Por Lyse Comins
En julio de 2021 los disturbios sociales generalizados se extendieron desde KwaZulu-Natal a otras provincias sudafricanas. El detonante fue la condena y encarcelamiento del expresidente Jacob Zuma, originario de esa provincia, pero los analistas también lo atribuyeron al desempleo y la desigualdad rampante
DURBAN, Sudáfrica – La inflación casi récordde los precios de los alimentos en Sudáfrica, los cortes de suministro eléctrico, el aumento del coste de la energía y las previsiones de nuevas subidas de los tipos de interés han mermado la renta de los trabajadores y perjudicado aún más a los pobres. Un coctel que coloca al país ante el riesgo de disturbios sociales.
Chris Hattingh, jefe de Análisis Político del Centro de Análisis de Riesgos, advirtió de que la bajada del precio del combustible podría ser solo un respiro temporal. El índice de precios de los combustibles bajó 10,5 % entre diciembre de 2022 y enero, según los datos.
Esa caída contribuyó, según los últimos datos de Statistics SA, en gran medida a reducir la inflación ligeramente interanual al consumo de 7,2 % en diciembre de 2022 a 6,9 % en enero,
Abigail Moyo, portavoz del Sindicato Unido de Sindicatos de Sudáfrica (Uasa, en inglés), declaró que la incapacidad del Estado para suministrar a los productores y minoristas de alimentos agua y electricidad suficientes para el buen funcionamiento de los negocios había alimentado una inflación que mermaba la renta disponible de los trabajadores.
“Desde hace años, los trabajadores viven sometidos a tensiones económicas ajenas a su voluntad. Con artículos como la harina de maíz subiendo 36,5 % desde enero del año pasado, las cebollas 48,7 %, el sampo (sémola gruesa de granos de maíz) 29,6 % y el café instantáneo 26,4 %, está claro que los tiempos difíciles no han terminado para los hogares”, dijo.
Sudáfrica, en el extremo sur del continente, es su mayor economía, pero sus más de 60 millones de habitantes soportan un incremento de dificultades económicas y sociales, que junto con una caída de los servicios, incluido el eléctrico, hacen temer un estallido.
Busisiwe Mavuso, director ejecutivo de Business Leadership South Africa, también advirtió de que, a menos que se produjeran «intervenciones significativas y específicas», el país podría enfrentarse a una revuelta similar a la Primavera Árabe, que ocurrió en el norte de África entre 2010 y 2012.
Hattingh añadió que “este alivio de la inflación que supone la bajada del precio del combustible podría resultar temporal”.
“Es probable que la reapertura de la economía china haga subir los precios internacionales del petróleo, lo que repercutirá más adelante en forma de precios más altos del combustible. Sudáfrica también está más expuesta a la inflación importada. Si aumentan los costes y los precios de los productos manufacturados y de consumo, la inflación aumentará a nivel local”, aseguró.
En lo que respecta a la presión sobre los consumidores, “resulta muy preocupante que la tasa de inflación de los alimentos y las bebidas no alcohólicas se situara en enero en 13,4 % interanual. La anterior vez que esta tasa fue tan alta fue en abril de 2009, con un 13,6 %”, dijo.
Además, el pan y los cereales registraron el mayor aumento de todos los grupos de productos, con 21,8%, mientras que el incremento de la carne se situó en 11,2 % en enero.
“Es probable que una debilidad fundamental de la economía -la falta de fiabilidad del suministro eléctrico- haga subir los precios y la inflación a lo largo del año. Esto supondrá una mayor presión sobre los consumidores y las empresas, y aumentará las posibilidades de que se produzcan disturbios civiles”, analizó Hattingh.
Como consecuencia de la inflación y los cortes de suministro energético, ya parte de la vida de la población sudafricana, la moneda local, el rand, se ha debilitado y se transa actualmente en 19 unidades por dólar.
La inflación anual, de 6,9 %, también se sitúa fuera del rango fijado por el Banco de la Reserva de Sudáfrica (SARB), de entre 3 y 6 %.
“Con los últimos datos de enero, el SARB podría continuar su ciclo de subidas de tasas de interés con otro aumento de 25 puntos básicos en la próxima reunión del Comité de Política Monetaria”, declaró Hattingh.
Johan Burger, experto independiente en delincuencia y antiguo investigador principal del Instituto de Estudios de Seguridad, advirtió que en todo el país se observaban signos de posibles disturbios debidos al aumento del coste de la vida y a la decepción por la situación interna.
La mayoría de los hogares, incluidos los de renta media y alta, se han visto obligados a recortar gastos debido a la subida de los tipos de interés y de los precios de los alimentos básicos.
“Los que tenemos unos ingresos relativamente estables ya lo tenemos cada vez más difícil y tenemos que pensárnoslo dos veces antes de comprar algo, así que uno sólo puede imaginarse la presión que deben estar sintiendo las personas de los grupos de ingresos más bajos”, afirmó.
Añadió que “para muchos, esta ha sido la situación durante muchos años, y se ha agravado. El desempleo se sitúa en 32,9 %, y la tasa de paro no oficial es aún mayor. Los altos niveles de desempleo conducen a altos niveles de pobreza, creando todo tipo de problemas sociales”.
Burger dijo que todo lo que se necesitaba para desencadenar disturbios era un posible detonante, como ocurrió en los disturbios en KwaZulu-Natal, de julio de 2021, que comenzaron como protesta por la condena y encarcelamiento por corrupción y otros delitos del expresidente Jacob Zuma (2007-2017), originario de esa provincia oriental y cuya ciudad más poblada es Durban.
“El peligro es que podría extenderse muy rápidamente, porque esos niveles de pobreza y privación existen en casi todas nuestras comunidades en todo el país. En 2008, los disturbios xenófobos se extendieron en cuestión de días, y vimos 69 muertos y muchos más heridos y desplazados”, recordó.
Advirtió de que las protestas focalizadas debido a la mala prestación de servicios llevan años produciéndose y, si no se atienden, también podrían llegar a un punto en el que degenerará en un estallido generalizado.
“El descontento con la situación es cada vez mayor, y muchas de las comunidades pobres se ven a sí mismas como la parte desatendida de Sudáfrica”, aseguró el experto en seguridad.
Explicó que esa población desatendida no ha tenido nada de lo que se le prometió con la llegada de la democracia, en términos de empleo y servicios, “y pasan hambre cuando esto ocurre; hay una división entre una parte de nuestra población y las instituciones que nos gobiernan, por lo que existe un potencial real de insurrección a gran escala”.
El responsable del Programa de Justicia y Prevención de la Violencia del Instituto de Estudios de Seguridad, Gareth Newham, afirmó que se está generando “un alto nivel de desesperación y frustración” por la creciente inseguridad alimentaria y el hambre, con cerca de 60 % de la población viviendo actualmente en la pobreza y una gran proporción de hogares pasando hambre semanalmente.
“Este reto viene de lejos, y el aumento de los precios de los alimentos podría agravarlo”, afirmó.
Sin embargo, dijo que las causas actuales de la mayor parte de la violencia pública eran los conflictos laborales y los fallos en la prestación de servicios.
“Históricamente, la inseguridad alimentaria no ha sido una de las principales causas de la violencia pública, pero eso no significa que no vaya a serlo. Podría decirse que hay un nivel de hambre que la provoca”, afirmó.