Agencias

El director general del OIEA, el argentino Rafael Grossi, afirmó este martes que le “preocupa que haya un grave accidente nuclear” en la central ucraniana de Zaporiyia, que consideró como “posible”, mientras van “caminando” las negociaciones con los dirigentes de Rusia y Ucrania para proteger a la planta y que no sufra ataques.

Para Grossi (Buenos Aires, 1961), un hecho como el de este lunes, cuando la central nuclear ucraniana perdió el suministro eléctrico tras un bombardeo y recibiera energía por un sistema de reserva a combustible “acerca” a la planta “al accidente”, la falta de enfriamiento de la refrigeración del reactor que lleva a un “meltdown”, y “prueba por qué hay que proteger la planta” poniéndole una “campana de protección”.

En una entrevista con EFE en medio de una repleta agenda de actividades durante una visita a su país natal, Grossi habló sobre el avance de las negociaciones con Rusia y Ucrania para lograr una zona de protección que genere un compromiso político de ambos países de que no hay que afectar a la planta nuclear ucraniana, la más grande de Europa, ocupada por Rusia desde marzo pasado.

DESAFÍO

“Es un tema bastante complejo porque se trata de conjugar intereses divergentes”, ya que “se trata de dos países en guerra”, explicó.

Grossi indicó que tanto el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, como el ruso, Vladimir Putin, entienden “en un plano racional” que “hay un objetivo esencial, que es proteger la planta que está en peligro en este momento” y que “existe un reconocimiento de que esta protección” debe obtenerse.

Ambos presidentes coinciden en que quieren preservar la planta por distintos motivos, explicó, “unos para recuperarla porque la perdieron y otros porque la consideran parte de su país”.

Pero señaló que “el desafío es presentar una propuesta que sea viable, que pueda transitar el estrecho sendero de los intereses militares y políticos de cada país”.

“El desafío principal” es que “cada cosa que se les proponga» a Rusia y Ucrania, «cada idea que se les presente la van a mirar a través del tamiz de si los debilita o fortalece en el ámbito general más amplio del conflicto bélico”, por lo que lo que “perciban como en detrimento de su posición militar no lo van a aceptar”.

La situación es “única” y la negociación es “desafiante”, contó el diplomático que dirige el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) desde 2019, quien hace un “ejercicio proactivo” de sus competencias y definió siete pilares de la seguridad de la planta que deben ser respetados -entre ellos la integridad física-, que fueron bien recibidos por Putin y Zelenski.

Consideró que “no es algo imposible” alcanzar un acuerdo, ya que ambas partes están dialogando con la OIEA, pero admitió que “hay que declinar toda una cantidad de dificultades técnicas y políticas”.

“Estamos avanzando”, dijo, al reconocer los “vaivenes” de la guerra. “Estamos caminando”, insistió.

En este contexto, el personal que trabaja en la planta está “mal, bajo tensión, preocupado”, ya que al haber un cambio del estatus territorial -no reconocido por la ONU ni la OIEA-, según Rusia, han pasado a ser parte del territorio ruso y son presionados para firmar un contrato con la empresa rusa: “Esto no debe ser nunca considerado como un posicionamiento político de esta gente”, afirmó Grossi.