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Tras más de una década de distanciamiento, la Unión Europea (UE) se ha planteado como objetivo estratégico recomponer sus lazos con América Latina y el Caribe (ALC), región que en el último siglo ha estado dentro de la órbita estadounidense, pero que en data reciente ha empezado a estrechar relaciones del más alto nivel con actores como China.

En este marco, durante el último año, Bruselas ha desplegado una ofensiva diplomática orientada a consolidar la integración birregional, que aún habiendo sido acordada formalmente desde finales de la década de 1990, no ha terminado de cuajar.

El conflicto en Ucrania y los efectos indeseados de las sanciones impuestas a Rusia parecen haber pisado el acelerador de las prioridades de la UE en la región latinoamericana y caribeña, al dejar al descubierto que Bruselas no disponía de una fuente alterna de materias primas –particularmente energéticas– para reemplazar fácilmente las que obtenía a través de Moscú.

Esta situación también dejó establecido que la alta dependencia del comercio con China representaba otro ‘talón de Aquiles’ para el bloque, en un contexto de reconfiguraciones que apuntan hacia el fin del unilateralismo estadounidense y el advenimiento de un mundo multipolar.

Cambio de ruta

Así las cosas, las altas autoridades europeas decidieron corregir el rumbo y virar el timón hacia ALC, con una hoja de ruta centrada en el financiamiento de proyectos de infraestructura, cambio climático, derechos humanos, transición energética y combate contra el crimen trasnacional.

El objetivo, como se desprende de la Nueva Agenda para reforzar la asociación de la UE con América Latina y el Caribe publicada a inicios de junio de 2023, es recomponer unos vínculos que resultan vitales para Europa, que corre el riesgo de quedar relegada a posiciones secundarias frente al grupo BRICS (compuesto por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y, muy especialmente, frente a Pekín.

Prioridades divergentes

Sin embargo, los desafíos no son nuevos. En la declaración final de la Cumbre de Río de Janeiro, celebrada en 1999, se indicó que el encuentro tenía como objetivo «fortalecer los vínculos de un entendimiento político, económico y cultural entre las dos regiones a fin de desarrollar una asociación estratégica entre ambas», asentado en tres pilares: diálogo político, libre comercio y cooperación, en áreas tan dispares como salud, educación, desigualdad, pobreza, drogas, terrorismo, migración energía o conectividad.

Pese a estas intenciones declaradas, durante la década siguiente la falta de coincidencia entre las prioridades regionales y el clima geopolítico, dominado por el unilateralismo de EE.UU., restringió las relaciones al ámbito bilateral y solo en ciertas áreas, en función de las ventajas comparativas para cada actor.

Enrique Iglesias durante coloquio UE-Celac en Madrid, 22 de junio del 2023.Diego Radames / Europa Press / Gettyimages.ru

En este marco, países como México consiguieron suscribir con el bloque europeo un Acuerdo de Asociación Estratégica y un Plan Ejecutivo Conjunto, pero aún sigue pendiente la firma del Tratado de Libre Comercio entre la UE y el Mercosur, al tiempo que el acuerdo comercial entre Bruselas y la Comunidad Andina de Naciones (CAN) se firmó por partes y, finalmente, solo incluyó a Colombia, Perú y Ecuador.

Integración UE-Celac

En la precitada Nueva Agenda de la UE para reforzar sus nexos con ALC, se le da especial importancia a la relación del más alto nivel con la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).

Constituida en 2011, supuso un punto de inflexión para la integración regional, pues por vez primera ALC disponía de un organismo para articular trayectorias comunes sin la participación de EE.UU. y Canadá.

Cumbre Celac-UE en República Dominicana, 26 de octubre del 2026.Stringer / Anadolu Agency / Gettyimages.ru

Con este espíritu, Santiago de Chile acogió en 2013 la primera Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno Celac-UE, bajo el lema: ‘Alianza para el Desarrollo Sustentable: Promoción de Inversiones de Calidad Social y Ambiental’.

En la declaración final se ratificaron los principios fundamentales del Derecho Internacional y la Carta de las Naciones Unidas, incluyendo el repudio a «todas las medidas coercitivas de carácter unilateral con efecto extraterritorial que son contrarias al derecho internacional y las normas comúnmente aceptadas de libre comercio».

También se invocaron los acuerdos multilaterales relativos a la lucha contra el cambio climático y el crecimiento económico sostenido y ambientalmente sustentable, pero no se definieron planes y proyectos concretos en ninguna de las áreas estratégicas.

El siguiente encuentro se produjo dos años más tarde en la capital europea, animado por la premisa: ‘Modelar nuestro futuro común: trabajar por unas sociedades prósperas, cohesionadas y sostenibles para nuestros ciudadanos’.

Como en el caso anterior, se reiteraron compromisos ya adquiridos en las reuniones de Jefes de Estado y de Gobierno precedentes, se recalcó la «importancia» de la asociación birregional, con énfasis en el ámbito económico, mas ello no se tradujo en ninguna acción concreta con impacto en la región latinoamericana y caribeña.

Cumbre UE-Celac en Bruselas, 17 de julio del 2018.Thierry Monasse / Gettyimages.ru

Tras esta II Cumbre Celac-UE, el formato entró en receso por ocho años, con algunas reuniones de cancilleres y ministros en el interín, en las que apenas se alcanzaron resultados destacables.

Empero, la cita convocada para el venidero 17 y 18 de julio en Bruselas, persigue dejar atrás los equívocos y desatenciones del pasado, como se desprende de la reciente gira que emprendiera la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, por Brasil, Argentina, Chile y México, las cuatro economías más grandes de la región.

Este movimiento estuvo antecedido de una intensa agenda de intercambios en diversas áreas, que involucran no solo a los Gobiernos sino también a organizaciones sociales y grupos de empresarios, según se lee en la Hoja de Ruta Birregional 2022-2023, aprobada durante el ejercicio argentino de la presidencia ‘pro témpore’ de la Celec.

Balance agridulce

El tablero latinoamericano y caribeño se ha modificado sustancialmente durante el tiempo en el que la UE miró hacia otros territorios y el olvido ha pasado facturas que resultan difíciles de honrar en el corto plazo.

De ello es consciente el alto comisionado de la UE para Relaciones Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, que pocas jornadas antes del viaje de von der Leyen a Latinoamérica reconoció ante los medios que la relación birregional se ha dado «por sentada e incluso se ha descuidado», cuando los países al otro lado del Atlántico debían ser «socios preferentes».

Como preparación a la venidera Cumbre UE-Celac, la funcionaria visitó Brasil, donde suscribió acuerdos de inversión para la producción de hidrógeno verde por el orden de los 10.000 millones de dólares y anunció que el bloque otorgaría 105 millones de dólares al Fondo de la Amazonía.

Luiz Inácio Lula da Silva y Ursula von der Leyen, en Brasil.Gustavo Moreno / AP

Sin embargo, el Tratado de Libre Comercio entre la UE y Mercosur, que era el plato fuerte del encuentro entre von der Leyen y el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, tropezó con nuevos obstáculos, pues el mandatario denunció que contenía demandas irrazonables y amenazas de sanciones, inaceptables en una relación que debía sustentarse en la confianza.

«Le expliqué a la presidenta von der Leyen las preocupaciones de Brasil con el instrumento adicional al acuerdo, presentado por la Unión Europea en marzo de este año, que amplía las obligaciones de Brasil y las somete a sanciones en caso de incumplimiento», declaró Lula da Silva. 

Una situación similar se replicó en Argentina, donde la reunión entre el presidente Alberto Fernández y la alta funcionaria de la UE se tradujo en pactos para intensificar la cooperación en la producción de materias primas y en un memorándum de entendimiento para la explotación del litio, aunque el mandatario avanzó duras críticas sobre las condiciones impuestas por Bruselas para cerrar el acuerdo con el Mercosur.

Gabriel Boric y Ursula Von Der Leyen en La Moneda, Santiago, 14 de junio del 2023.Martín Bernetti / AFP

Empero, en Santiago de Chile las cosas marcharon mejor para Europa. Tras su reunión con el presidente Gabriel Boric, Von der Leyen anunció nuevos acuerdos para aumentar la cooperación en materia de litio e hidrógeno verde, en el contexto de las metas de descarbonización establecidas por el bloque europeo.

El recorrido de la presidenta de la Comisión Europea concluyó con un encuentro con el presidente Andrés Manuel López Obrador en la Ciudad de México. El mandatario comentó en sus redes sociales que las partes convinieron «en apresurar la firma» de un Tratado de Libre Comercio entre el bloque y la nación azteca y Von der Leyen expresó en las suyas que México era «un socio estratégico y un miembro clave del G20», con el que Europa comparte «valores fundamentales». No obstante, no se precisaron fechas ni se divulgaron detalles sobre el estatus de las negociaciones.

Ruta de la Seda versus Global Gateway

Además de los Tratados de Libre Comercio con socios estratégicos como Mercosur o México y de la firma de acuerdos para hacer parte del negocio del litio, la UE intenta desplegar en ALC la estrategia Global Gateway, destinada a financiar proyectos de infraestructura que garanticen «valor añadido local», así como la promoción del «crecimiento, el empleo y la cohesión social».

Saltan a la vista las similitudes con la Iniciativa de La Franja y La Ruta, con la que China ha escalado posiciones en el sur global –incluyendo en los países de ALC– desde la década pasada, a partir del financiamiento de ambiciosos proyectos de infraestructura que redunden en el desarrollo local en condiciones financieras ventajosas y sin condicionamientos políticos.

En 2022, Alicia Bárcena, entonces presidenta de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), consideró que la cooperación de la región con China podría representar una oportunidad invaluable para reducir la desigualdad global y avanzar en la senda del desarrollo sostenible, de conformidad con lo estipulado en la Agenda 2030.

A su parecer, los países de la Celac pueden «actuar en conjunto en temas estratégicos (…) y coordinar sus esfuerzos en torno a las reglas de comercio, propiciar en conjunto una inversión extranjera directa de calidad desde China y lograr mejores condiciones de financiamiento internacional, particularmente hacia los países de ingresos medios».

A la fecha, 19 países de ALC se han sumado a la propuesta de Pekín. No solo se trata de aliados esperables como Cuba, Bolivia, Nicaragua o Venezuela, sino que la lista incluye a Chile, Argentina y Uruguay; a lo que se suma que China se ha constituido en el principal socio comercial de la mayor parte de los países suramericanos.

Si bien en 2021 retrocedió la inversión directa de China en el subcontinente por causa de la guerra comercial iniciada por EE.UU., la enorme deuda en infraestructura presente en la región ha favorecido las apuestas de largo plazo y la búsqueda de alternativas para contrarrestar las restricciones impuestas por Washington a las tecnológicas chinas.

Un reporte del South China Morning Post que recogió testimonios de expertos y consultores de riesgo e inversión refiere que pese a los obstáculos, en 2021, el comercio entre China y ALC superó los 445.000 millones de dólares, mientras que la inversión estadounidense para el mismo período se cifró en 295.000 millones de dólares. En esta ecuación, Europa figura a la zaga de Washington y Pekín.

La enorme deuda en infraestructura presente en la región ha favorecido las apuestas de largo plazo y la búsqueda de alternativas para contrarrestar las restricciones impuestas por Washington a las tecnológicas chinas.

The Economist precisa que «entre 2005 y 2021, los bancos estatales chinos prestaron 139.000 millones de dólares a los gobiernos latinoamericanos» y Pekín «ha invertido miles de millones de dólares en la región, principalmente en energía y minería», al tiempo que países como Argentina y Brasil han incrementado su comercio y reservas en yuanes, en desmedro del euro.

Oleksii Liskonih / Gettyimages.ru

A lo antes dicho se agrega el creciente interés de ALC en sumarse al formato BRICS+ –destacan Argentina y Venezuela, que ya solicitaron formalmente su adhesión–, así como al Nuevo Banco de Desarrollo adscrito al organismo, cuyo propósito también apunta al financiamiento sin imposiciones ni injerencias en la política interna de los solicitantes.

Cumbre en medio de tensiones políticas

De otra parte, la tensa relación de la UE con los Gobiernos de Venezuela, Cuba y Nicaragua también ponen en tela de juicio la posibilidad de lograr avances significativos de alcance regional en la III Cumbre UE-Celac que tendrá lugar a mediados de julio en Bruselas.

Un punto de roce son las sanciones y bloqueos de EE.UU. –secundados por la UE por acción u omisión–, así como la sostenida injerencia de la Casa Blanca en la política interior de los países latinoamericanos y caribeños, pues ambos asuntos han sido condenados categóricamente por la Celac en razón de los daños sociales, políticos y económicos que tales prácticas generan.

Además, aún no está claro si la UE cursará invitaciones a los presidentes Nicolás Maduro, Miguel Díaz-Canel y Daniel Ortega para la cita birregional. Si se sigue el camino de las exclusiones, ello puede derivar en protestas e inasistencias de otros líderes latinoamericanos, como ya ocurrió en la IX Cumbre de las Américas que organizó EE.UU.

Las instituciones de la UE tampoco han aclarado si levantarán la restricción de circulación por el Espacio Schengen que pesa sobre Maduro desde 2019, bajo el alegato de que su administración ha socavado los derechos humanos y la democracia.

Zhandra Flores