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Este día se cumplen 10 años desde que el exanalista de la CIA y de la Agencia de Seguridad Nacional de EE.UU. (NSA, por sus siglas en inglés) Edward Snowden llegó a Rusia. El consultor tecnológico reveló el espionaje digital masivo por parte de Washington y dejó al descubierto los crímenes de funcionarios del país norteamericano. Sin embargo, fue él quien tuvo que huir de la Justicia estadounidense.
Snowden llegó el 23 de junio de 2013 al aeropuerto Sheremétievo de Moscú, en un vuelo procedente de Hong Kong (China). En un principio, para el excolaborador de la CIA Rusia no era su destino final, sino solo una escala en su intento por llegar a otro país. No obstante, quedó varado en la zona de tránsito del aeropuerto moscovita después de que el Gobierno estadounidense invalidara su pasaporte. Durante su estadía en la terminal aérea, intentó conseguir refugio en más de 20 países.
En agosto de ese año, Rusia le otorgó asilo temporal, con lo que finalmente pudo salir de Sheremétievo. En 2022, Snowden recibió la ciudadanía rusa por decreto del presidente Vladímir Putin. En caso de volver a EE.UU., se enfrentaría a 30 años de prisión.
Cuando Edward Snowden tomó la decisión de sacar a la luz las prácticas ilegales de Washington, sabía que su vida cambiaría, pero jamás hasta qué punto. A principios de junio de 2013, en una habitación de hotel en Hong Kong, convocó a un pequeño grupo de periodistas para revelar la red de espionaje digital masivo del Gobierno estadounidense.
La respuesta fue inmediata, el director de inteligencia nacional de EE.UU. anunció la petición de una investigación criminal y el propio Snowden decidió revelar su identidad: «No tengo ninguna intención de esconderme, porque sé que nada de lo que he hecho es incorrecto», dijo entonces. Su calvario, sin embargo, acababa de comenzar.
«Pasé 40 días atrapado en una sala de tránsito del aeropuerto, donde solicité asilo a unos 21 países diferentes. Hubo respuestas públicas de los representantes de las diferentes naciones, todos de lugares en los que uno esperaría la defensa de los derechos humanos y la protección de los denunciantes», declaró posteriormente Snowden. Entre esas naciones se encontraban Francia, Alemania e Italia.
«Las respuestas desde los países grandes era: ‘No haremos esto. No aceptaremos esto porque tenemos miedo de EE.UU.’. Y luego, los países pequeños que realmente estaban dispuestos a responder decían: ‘Haríamos esto, pero no creemos que podamos protegerlo, debido a la práctica estadounidense de entregas extraordinarias, que es un secuestro'», relató.
John Kiriakou, un denunciante exempleado de la CIA, pasó un tiempo en prisión por sacar a la luz un programa de tortura implementado por la Administración de George W. Bush. «Vas a enfrentar enjuiciamiento, persecución y bancarrota. Tus amigos se alejan de ti. Tus antiguos colegas se alejan de ti. Literalmente, tienes que empezar la vida de nuevo sin nada», contó Kiriakou.
Chelsea Manning, Jeffrey Sterling, Shamai Leibowitz, son solo algunos nombres de la lista de informantes condenados por Washington. Se calculan en unos 200.000 los documentos filtrados por Snowden. Una enorme cantidad de información que mostró, entre otras cosas, programas, tratados y acuerdos bilaterales secretos para la transferencia masiva de información al Gobierno estadounidense.
También reveló el uso de ‘software’ espía en aplicaciones móviles, redes informáticas o correos electrónicos. Las víctimas: millones de ciudadanos, incluidos jefes de Estado e importantes empresarios. Unas revelaciones impresionantes en su día que, sin embargo, no han supuesto que Estados Unidos pusiera fin a muchas de esas prácticas.
«EE.UU. sigue espiando a América Latina»
El Congreso estadounidense deberá decidir este año si pone fin a la Sección 702 de la Ley de Vigilancia de Inteligencia Extranjera, conocida como FISA, que permite al Gobierno vigilar dentro de EE.UU. las comunicaciones digitales. Solo en 2021, el FBI realizó hasta 3,4 millones de búsquedas sin orden judicial amparándose en esa ley.
En opinión de Percy Francisco Alvarado Godoy, exagente de la Seguridad Cubana, pese a las numerosas revelaciones, Washington sigue «usando todo tipo de tecnología» para espiar a los países de América Latina mediante sus embajadas y bases militares establecidas en diferentes naciones de la región.
El papel de personas como Snowden o Julian Assange ha sido «vital» para «sacar a la luz todo ese complejo andamiaje tecnológico» que se usa contra las naciones latinoamericanas, considera Alvarado. En casos como Cuba, «se ha podido detectar incluso intentos de atentados mediante el uso de inteligencia artificial y desarrollo de armas biológicas», afirmó.