Este domingo 7 de agosto, el líder de la izquierda tomó posesión como máximo mandatario de los colombianos. En Bogotá hubo fiesta alrededor del inicio del primer Gobierno progresista en más de 200 años de independencia.

Gustavo Petro y Francia Márquez fueron investidos este domingo como presidente y vicepresidenta de Colombia por el presidente del Senado de Colombia, Roy Barreras, acto que contó con la participación de la filarmónica de Bogotá, la espada de Bolívar, invitados internacionales y miles de asistentes en la histórica Plaza de Bolívar.

Tras su investidura, el presidente Gustavo Petro enfatizó que durante su administración se potenciarán políticas en pro de proteger la vida y la implementación del Acuerdo de Paz, donde tendrá como eje central el cumplimiento de la Constitución de 1991.

«Llegar acá representa recorrer un vida, la vida que no se recorre sola, nada existiría en mi sin mi madre, acá está mi padre, mis hermanos, mis hijos, mi esposa (quien acompañará a las mujeres de Colombia en su esfuerzo para salir adelante), aquí está el pueblo, las manos humildes del obrero de campesino y de las que barren las calles», reconoció el jefe de Estado.



El mandatario catalogó esta nueva etapa como una segunda oportunidad de Colombia para terminar con la violencia y la pobreza extrema, «estamos contra todo pronóstico, contra los que no querían soltar el poder, pero lo logramos. Hicimos posible lo imposible, recorriendo y escuchando con ideas, con amor, con el corazón y el cerebro, desde hoy empezamos a trabajar para que más imposibles sean posibles en Colombia, si pudimos, podremos», enfatizó.

«Tenemos que terminar para siempre de seis décadas de conflicto, cumpliremos el Acuerdo de Paz, seguiremos a raja tabla las recomendaciones de la Comisión de la Verdad que nos cuenta de muertos (…) no podemos seguir en el país de la muerte y tenemos que construir el país de la vida. Este es el Gobierno de la vida, la paz y así será recordado, la paz es posible si desatamos en las regiones el diálogo social para encontrarnos en medio de las diferencias», dijo el presidente Petro.

Al mismo tiempo, el nuevo jefe de Estado explicó que para alcanzar la paz es necesario abrir canales de diálogo con todos los actores armados y no armados, «el Gobierno del cambio será descentralizado, trabajaremos desde Leticia hasta Punta Gallinas, desde Cabo Manglares hasta Isla San José, duele mucho la ausencia del Estado en varios puntos del país», añadió.

«La paz es posible si se cambia la política contra las drogas vista como una guerra por una política fuerte de prevención de consumo, es hora de una nueva convención internacional que acepte que la guerra contra las drogas ha fracasado, ha dejado millones de latinoamericanos asesinados y que da 70.000 norteamericanos muertos por sobredosis cada año. La guerra contra las drogas fortaleció las mafias y ha llevado a los Estados a cometer crímenes», explicó el presidente Petro.

Cambios socioeconómicos

«Vamos hacer una Colombia más igualitaria con más oportunidades, la igualdad es posible si somos capaces de generar riqueza para todos y si somos capaces de distribuirla más justa, por eso proponemos una economía basada en la producción, el trabajo y el conocimiento, por eso proponemos una reforma tributaria que lleve justicia», sentenció el jefe de Estado.

El presidente Petro insistió en la importancia de conducir a Colombia hacia la igualdad y para ello, se hace necesario inversión, trabajo y producción, «el gasto del Estado no es para las mafias políticas, es para la gente del pueblo, por eso planteamos una reforma tributaria, de salud y pensiones, de la educación, de un contrato social», acotó.

«Los impuestos no serán confiscatorios sino justos en un país que debe reconocer como aberración la enorme desigualdad social en la que vivimos, en un Estado que debe garantizar la transparencia del gasto y una sociedad que merece vivir en paz»; reiteró el mandatario.

Asimismo, el presidente Petro instó a todos los sectores sociales del país, incluyendo empresarios, a contribuir con impuestos justos para invertir en educación, salud, pensión y programas de alimentación, «no hemos avanzado como humanidad compitiendo, lo hemos hecho ayudándonos, seremos iguales cuando el que más tiene para pagar impuesto lo haga con orgullo sabiendo que ayuda al niño, a la mujer, al viejo», añadió.

«Colombia es un país que debe y puede gozar de soberanía alimentaria para que el hambre sea cero (…) Volveremos a construir distritos de riego con el Ejército y casas campesinas con los soldados de la Patria, Ejército y producción pueden unirse en una ética social indestructible. Los aviones no sirven para combatir también para crear la primera infraestructura de movilidad para la salud del pueblo colombiano», indicó el jefe de Estado.

Frente a sus compromisos sustanciales con el pueblo colombiano, el presidente dio a conocer el siguiente decálogo: 1. Cumplimiento del Acuerdo de Paz y acatamiento de las recomendaciones de la Comisión de la Verdad; 2. Protección de abuelos, niños y personas en condición de discapacidad; 3. Gobierno paritario y creación del Ministerio de la Igualdad; 4. Diálogo con todos los grupos y sectores sociales; 5. Conexión con las regiones; 6. Políticas de paz y contra la violencia; 7. Garantizar los derechos a la oposición sin persecución; 8. Protección del aire y suelo; 9. Producción y trabajo; 10. Cumplimiento de la Constitución.



«Solo si producimos seremos ricos y la riqueza está en el trabajo, por eso a partir de hoy, los bienes en extinción de dominio de la Sociedad de Activos Especiales (SAE), pasarán ser la base de una economía productiva administradas por campesinos, asociaciones de jóvenes y cooperativas manejadas por mujeres», anunció el mandatario.

A la comunidad internacional y delegados asistentes a la ceremonia, el mandatario instó a trabajar mancomunadamente para impulsar políticas socioeconómicas para el cambio climático, «tenemos que encontrar un modelo que sea sostenible social y ambientalmente, la ciencia ha anuncia la extinción posible de la especie humana en uno o dos siglos por los efectos de salud que trae el cambio climático», advirtió.

«No estamos con la guerra, estamos con la vida, buscaremos mayores alianzas con África, buscaremos una alianza de pueblo afro en América, de San Andrés saldrán todos los embajadores de Colombia para los países de las Antillas, buscaremos una alianza con el mundo Árabe, buscaremos juntar nuestra Buenaventura y Tumaco con el Este Asiático», informó el presidente.

Congreso en aras de la paz y justicia social

El presidente del Senado, Roy Barreras, enfocó su discurso en la importancia del Acuerdo de Paz, así como en las políticas dejadas por Iván Duque, la importancia de la integración regional y en la importancia de avanzar en las reformas sociales en el Congreso Nacional.

«En medio de las sangrías de las guerras, se levantaban voces que soñaban con la posibilidad de parar la guerra, hoy intentamos parar la muerte y convertir a Colombia en una potencia mundial de la vida, intentar sanar las heridas y para sanarlas tenemos que recordarlas y conocerlas», indicó Barreras.

Al mismo tiempo, el senador recordó a los millones de colombianos que alzaron su voz contra las guerras y trabajaron incansablemente por la construcción de paz en medio de las hostilidades, «venimos de una historia en la que han habido voces que quisieron parar la guerra, pero hoy se están reivindicando», acotó.



Lo que se vivió este domingo en el centro de Bogotá no fue la previa a una ceremonia soporífera, como suelen ser los eventos políticos. Todo lo contrario, fue una fiesta, fue la ilusión de miles que, creyendo en el cambio, caminaron por las calles para celebrar la llegada de Gustavo Petro a la presidencia de Colombia, para estar en la Plaza de Bolívar en la posesión del primer mandatario de izquierda en 213 años republicanos.

Fue complicado caminar, pero el baile, la música y las arengas hicieron más llevadera la dura tarea de pasar por lo que fue un carnaval, el espacio de quienes creyeron hace 49 días que el cambio era necesario y obligatorio, un cambio real. Y aunque estaba estipulado que el presidente electo subiera a eso de las tres de la tarde, desde las ocho de la mañana la gentes se dirigieron hasta el corazón de la capital con tal de ver y para que nadie les contara.

Magnolia Perea, madre afrocolombiana, viajó desde Quibdó (al suroccidente del país) para acompañar la posesión de Petro. Más de 14 horas en un bus, dos para ingresar a la Plaza de Bolívar y siete de pie contra una valla para estar lo más cerca posible al nuevo mandatario, a Francia Márquez, la nueva vicepresidenta, la voz de su región, una fuerza capaz. “Y me devuelvo hoy mismo”, reconoció.

Y Mientras Magnolia aguantaba el calcinante sol bogotano (a 2.600 metros de altura pega más fuerte), como otros 100 mil asistentes en ocho plazas de la ciudad (hubo pantallas y muestras culturales en cada una), al norte de la capital, Gabriel Boric, presidente de Chile, caminaba por una de las avenidas más importantes como cualquier transeúnte (carrera séptima) y Alberto Fernández, presidente de Argentina, y Luis Arce, presidente de Bolivia, se reunía con Petro a puerta cerrada. Muchas cosas a la vez, todas importantes para el nuevo mandatario.

A las tres en punto, como estaba estimado, y con una plaza a reventar, apareció Petro y su familia por la puerta del Palacio de San Carlos, sede de la Cancillería (a unos metros de la Plaza de Bolívar). El presidente caminó por una calle de honor y cinco minutos después, como si se tratara de un rock star (la multitud alborozada), subió a la tarima ubicada enfrente del Congreso de la República. Saludó a su Boric y a Felipe VI, Rey de España. “Petro, amigo, el pueblo está contigo”, se escuchó al unísono.

La espada del nuevo camino

Un día antes de la posesión de Petro, Iván Duque, presidente saliente, dio una orden que para la oposición fue vista como el cierre de su administración, déspota y alejada de la realidad del país: no autorizar que la espada de Simón Bolívar, símbolo de la independencia colombiana, estuviera en el evento. Y lo que fue la última órden de Duque también fue la primera de Petro como mandatario: “Le solicito a la Casa Militar traer la espada de Bolívar”.

Eso sucedió luego de que Roy Barreras, presidente del Congreso, le tomara el juramento a Petro, de que María José Pizarro -hoy senadora-, hija de Carlos Pizarro, líder de la guerrilla del M-19 asesinado en 1990, le pusiera la banda presidencial a quien también hizo parte de la extinto grupo revolucionario. Un gesto emotivo que desencadenó en las lágrimas de Pizarro y una muestra de que las luchas que costaron la vida hoy tienen su rédito.

Seguido, Petro, ya presidente, tomó el juramento de Francia Márquez como su vicepresidenta. “Juro ante Dios y al pueblo cumplir fielmente la constitución y las leyes de Colombia. También juro ante mis ancestros y ancestras hasta que la dignidad se haga costumbre”, dijo Márquez.