Los Angeles Times

El gobierno de Estados Unidos apunta en dirección a lo que ha sido un imperio indomable: el omnipresente motor de búsqueda de Google, que se ha convertido en la principal puerta de entrada a internet.

El ataque jurídico cobrará toda su fuerza el martes en una sala de un tribunal federal de Washington D.C., la cual servirá como campo de batalla para el mayor juicio antimonopolio en Estados Unidos desde que los reguladores fueron tras Microsoft y su predominio en el software para computadoras personales hace un cuarto de siglo.

Se prevé que el juicio de 10 semanas ante el juez de distrito Amit Mehta incluya testimonios potencialmente reveladores de altos ejecutivos de Google y su matriz corporativa Alphabet, así como de otras poderosas empresas de tecnología. Sundar Pichai, el director general de Alphabet —que sucedió al cofundador de Google, Larry Page, en 2019—, estará entre los testigos más destacados que probablemente testificarán. Los documentos judiciales también indican que Eddy Cue, uno de los ejecutivos de más alto rango de Apple, podría ser convocado al estrado.

El caso contra Google se asemeja al presentado contra Microsoft en muchos sentidos, incluida la amenaza existencial que representa para un gigante tecnológico de renombre en cuyos productos confían miles de millones de personas.

Está previsto que el juicio continúe hasta finales de noviembre antes de que concluya su primera fase, tras la cual se cree que habrá otra ronda de presentación de expedientes y argumentos judiciales. No se prevé que Mehta emita un fallo sino hasta el año próximo. Si decide que Google ha estado infringiendo la ley, ello será motivo para iniciar otro juicio con el fin de determinar qué medidas deben tomarse para contener a la empresa de Mountain View, California.

Aunque los productos de Google —como el navegador web Chrome, Gmail, YouTube y los mapas en línea— son enormemente populares, ninguno se ha vuelto tan indispensable —ni tan valioso— como el motor de búsqueda de internet inventado por Page y Sergey Brin, un compañero de posgrado de la Universidad de Stanford, a finales de la década de 1990.

El juicio comienza apenas un par de semanas después del 25º aniversario de la primera inversión en la empresa —un cheque de 100.000 dólares emitido por Andy Bechtolsheim, cofundador de Sun Microsystems— que le permitió a Page y Brin establecerse en una cochera de Silicon Valley.

Hoy en día, la empresa matriz de Google, Alphabet Inc., vale 1,7 billones de dólares y emplea a 182.000 personas, y la mayor parte de su dinero proviene de 224.000 millones de dólares en ventas anuales de publicidad que fluyen a través de una red de servicios digitales anclados en un motor de búsqueda que responde a miles de millones de consultas al día.

Google podría terminar menoscabado si el juicio antimonopolio culmina en obligarlo a hacer concesiones que socaven su poder. Una posibilidad es que la empresa se vea obligada a dejarles de pagar a Apple y a otras compañías para que hagan que Google sea el motor de búsqueda predeterminado en teléfonos inteligentes y computadoras.

O la batalla jurídica podría hacer que Google pierda el enfoque en lo que más le interesa. Eso le sucedió a Microsoft después de su enfrentamiento antimonopolio con el Departamento de Justicia: distraído, el gigante del software tuvo dificultades parar adaptarse al impacto de las búsquedas en internet y los teléfonos inteligentes. Google aprovechó esa distracción para saltar de sus raíces de empresa incipiente hasta convertirse en una potencia imponente.

Casi tres años después de presentar su demanda antimonopolio durante el gobierno del presidente Donald Trump, los abogados del Departamento de Justicia de Estados Unidos intentarán demostrar que Google ha estado abusando del poder de su motor de búsqueda para sofocar a la competencia en formas que desalentaron la innovación. Los críticos dicen que la calidad de los resultados de búsqueda también se ha deteriorado, ya que Google utilizó su motor para vender anuncios y promocionar sus propios productos, como reseñas de Google sobre restaurantes en lugar de las ofrecidas por Yelp.

Docenas de fiscales generales estatales, encabezados por el de Colorado, se han sumado a la batalla y tendrán una oportunidad de demostrar que Google se convirtió en un monopolio ilegal que perjudica a los consumidores.

El meollo del argumento del Departamento de Justicia se reducirá a su afirmación de que el motor de búsqueda de Google se ha vuelto como el aire digital que casi todo el mundo respira, y que necesita ser limpiado porque las tácticas de la empresa han contaminado la atmósfera.

Se prevé que el vasto equipo jurídico de Google alegue que la compañía nunca ha dejado de mejorar su motor de búsqueda, ejecutando su misión original de organizar la información del mundo y hacerla universalmente accesible para cualquier persona con una conexión a internet. Desde la perspectiva de Google, las mejoras continuas explican por qué la mayoría de la gente gravita casi por reflejo hacia su motor de búsqueda, un hábito que hace mucho tiempo hizo que “googlear” fuera sinónimo de buscar algo.

A pesar de dominar aproximadamente el 90% del mercado de búsquedas en internet, Google sostiene que enfrenta una gama amplia de competencia, la cual va desde otros motores de búsqueda como Bing y DuckDuckGo, de Microsoft, hasta sitios web como Amazon y Yelp, donde la gente investiga qué producto comprar o dónde comer.

El Departamento de Justicia sostiene que la afirmación de Google de que domina el mercado por ofrecer el mejor motor de búsqueda es un embuste. Alega que Google protege su franquicia a través de una forma de soborno, y desembolsa miles de millones de dólares anualmente para ser el motor de búsqueda predeterminado en el iPhone y en navegadores web como Safari de Apple y Firefox de Mozilla.

Los reguladores también sostienen que Google ha manipulado ilegalmente el mercado a su favor al exigir que su motor de búsqueda se incluya con su software Android para teléfonos inteligentes si los fabricantes de los dispositivos quieren acceso completo a la tienda de aplicaciones de Android.

Al entrelazar el motor de búsqueda de Google como la opción predeterminada en tantos lugares, el Departamento de Justicia afirma que la empresa ha hecho más difícil que las personas encuentren los mejores resultados lo más rápido posible.

Los reguladores alegan que los acuerdos de la empresa garantizan el acceso automático de Google a miles de millones de consultas que proporcionan datos para su motor de búsqueda, a la vez que impiden que Bing y DuckDuckGo obtengan información que podría ayudarlos a mejorar sus resultados.

Las tácticas han creado una situación tóxica que le ha permitido a Google colocar más anuncios en la parte superior de sus resultados de búsqueda, lo que incrementa sus ganancias y el precio de las acciones de Alphabet, según el Departamento de Justicia. Esa práctica requiere que los consumidores profundicen cada vez más para responder a sus preguntas o encontrar lo que buscan, algo que los reguladores creen que podría evitarse si los servicios rivales pudieran recopilar tanta información como lo hace Google a través de sus acuerdos monopólicos.

Google insiste en que los consumidores podrían cambiar fácilmente su configuración predeterminada a otro motor de búsqueda.

La empresa también alega que sí enfrenta competencia de tecnologías en evolución: Microsoft, por ejemplo, está integrando inteligencia artificial de su socio comercial Open AI en Bing, su motor de búsqueda. Esa medida de febrero impulsó a Google a comenzar a equipar también a su motor de búsqueda con resultados impulsados por inteligencia artificial, un indicio que, dice la empresa, muestra que la competencia continúa prosperando.