Agencias

A días de la asunción de Lula este 1 de enero en Brasil, un empresario bolsonarista que acampaba frente al cuartel general del Ejército en Brasilia denunciando un supuesto fraude en las elecciones, intentó hacer explotar una bomba en el aeropuerto local para incentivar un golpe de Estado.

George Washington de Oliveira Sousa es un empresario, dueño de una empresa de ropa en Pará, y hace días que estába frente al cuartel general del Ejército en Brasilia para pedirle a los militares un golpe de Estado que evite la investidura de Lula el 1 de enero próximo.

El empresario bolsonarista fue detenido el sábado tras intentar detonar un artefacto explosivo en el aeropuerto de Brasilia. Durante los allanamientos posteriores se le incautó un arsenal.

Según los hallazgos de la investigación difundidos por la Policía Federal, el empresario invirtió más de 160 mil reales en armas, entre rifles y artefactos explosivos. En la vivienda del acusado fueron hallados dos escopetas, un fusil, dos revólveres, tres pistolas, un millar de municiones, uniformes camuflados y cinco emulsiones explosivas usadas en minería y similares a la que equipaba el artefacto que fue desactivado. A pesar de tener licencia, la posesión del arma encontrada en su apartamento se considera ilegal.

Tras ser detenido, el bolsonarista confesó en un comunicado que provocar una explosión en el Aeropuerto era una manifestación política, preparada entre los simpatizantes de Bolsonaro que acampaban frente al cuartel general del Ejército, cuyo objetivo era crear condiciones para imponer un Estado de sitio en el país y posibilitar la intervención militar antes de la asunción de Lula.

El empresario George Washington de Oliveira Sousa, de 54 años, fue acusado formalmente de terrorismo tras confesar que construyó el artefacto explosivo que fue introducido a un camión cisterna de transporte de combustibles y desactivado el sábado por la policía antes de que el vehículo llegara hasta el aeropuerto internacional de Brasilia.

Sousa dijo que vive en el estado amazónico de Pará y que está en Brasilia desde el 12 de noviembre para reforzar los grupos de seguidores de Bolsonaro acampados frente al Ejército y que no reconocen la victoria de Lula en las presidenciales de octubre.

«Lo que me motivó a adquirir las armas (incautadas en su residencia) fueron las palabras del presidente Bolsonaro que siempre destaca la importancia del armamento civil», agregó.

El artefacto explosivo fue colocado en un camión de combustible cerca del aeropuerto. Según las investigaciones, la única razón por la que no se produjo la explosión fue por una falla técnica en el dispositivo que se disparó, pero no explotó. La acción golpista podría provocar una tragedia, según el fiscal del caso, si alcanzara las avionetas cercanas al lugar que llevaban a bordo hasta 200 pasajeros.

Esta acción es una más de las realizadas para llamar la atención sobre las manifestaciones de simpatizantes del bolsonarismo en todo el país. Son intentos y amenazas de crear mayor inestabilidad política para la asunción de Lula prevista para el próximo 1 de enero. Al mismo tiempo, demuestran cómo la extrema derecha no fue derrotada tras las elecciones, y sigue siendo una fuerza social capaz de tener relevancia en el régimen. Aunque Bolsonaro ya esté de salida el bolsonarismo sigue fuerte, y también sus ideas.

La política de frente amplio con la derecha tradicional del neoliberal Geraldo Alckmin y la conciliación de clases de Lula y el PT alimenta ilusiones institucionales que son incapaces de ofrecer una verdadera resistencia al bolsonarismo y por el contrario solo aumentan cada vez más la fuerza de la extrema derecha. Las centrales sindicales, sindicatos y movimientos sociales necesitan convocar un plan de lucha inmediato contra los ataques, reformas e intentos de golpes de Estado de la extrema derecha.