IPS
Las ganancias inesperadas de las grandes empresas del mundo alcanzan a un billón (millón de millones) de dólares al año, y un impuestos sustancial podría llevar muchos recursos al combate de miseria y el cambio climático, plantearon este jueves 6 las coaliciones contra la pobreza Oxfan y ActionAid.
«Es obsceno que las corporaciones hayan acumulado miles de millones de dólares en ganancias inesperadas extraordinarias mientras que la gente de todo el mundo está luchando para pagar suficientes alimentos o artículos básicos como medicinas y calefacción», dijo el director ejecutivo interino de Oxfam, Amitabh Behar.
El informe conjunto con ActionAid propone que los gobiernos aborden un impuesto de 90 % sobre esas ganancias inesperadas (extraordinarias) podría generar hasta 941 000 millones de dólares para destinarlo a combatir la pobreza y el cambio climático.
Según su análisis, basado en la clasificación «Global 2000» de la revista especializada Forbes, 722 megacorporciones privadas obtuvieron 1,09 billones de dólares en ganancias inesperadas en 2021, y 1,1 billones en 2022, con un aumento de 89 % en las ganancias totales en comparación con el promedio de 2017-2020.
Definieron como ganancias extraordinarias aquellas que superan en más de 10 % las del promedio del período considerado, en este caso 2017-2020.
Mientras eso ocurría, con altas tasas de interés y elevados precios, 1000 millones de trabajadores en 50 países debieron aceptar, en la práctica, un recorte salarial estimado en 746 000 millones de dólares.
Al discriminar por sectores, el informe indica que 45 corporaciones de energía obtuvieron al año un promedio de 237 000 millones de dólares en ganancias inesperadas en 2021 y 2022.
«Es obsceno que las corporaciones hayan acumulado miles de millones de dólares en ganancias inesperadas extraordinarias mientras que la gente de todo el mundo está luchando para pagar suficientes alimentos o artículos básicos como medicinas y calefacción»: Amitabh Behar.
Los gobiernos podrían haber aumentado las inversiones globales en energía renovable en 31 % si hubieran gravado al 90 % las ganancias inesperadas que los productores de petróleo y gas canalizaron a sus ricos accionistas, según el análisis.
«Ahora hay 96 multimillonarios de la energía con una riqueza combinada de casi 432 000 millones de dólares, 50 000 millones más que en abril del año pasado», indicó.
La riqueza y la pobreza extremas han aumentado simultáneamente por primera vez en 25 años.
Las corporaciones de alimentos y bebidas, los bancos, las grandes farmacéuticas y los principales minoristas también sacaron provecho de la crisis del costo de vida que ha visto a más de 250 millones de personas en 58 países afectadas por una aguda inseguridad alimentaria en 2022.
El informe indica que 18 corporaciones de alimentos y bebidas obtuvieron un promedio de 14 000 millones de dólares al año en ganancias extraordinarias en 2021 y 2022, «lo suficiente para cubrir, más del doble, la brecha de financiamiento de 6400 millones necesaria para la asistencia alimentaria vital en África Oriental».
Oxfam estima que es probable que una persona muera de hambre cada 28 segundos en Etiopía, Kenia, Somalia y Sudán del Sur. Los precios mundiales de los alimentos aumentaron más de 14 % en 2022.
Se estableció que 28 corporaciones farmacéuticas obtuvieron un promedio de 47 000 millones de dólares anuales en ganancias inesperadas, y 42 minoristas y supermercados importantes obtuvieron 28 000 millones por ese concepto.
Nueve corporaciones aeroespaciales y de defensa recaudaron un promedio de 8000 millones de dólares al año en ganancias extraordinarias mientras, por contraste, «9000 personas mueren todos los días de hambre, en gran parte debido a guerras y conflictos».
«La gente está enferma y cansada de la codicia corporativa. Las grandes empresas nos están engañando a todos: suben los precios para obtener ganancias monstruosas, saqueando a la gente bajo el pretexto de una policrisis», dijo Behar.
Expuso que «algunas corporaciones cada vez más dominantes están monopolizando los mercados y fijando precios por las nubes para llenar los bolsillos de sus ricos accionistas».
Apuntó a «las grandes farmacéuticas, los gigantes de la energía y las grandes cadenas de supermercados», las cuales «engordaron descaradamente sus márgenes de beneficio durante la pandemia y la crisis del costo de vida».
«Lo más preocupante es que, en ausencia de regulación, incluidos los impuestos progresivos, los gobiernos han invitado a esto», dijo Behar.
En su apoyo citó a Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo, quien sugirió en mayo que las corporaciones «se están involucrando en una codicia de inflación».
También al Fondo Monetario Internacional, al mostrar en un estudio que las ganancias corporativas representan casi la mitad del aumento de la inflación en Europa en los últimos dos años.
También el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, ha pedido a los países ricos que impongan impuestos extraordinarios a las empresas de combustibles fósiles, y que redirijan el dinero a países vulnerables que sufren pérdidas cada vez mayores por la crisis climática.
ActionAid y Oxfam piden a los gobiernos que recuperen las ganancias impulsadas por la especulación, y calculan que una tasa de 50 a 90 % podría generar entre 523 000 y 941 000 millones de dólares, tanto para 2021 como para 2022.
Contrataron esas cifras con el déficit estimado de financiación para brindar cobertura universal de protección social y atención médica a más de 3500 millones de personas que viven en países de ingresos bajos y medianos bajos, estimado en 440 000 millones de dólares.
También podría cubrirse y el déficit de financiación para brindar acceso universal a la educación preescolar, primaria y secundaria en esos mismos países, estimado en 148 000 millones de dólares. Se apoyaría la contratación de millones de nuevos maestros, enfermeras y trabajadores de la salud en todo el Sur global.
Arthur Larok, secretario general de ActionAid, dijo que «gravar las ganancias extraordinarias es una política económica inteligente: es una fuente de dinero muy clara y directa para el desarrollo y la lucha contra el cambio climático».
«Acumular más préstamos a los países más pobres es lo que no tiene absolutamente ningún sentido cuando la deuda está acelerando la crisis climática», concluyó.