de EE.UU. que «cuantificara los daños» derivados del peaje y tomara las «medidas necesarias» al respecto.

Carlos del Frade, diputado de la provincia de Santa Fe, considera que poner en orden la Hidrovía no compete solamente al Gobierno nacional, sino a las autoridades de todas las provincias que colindan con ella.

«Todas las legislaturas deben estar involucradas. Si se sigue eludiendo el tema, cada vez habrá una mayor extranjerización de la Hidrovía. La principal consecuencia será un mayor empobrecimiento de nuestro pueblo», sentencia el legislador.

La propuesta de Orellano es que Argentina consiga hacerse de su propia draga, ejerciendo su derecho al flete, para prescindir de la empresa belga Jan de Nul.

Del Frade explica que, en el caso de Santa Fe, la provincia que produce la mayor cantidad de cereales para exportación, el gobierno local no se ha pronunciado nunca sobre los abusos que se cometen porque está «subordinado a los intereses de las corporaciones».

Orellano, quien ha participado en múltiples foros en defensa de la soberanía del río Paraná, considera «positivo» que en Argentina el tema de la Hidrovía se haya logrado instalar en la discusión pública.

Gracias a ello, explica, en 2021, a través de la Administración General de Puertos, la nación suramericana logró recuperar el control y la administración de la Hidrovía. No obstante, comenta, hace falta hacerse cargo de los servicios de dragado y balizamiento.

La propuesta de Orellano es que Argentina consiga hacerse de su propia draga, ejerciendo su derecho al flete, para prescindir de la empresa belga Jan de Nul, que actualmente se encarga de prestar los servicios.

«Los alimentos se han convertido en un arma, por eso Argentina está sujeta a presiones. Es momento de que nuestro país tome posesión de sus palancas estratégicas para detonar su desarrollo. La soberanía no se proclama, se ejerce», concluye.