Por Aram Aharonian
Argentina vive un clima de desilusión total con la política, en medio de una crisis que se mantiene y crece a diario, con una población convencida que gane quien gane en las elecciones de octubre próximo, nada va a cambiar. Desilusión, malestar y pesimismo social: la prolongación del escenario en el que se encuentra la economía es una catástrofe que urge resolver.
Falta menos de un mes para que las coaliciones políticas presenten formalmente sus candidatos para las elecciones internas, que marcarán quiénes serán presidenciables. Las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) se realizarán el 13 de agosto, mientras que las generales, el 22 de octubre.
Dos son los grandes sectores que aspiran a dirigir el país. Una, el actual oficialismo, el Frente de Todos (FDT), compuesto fundamentalmente por dirigentes y organizaciones peronistas, coalición que recoge la bandera neodesarrollista clásica del peronismo (desperiferización y fortalecimiento de la “industria nacional”), apuesta por el regionalismo y por un esquema global multipolar y asume buena parte de las demandas de los feminismos y las disidencias LGTB+.
Por el otro, la principal fuerza de oposición, es Juntos por el Cambio (JxC). Conformada por la centenaria Unión Cívica Radical, el PRO y otros sectores del conservadurismo liberal, JxC se vincula con el empresariado agropecuario y financiero y defiende la consolidación del vínculo con Estados Unidos y sus aliados internacionales.
El peronismo enfrenta una nueva situación inédita desde la reforma constitucional de 1994, que se inspiró en el modelo institucional estadounidense, dejó atrás el período presidencial de seis años sin reelección inmediata. Hoy se propone una jugada audaz; una renovación, pero desde el gobierno y no desde la oposición.
Lo extraño es que quien decide no es el presidente Alberto Fernández, quien muestra poco ánimo y falta de valor para emprender acciones, enfrentarse a peligros o dificultades. Algunos lo acusan de pusilánime, otros de buen cabildero pero pésimo presidente.
La apuesta es que los candidatos centrales expresen, al mismo tiempo, un cambio y la representación del núcleo duro del oficialista Frente de Todos, que son los votos de Cristina Fernández de Kirchner, quien no será candidata.
La hoy vicepresidenta dijo que en una elección de tercios lo importante es el piso. Es más estratégico garantizar que el sector del electorado que sigue a Cristina ponga la boleta del Frente de Todos, que seducir al votante volátil. El sector blando del electorado oscila entre el 15 y el 25 por ciento, pero es el que define muchas veces la elección. Lo difícil es deshojar la margarita: escoger el candidato, que tenga el aval de Cristina.
Y comienza nuevamente el baile de los nombres. No hay candidato alguno, dentro de los filas del oficialismo, que sea de conocimiento general y que arrastre votos. Por eso en el multitudinario acto de Cristina en Plaza de Mayo, el 25 de mayo, en el escenario se agolparon los ministros de Economía e Interior -Sergio Massa y Wado de Pedro- el gobernador de la provincia de Buenos Aires Axel Kiciloff y su ministro de Desarrollo Social Andrés Larroque, y la gobernadora de la sureña Santa Cruz, Alicia Kirchner.
También estaba el dirigente Juan Grabois (Frente Patria Grande), allegado al Papa Francisco, que lanzó su precandidatura . Los que no subieron al escenario fueron el jefe de Gabinete Agustín Rossi, ni el embajador en Brasil, Daniel Scioli, quienes contarían con el apoyo del presidente Alberto Fernández. En Plaza de Mayo dio un primer mensaje sobre los competidores que ella está dispuesta a habilitar.
Wado de Pedro se afirmaba como la opción propia más potente, con apoyos de sindicalistas, empresarios, gobernadores e intendentes, aunque lo reconoce solo la militancia. Cristina no cree conveniente desplazar de la provincia de Buenos Aires a Kicillof, y sigue a la expectativa de las gestiones de Massa en la cartera de Economía.
Desborde inflacionario
El cuadro de situación muestra un desborde inflacionario (se prevé más del 110 por ciento en 2023), que empeora la ya crítica distribución del ingreso; el adelanto a junio de los desembolsos que el Fondo Monetario Internacional debe hacer hasta fin de año y la autorización para utilizar más de la mitad de esos fondos para regular el mercado de cambios.
Massa negocia en Beijing la extensión del swap de monedas con China y Daniel Scioli en Brasilia la garantía del Banco de los BRICS (que preside la expresidenta brasileña Dilma Rousseff) para el financiamiento solicitado a bancos privados brasileños para las exportaciones a la Argentina.
Para los analistas, la candidatura presidencial de Massa se difumina ante la crisis que no logra encarrilar, pero podría aspirar a una senaduría por la provincia de Buenos Aires, lo cual lo pondría bien arriba en la línea de sucesión presidencial, durante un nuevo mandato que promete ser altamente conflictivo.
Pese a la indefinición de los candidatos del Frente de Todos de cara a las PASO y las presidenciales de 2023, una encuesta de la consultora Synopsis detalló que la vicepresidenta Cristina Kirchner aún se posiciona como la dirigente oficialista con mayor intención de voto, a pesar de que dijo que no competirá, y que el oficialismo tiene chances de batallar frente a los candidatos de Juntos por el Cambio y La Libertad Avanza si la exmandataria compite.
El total de votos recopilados entre los posibles candidatos a presidente de Frente de Todos -Cristina Kirchner, Daniel Scioli, Sergio Massa, y Wado de Pedro- superó al combinado de Juntos por el Cambio -Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich, José Luis Espert, Facundo Manes y Gerardo Morales- 30,4% a 28,2.
Sin humo blanco en la derecha
Tampoco la derecha tiene aún su candidato presidencial, aunque la decena de postulantes recibieron un alivio: el retiro de su jefe máximo Mauricio Macri de la contienda. Tienen la convicción de que la sociedad argentina recuerda la crueldad social de su gestión al frente del gobierno, lo cual implica una pesada carga para cualquier aspirante presidencial,
Todo indica que el enfrentamiento mayor es entre la exministra de Seguridad y presidenta del neoliberal PRO (Propuesta Republicana) Patricia Bullrich y el actual Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta
Pero en el listado se han apuntado, también, el exsenador Miguel Ángel Pichetto, Elisa Carrió, líder de la Coalición Cívica (CC); los gobernadores Gerardo Morales (Jujuy) y Juan Schiaretti (Córdoba); Juan Manuel Urtubey, ex gobernador de Salta, y Facundo Manes, dirigente de la Unión Cívica Radical (UCR). La exgobernadora de la provincia de Buenos Aires y actual diputada, María Eugenia Vidal, parece haber abdicado de una eventual candidatura.
Rodríguez Larreta, jefe de Gobierno capitalino confirmó que Jorge Macri, primo del expresidente y actual intendente de Vicente López, se postulará para sucederlo en la Ciudad de Buenos Aires. Por la exótica idea de decidir la candidatura a través de una encuesta (en general se trata de sondeos pagos), en el camino quedó Fernán Quirós, su favorito.
Jorge Macri, postulado por Bullrich, deberá enfrentar en las PASO de Juntos por el Cambio a Martín Lousteau. Mauricio Macri parece haber comenzado a imponer a su primo, intendente de Vicente López, localidad de la provincial de Buenos Aires y no de la capital -donde no tiene residencia-, como moneda de cambio tras su renuncia a ser candidato a presidente
Y como candidato de la ultraderechista libertaria, surge el histriónico Javier Milei, líder de La Libertad Avanza. Los libertarios irrumpieron como fuerza opositora en las elecciones de medio término. Asentados sobre un considerable núcleo de seguidores en redes sociales y la cobertura que le da la prensa hegemónica, obtuvieron casi el 8% en las elecciones de medio término en 2021, con especial presencia en la capital del país.
Auspiciado por las marcas de La Libertad Avanza y Avanza Libertad (liderada por José Luis Espert), Milei se postula como un pretendido outsider que asume como aliados a líderes internacionales como el español Santiago Abascal, el brasileño Jair Bolsonaro o el estadounidense Donald Trump.
Aunque a priori parece difícil su triunfo en 2023, todo dependerá de si consigue agrupar los suficientes votos para entrar al ballotage. Una vez allí, especula la prensa hegemónica, la polarización marcaría la segunda vuelta y sería relevante considerar su rival: le sería más fácil vencer a un candidato peronista que a uno derechista. Se trata de imponer imaginarios colectivos.
*Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Creador y fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)